![]() ![]() EL VIAJE: Costa Oeste de USA - Septiembre 2013 ✏️ Blogs de USA
Recorrido por la Costa Oeste americana: ciudades, naturaleza, carretera.... y una experiencia INOLVIDABLE.Autor: Lidiaqxp Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.5 (10 Votos) Índice del Diario: EL VIAJE: Costa Oeste de USA - Septiembre 2013
01: Preparativos del VIAJE
02: De Asturias a LA. ¡Comienza la aventura!
03: “Bienvenidos a Hollywood … ¿cuál es tu sueño? “ ¡Hollywood y más!
04: En la variedad está el gusto: el centro, los orígenes y la playa
05: De cine y televisión…
06: En ruta por tres estados. Destino final: la ciudad del neón…
07: De shopping
08: Al este del Bellagio... y acabamos con “absenta”
09: De paseo por el centro…y el pasado
10: De nuevo en la carretera: calor + calor = Death Valley
11: Día de naturaleza: Yosemite
12: Último día en carretera, hasta San Francisco
13: Primer día en San Francisco. Del Golden Gate a Chinatown
14: Barrios de San Francisco y vistas desde las alturas
15: De compras y a la cárcel: ¡Alcatraz!
16: Último día de una experiencia INOLVIDABLE
17: El regreso…
18: Conclusiones
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Etapas 4 a 6, total 18
Domingo, 08 de septiembre de 2013. Al despertar, esperaba que no fuera otra vez las 3 de la mañana… No lo era. Esta vez, dormimos un poquito más: eran las 6 am. No estaba mal… Los planes para ese día eran de lo más variado y esperábamos que nos diese tiempo a todo.
Pues nada, duchita para espabilarnos y arrancamos con el coche. Al ser domingo a esa hora, el tráfico se notaba que había disminuido un montón; claro, que a la tarde, la cosa cambiaría… ups! ![]() En primer lugar, nos dirigimos a la zona del Downtown donde se encuentran los edificios más altos, que lo teníamos cerquita del hotel. Nada que ver con cualquier otra zona de la ciudad. ¡Y me chifló! Soy de las que le gustan este tipo de edificios y en esta zona, hay algunos muy bonitos. De hecho, me enamoré de uno que tiene un helipuerto en la azotea de la que íbamos hacia allí; luego, resultó que aparcamos muy cerquita de él y vi que se trataba del hotel “Ritz Carlton”: ![]() Pues lo del aparcamiento, lo volvimos a dejar en uno público que hay, eso, cerca del Ritz. Fueron $15 y podíamos dejarlo todo el día; deciros también que está vigilado. Ya nada más salir del parking, sabía que me iba a gustar esa zona de la ciudad: por los edificios, el ambiente, … no sé… me gustó bastante más que Hollywood, por ejemplo. Mirad lo que había en una pared de otro hotel que encontramos en nuestro camino: La primera parada que teníamos en mente era el Staples Center. Es el estadio de los Lakers, los Clippers, … En fin, es gigante y estuvimos deambulando por ahí durante un buen rato. Al ir en septiembre, no había temporada de basket, lo cual fue una pena porque me habría gustado muchísimo volver a otro partido de la NBA –digo “volver” porque la primera vez que fuimos a Nueva York, pudimos disfrutar del espectáculo de un partido de los Nicks-. Lo que sí había era una partido de los Kings, el equipo de hockey sobre hielo de Los Angeles, y debe tener un mogollón de seguidores, porque había una cola para sacar las entradas gigantesca. Me llamó la gente que el 99% de la gente iba vestida con los colores del equipo: camisetas de hockey, t-shirts, gorros, bufandas (con el calor que hacía!),… Era una pasada: todos de blanco y negro! ![]() ![]() ![]() ![]() Nos estaba entrando un poquito el hambre y aprovechando que había un Starbucks cerca del Nokia Plaza, un centro comercial que hay en esa zona, pues allí que nos fuimos. Diréis que si no había más sitios aparte del Starbucks, pero ¿qué os voy a decir? Nos estábamos haciendo adictos a sus sandwiches de pollo césar y a su capuccino. Jejeje… Total, que nos aprovisionamos de nuestros víveres favoritos y nos sentamos en la terraza, a la sombra, que se estaba muy agradable; aprovechamos también que había wifi para ponernos un poco al día con nuestros respectivos mails, whatsapps y demás. Estuvimos un buen rato, hasta que nos dimos cuenta de que si no nos íbamos, se nos iba a echar la mañana encima. Y había muchas cosas que hacer todavía. Así que… ¡a por nuestro Tucson! ![]() Nuestra siguiente parada era Carrol Avenue, ya sabéis, donde está la casa en la que se rodó el videoclip “Thriller” de Michael Jackson y también la de la serie de televisión “Embrujadas” (a pesar de que se ambienta en San Francisco). Yo soy muy fan de la serie, así que estando allí no podía pasar por alto esta visita. ![]() ![]() ![]() ![]() En principio, íbamos a Carrol solamente por este motivo, para ver esas dos casas pero al llegar allí, ¡flipamos con el resto! ¡Son una preciosidad! Es un barrio donde no me importaría vivir… jijiji… ¡como pa´no! Aparcamos en una calle perpendicular a la avenida y dimos un buen paseo parándonos a ver y a fotografiar las casas que más nos gustaban. ![]() ![]() ![]() Había una, con una especie de torre en la que vimos esto: ![]() ![]() ¿Estarían preparándose ya para Halloween? ¿O es que era la decoración habitual de la casa? Quiero creer lo primero… jajajaja! Y, por último, os enseño la casa que más nos gustó. ¿No os gustaría vivir allí? ¡A mí me encantaría! ![]() Dejando atrás ese estupendo barrio que nos dejó enamorados y con penita de no poder comprarnos ninguna de las casas ;-), nos dirigimos hacia “los orígenes” de la ciudad de Los Angeles: “El Pueblo”. Allí se encuentra “Olvera Street” y “Avila Adobe”, la casa más antigua de la ciudad. Como siempre, nuestra primera “misión” era encontrar sitio para aparcar. En mi guía llevaba anotado que podíamos dejar el coche en el aparcamiento de “Union Station”, pero por más que buscábamos la entrada… ¡No lo encontramos! Seguramente estaría delante de nuestras narices pero nada, no había manera. Total, que en una de nuestras vueltas vimos uno cuyo precio eran $5 por todo el día y para allá que nos fuimos. En este caso, fue un poco raro: no había nadie para cobrarte, lo cual hizo que dudásemos si dejarlo allí, más que nada porque no sabíamos cómo era el funcionamiento del pago y demás. Nos bajamos del coche y después de mucho leer, creímos entender como iba aquello: el caso es que cada sitio –tengo que decir que tampoco era un parking muy grande- tenía un número asignado; luego, en donde se supone que en ocasiones está la persona que vigila el sitio, hay una especie de taquilla con cada número; pues bien, tú tienes que meter en el número que corresponda al sitio donde has aparcado las monedas hasta llegar a los $5 que cuesta. Habrá gente que aparque y no deje nada pero, claro, te “informan” que en cualquier momento puede pasar el responsable y si comprueba que un sitio está ocupado y no ha pagado, te multan. Y ya sabéis cómo son las multas por los EEUU; si no recuerdo mal, en este caso me parece que te “clavaban” $500… ¡como para arriesgarse! La coña nuestra –con perdón- es que no teníamos suficientes monedas y solo billetes… ¡no os podéis imaginar cómo nos costó hacer que el billete entrara en la taquilla! Sí, sí, reíos, reíos… pero no sabéis lo que cuesta. Mira que no podía haber un tío allí pa’ recoger el dinero, vaya… Bueno, total, que ya bien asegurados que el billete había entrado, nos fuimos primero a hacer una visita a Union Station, a la cual se la conoce como “la última gran estación de ferrocarriles” construida en Estados Unidos, y donde se han rodado un montón de películas: “Blade Runner”, “Speed”, “Pearl Harbor”,… La verdad es que es una preciosidad: techos altísimos de madera ornamentada, suelos de mármol, … Merece la pena pararse un ratito y entrar para verla. Habiendo visitado la estación, donde aprovechamos para hacer una paradita en uno de sus sillones híper-cómodos y tomarnos un refrigerio, salimos ya de camino hacia “El Pueblo” (solamente es cruzar la calle), el origen de lo que hoy en día es la ciudad de Los Angeles. Es una zona con mucho colorido, mucha animación, con un valor histórico excepcional y donde se nota el carácter hispano que recorre sus calles. ![]() Ese día se estaba celebrando algún tipo de fiesta (no pudimos enterarnos muy bien de cual exactamente). Creíamos que era el día de la Independencia Mexicana, pero creo que esa festividad se celebra una semana después. Bueno, en cualquier caso, se notaba ambiente festivo por la calle y pudimos incluso ver a un grupo bailando, con trajes –suponemos- típicos aztecas y una música que te dejaba como hipnotizado: ![]() Después de estar un rato viéndolos bailar, nos adentramos en la calle más conocida de la zona: Olvera. ¡Qué maravilla! A pesar del montón de gente que había y del calor, me fascinó. Está todo lleno de puestecitos tipo mercado, con gente híper-amable y donde podías hablar perfectamente español. Alguna que otra compra “cayó”. ![]() ![]() A pesar de que era un poco temprano para comer, igualmente nos íbamos fijando y buscando un sitio del que se había hablado mucho en el foro: el restaurante “La Golondrina”. Y enseguida lo encontramos. Es un sitio bastante grande, tanto por dentro como la terraza. Como os digo, era temprano para almorzar –como las 12 de la mañana-, así que me acerqué a preguntarle a la chica de la entrada si había manera de reservar mesa para más tarde, y me dijo que hasta las 4 no nos la podían reservar. Nos parecía muy tarde, por lo que decidimos quedarnos a comer. Y no fue mala la decisión porque entre que entramos, decidimos lo que íbamos a comer y nos lo trajeron, nos dieron la 1. Esa hora ya nos gustaba más y ya sí que teníamos hambre… ![]() Mientras mirábamos la carta, nos trajeron como aperitivo unos nachos con un par de salsas, las cuales estaban bastante “alegres”… jejeje. No comimos muchos porque imaginábamos, por lo que veíamos en las mesas que nos rodeaban, que las raciones eran más bien grandes. Al final, decidimos pedir cochinita pibil (que es algo que comemos por aquí cuando vamos de mexicano), unas fajitas de gambas y yo me pedí para mí (Sergio no quería beber nada por el tema del coche) una margarita. Si os soy sincera… no nos gustó nada de nada. No sé, quizás fue culpa nuestra porque estamos acostumbrados a un mexicano al que vamos siempre en nuestra ciudad y este tipo de comida era un poco distinta, pero lo cierto es que no nos quedaron más ganas de volver a un restaurante mexicano en todo el viaje. ![]() ![]() Después de comer y con una brisita que invitaba un poquito más a caminar, nos dimos el último paseíto por la zona y luego dirigimos nuestros pasos hacia la Catedral de Nuestra Señora de Los Angeles, la catedral de la ciudad. Ya sabíamos que no era una iglesia al uso, como a las que estamos acostumbrados a visitar por Europa, pero aún así nos llamó muchísimo la atención al verla. Por fuera, más bien parecería un edificio de oficinas si no fuese por la cruz que tiene en la fachada. Y luego, por dentro, asombra su modernidad; es como si estuvieses en un auditorio. Es una visita que nos gustó mucho por lo “original” y distinto al resto de catedrales que hayamos visto. Además, también en este caso había algún tipo de celebración, en este caso creemos que era de ciudadanos filipinos, y se podían ver muchas flores, señores con el mismo tipo de vestuario, un coro cantando… Estuvimos un rato sentados en uno de los bancos, disfrutando del momento. ![]() ![]() ![]() Cuando salimos de la catedral, y antes de irnos ya hacia el parking para recoger el coche, dimos un pequeño rodeo y vimos otros dos edificios emblemáticos de la ciudad: el Dorothy Chandler Pavillion y el Walt Disney Concert Hall. Del primero he de decir que tanto su situación como su estética me gustó muchísimo más que el Teatro Kodak como “sede” de la entrega de los Oscars. No sé el motivo por el cuál dejaron de entregarlos aquí, pero a mí me parece mucho más bonito que donde se celebran ahora. Y del Disney Concert Hall, pues lo que decimos todos: que se parece muchísimo al Guggenheim de Bilbao, ¿verdad? Por lo que leí después, al parecer, a pesar de que el museo vasco se construyó antes, los planos del Hall son anteriores. Yo me quedé con las ganas de visitarlo por dentro, pero si no lo hacíamos, no nos iba a dar tiempo a seguir con el plan que teníamos y no queríamos perdérnoslo. ![]() ![]() Pues ya habiendo visto edificios, asfalto, … ¡nos vamos a la playa! ¡A Santa Monica! Era un cambio de tercio importante y queríamos disfrutar allí del resto del día y poder ver allí la puesta de sol, cosa que mereció la pena. Total, que recogimos el coche, pusimos la dirección en el GPS y p’allá que nos vamos. Y aquí, en este momento, supimos por primera vez lo que significaba un ATASCO –así, con mayúsculas- en Los Angeles. Lo que sería una ruta de aproximadamente 20 minutos en coche, se convirtió en “un poquito” más. Pero como ya sabíamos que en algún momento nos iba a pasar, no nos pusimos ni nerviosos, ni de mala leche: simplemente disfrutamos del momento. Sí, digo “disfrutar” porque nos sentimos como un angelino más; es una experiencia que hay que vivir si estás en LA, ¿no? Total, que después de un buen rato, pudimos llegar a Santa Monica. Antes de bajarnos del coche, el ambiente que respiramos por allí ya era una maravilla. Yo creo que la playa vuelve a la gente más abierta, más despreocupada… ¡me encantó! Ya sabéis lo primero que hicimos: parking. Encontramos uno justo enfrente del Pier, cubierto, que nos costó $20 y cerraba como a la 1 de la mañana. No dimos muchas más vueltas buscando otro más barato porque la cantidad de gente que había allí era bestial y no queríamos perder más tiempo de ir al muelle y a la playa. ![]() Cuando salimos del aparcamiento, lo único que tuvimos que hacer fue cruzar la carretera y ya estábamos en el Santa Monica Pier. Y nada más comenzar a caminar, lo que nos encontramos fue a un tío como un armario de grande con dos pitones, una de ellas albina, que estaba allí, lo típico, para que cogieras la que quisieras y te hicieras fotos y demás… todo ello dándole una propinilla. ¡Y adivinad quién no se lo pensó dos veces y le pidió que le dejara la albina! Sí señor: ¡una servidora! Y es que me chiflan las serpientes y siempre había querido coger una… ¡qué sensación más maravillosa, chic@s! Había mucha gente alrededor mirando y la mayor parte de las chicas tenían una cara de asquito y me decían que qué valor tenía. Yo estaba disfrutando como nunca. ¡Y las risas que Sergio y yo nos echamos con el tío de la serpientes! Fue una experiencia única. Después de un rato de estar embobada con “mi albina”, se la devolví al chico, le dimos $5 y seguimos nuestro camino por el pier. Yo estaba que no me lo creía. ¡La tarde en la playa había comenzado genial! Jajajaja…. Al poquito, nos encontramos con la señal que marca el fin de la Ruta 66. Nos costó un poquito porque había tantísima gente… Al estar allí, me imaginé lo bonito que sería poder hacer la ruta completa: desde Chicago hasta ese punto. ¡Sería un viaje fantástico! ![]() También vimos el parque de atracciones chiquitín que hay en el muelle y que lleva en funcionamiento muchísimos años. Yo creo que es la imagen más conocida del muelle y de Santa Monica, en general. Había muchísimos niños disfrutando de las atracciones. También había una escuela para aprender a subir al trapecio; ¡molaba un montón! No me hubiese importado dar unas clasecitas en esa escuela… ¿Qué más? Ah, sí, pescadores; había bastantes señores pescando, aunque con el ruido que había en la zona, no se yo si los peces se arrimarían mucho por allí… jejeje… Y, por supuestísimo, desde allí se ve lo enooooorme que es la costa y la playa. ¡Una maravilla! Y en la orilla, prácticamente, unas preciosas casitas que me llamaron mucho la atención. ¡Eso sí que es vivir en primera línea de playa! ¡Qué pasada tener una casa ahí! ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Bajamos del muelle y comenzamos a caminar hacia el sur, hacia la playa de Venice, por el paseo que hay junto a la arena. La intención, en un principio, era llegar hasta la conocida “Muscle Beach” –esa tan conocida, donde hay un gimnasio en la propia playa y está lleno de gente con cuerpos híper-trabajados y súper-musculosos-, pero finalmente no llegamos porque no nos dio tiempo. Caminamos y caminamos, pero estaba empezando a refrescar y la puesta de sol estaba llegando, por lo que queríamos sentarnos en la arena y prepararnos para vivir este momento. Total, que nos dimos la vuelta y cuando estábamos otra vez ya cerquita del Pier, nos descalzamos y nos metimos en la arena. No pudimos resistirnos y mojamos los pies en el mar: no estaba tan fría como yo pensaba… Una pena no haber tenido más tiempo para poder darnos un buen chapuzón. Mientras disfrutábamos de la playa, el sol iba bajando poquito a poco y acabó anocheciendo, poniendo el punto final al día de una forma MARAVILLOSA. ![]() ![]() Aún así, todavía nos quedaba el último paseíto del domingo: por Third Street Promenade. Es una calle peatonal, paralela a la línea de la playa, llena de tiendas, bares y restaurantes. ¡Y llenísima de gente! Estábamos bastante cansados de todo el día, pero queríamos cenar algo antes de irnos al hotel, ya que eran como las 10 de la noche y no habíamos comido nada desde “La Golondrina”. No entramos en ninguna tienda, lo cierto es que no nos apetecía, y lo único que buscábamos era algún sitio para poder comprar algo de comer e ir haciéndolo mientras regresábamos por el paseo hacia el parking. Y dimos con un sitio que luego encontramos por varios lugares más a lo largo de todo el viaje: “Wetzel Pretzel”. Allí nos compramos un pretzel de pepperoni y un par de hot dogs que estaban riquísimos. Los disfrutamos, como os digo, de vuelta hacia el aparcamiento, donde cogimos el coche y nos volvimos al hotel. Había sido un día larguísimo y al siguiente teníamos que darnos un buen madrugón. Así que… ¡a descansar! Etapas 4 a 6, total 18
Lunes, 09 de septiembre de 2013. Hoy tocaba madrugón. Claro, que viendo las horas en las que nos habíamos despertado los días anteriores, eso no iba a suponer un problema. El caso es que teníamos las entradas para la visita de los Warner Studios a primera hora: las 8:15 am y como no sabíamos el tráfico que podría haber a esas horas para llegar a Burbank –donde están los estudios-, decidimos salir con tiempo de sobra para no llegar tarde.
Las entradas las compramos directamente en la web de la Warner y nos costaron, con tasas y todo, $100 para los dos. El tour que hicimos se llama “VIP tour”; había otro, el “Deluxe tour”, pero se salía un poco de nuestro presupuesto. Lo hicimos en inglés, por cierto, aunque también sé que hay visitas en español. Para dejar el coche, no hay problema. Hay un parking justo enfrente de la entrada que cuesta $7. Total, que llegamos a los estudios de Burbank incluso antes de que se abriera el parking de visitantes. Recordad los exagerada que soy yo para el tema de los horarios…jijiji… ![]() Al cabo de un rato, ya vimos que había un par de coches más por los alrededores esperando para aparcar, y enseguida abrieron y pudimos dejar nuestro Tucson y encaminarnos a la entrada. Allí, como en casi todos los sitios en USA, estaba el típico arco detector de metales y el tipo de seguridad para entrar dentro del recinto, a la recepción, donde tendríamos que cambiar las entradas que habíamos impreso por internet, por las “verdaderas”, por así llamarlas. ![]() Pues una vez que teníamos las entradas, nos tocaba esperar un ratito a que comenzara el tour. Mientras tanto, aprovechamos que dentro de la recepción había un Starbucks para tomar ese deseado café y dar una vuelta por la tienda donde había todo tipo de merchandising de series y pelis de la Warner. A las 8:15 en punto, entramos por unas puertas que hay junto a la tienda que dan paso a una sala pequeñita de cine. Allí, una chica hizo una presentación acerca del contenido de tour y luego pusieron una peli cortita sobre la historia de los estudios. Una vez terminada la mini-peli, nos dividieron en dos grupos –en las entradas veis que nosotros estábamos en el A- y nos tocó con una chica que se llamaba Lisa. Estupenda guía, luego os voy contando… Pues nada, todos los del grupo A, seguimos a Lisa hacia el exterior del edificio –por donde habíamos entrado- y nos acomodamos en unos carritos como estos que hay en los campos de golf, pero para más personas. Creo que éramos en total como unos 10, más o menos. Este sería nuestro medio de transporte a lo largo de todo el tour. ¡Empezaba la aventura! ![]() Lo cierto es que en este capítulo, tampoco quiero contar demasiado, porque creo que para todos aquéllos que hagáis esta visita, las sorpresas que os podéis encontrar merece la pena no saberlas de antemano. Si no, no serían “sorpresa”, ¿verdad? En mi caso, cuando estaba organizando el viaje, decidí no leer aquellos capítulos de diarios de la gente que había hecho el tour por la Warner. Y creo que acerté al hacerlo así. Era una sorpresa tras otra y mereció la pena ir un poco “a ciegas”. En cualquier caso, os diré por alto alguna cosita. En primer lugar, Lisa –la guía- fue lo mejor de lo mejor. Explicaba todo genial, daba tiempo a hacer fotos (incluso ella nos hizo alguna en algún sitio muy especial para mí, por ser una fan de alguna serie que allí se rodó), hablé muchísimo con ella y me pareció fantástica, la verdad. ¡Y eso que solo llevaba trabajando allí desde mayo! Para los que os gusten las series de tv, veréis sitios muy conocidos: exteriores, sets de rodaje, … Y para los fans de las pelis, igual: coches que se utilizaron en ellas, fachadas de edificios que os sonarán muchísimo, objetos especiales de películas inolvidables,… También hay una última visita al museo que tienen allí, donde está totalmente prohibido hacer fotos –de hecho, hay que dejar las cámaras en los carritos-. AWESOME! Es la palabra que primero se me viene a la cabeza al recordar el museo… En fin, que si os gusta la televisión y el cine, como es nuestro caso, yo os recomiendo 100% esta visita. Para nosotros, mereció la pena y fue una mañana inolvidable. ¡Y todavía quedaba la tarde! ![]() Cuando recogimos el coche del parking, todavía con la sonrisa en la boca y “flipados” con todo lo que habíamos visto, pusimos rumbo a Universal Studios. Como veis, ese día iba “de cine y televisión”, como dice el título de la etapa. En esta ocasión, también compramos las entradas en la web, con un descuento de los Premium Outlet (hay que darse de alta). Eran válidas para dos días y, aunque solamente íbamos a estar esa tarde, nos salían más baratas de esta forma. Pagamos $69 cada uno. Al igual que en la Warner, antes de entrar, hay que pasar por la taquilla de los pases anuales –que queda a la izquierda de la entrada principal- y allí te dan ya el pase para los dos días. Pero bueno, antes de llegar a la entrada de los estudios, tuvimos que pasar por el City Walk. Os cuento: dejamos el coche en uno de los parkings que hay, donde nos asustamos de la cantidad de gente que había –luego, por suerte, en el parque no parecía que hubiese tanta- . Al salir del parking, vas a dar directamente al City Walk, que es una zona llena de restaurantes y tiendas, antes de llegar a la entrada principal del parque. Eran como las 11.30 de la mañana, pero como no habíamos desayunado, teníamos un poco de hambre. En ese momento, a mí me apetecía pizza –ya veis, a esa hora…- y parece ser que contagié a Sergio, así que encontramos un sitio donde pudimos saciar nuestro “apetito pizzero”. Jejeje… ¡ Qué ricas esas pizzas de pepperoni americanas! Mmmm…. Una vez hubimos comido, ya nos fuimos directamente hacia el parque, porque teníamos ganas de empezar la visita. En teoría íbamos a estar sólo hasta la hora de la comida porque a la tarde queríamos ir a Venice pero… la cosa se lió… jiji… ![]() ![]() ![]() En ese momento fue cuando cambiamos las entradas por el pase, lo que os contaba un poquito más arriba. Apenas si tuvimos que esperar cola. ¡Y menos mal que llevábamos la entradas, porque las colas para comprarlas allí sí que eran grandes! Chic@s, aquí, al igual que en el caso de la Warner, tampoco me gustaría contaros todo con demasiado detalle, para que lo viváis vosotr@s mism@s. Nosotros no es que seamos unos súper-fans de los parques de atracciones (nos gustan, pero tampoco morimos por ir), sin embargo, en este caso también creemos que acertamos 100% con esta visita. Nos encantó y , como os decía antes, nos entretuvimos tanto que cuando salimos de allí eran como las 8 de la tarde, con lo que ya no nos dio tiempo de ir a Venice. ¡Para la próxima! Os cuento un poco por encima cómo organizamos el día y, para nosotros, la atracciones que no podéis perderos. Lo primero que hicimos, sin entretenernos en ningún otro sitio, fue ir al “Studio Tour”. No miramos si era en español o inglés porque realmente no nos importaba. Nos pusimos a la cola y esperamos como unos 20 minutos, antes de poder subir en uno de los carritos que te lleva por los estudios. No es como en la Warner, aquí éramos un montón de gente y no puedes bajarte nunca del transporte. El tío que iba narrando las cosas –también había un vídeo que iba poniendo cosas de pelis y demás… ¡ojo con la cancioncita del final! Sergio y yo aún la seguimos cantando-, era muy simpático y te hacía la visita muy agradable. Pasas por varios decorados de pelis muy conocidas, y te van contando cosas increíbles sobre cómo se hicieron o anécdotas que se produjeron durante los rodajes. ¡No os cuento más! Bueno, solo una cosita… las gafas de 3D que te dan cuando estás en la cola… ¡son importantísimas! Jejeje… ¡Veréis a King Kong como nunca! En fin, no sigo que me lanzo y os lo cuento todo… Otras atracciones en las que subimos y, según nuestra opinión no debéis perderos: “Los Simpsons”, no me esperaba para nada lo que allí nos encontramos; fue en la que más tuvimos que esperar, pero la espera se hace amena porque te ponen capítulos de la serie. “Transformers”: os encontraréis en medio de la lucha entre “Autobots” y “Decepticons”; yo que me vi todas las pelis gracias a Sergio, me sentí en una de ellas. “La Momia”: es una montaña rusa, no digo más. “Parque Jurásico”: mejor que os haga un buen día para que podáis secaros al sol; en mi caso, a pesar de que hacía calorín, tuve que meterme en el baño a secarme un poco… jijiji… Esas son las más chulas en las que subimos. Aparte, vimos el espectáculo de “Waterworld”. Si llegáis con bastante tiempo, no tendréis problema en elegir sitio y, además, la espera se hace entretenida. Hasta ahí puedo leer… Pues con todo esto, como os digo, nos dio casi la hora de cerrar… ¡y no habíamos ni comido! Estábamos tan entretenidos y disfrutando tanto, que ni siquiera nos había entrado el hambre. Decidimos que era la hora de irse –antes de que nos echaran-, así que volvimos hacia el parking por el City Walk. Aquí a Sergio sí que le entró “la gusilla” y a mí lo único que me apetecían eran patatas fritas, así que paramos en una crepería donde yo me comí mis ansiadas fries (ese día parecía que estaba de antojo) y él se pidió un crêpe salado de pollo, queso y no sé qué más, que estaba riquísimo. No recuerdo el nombre del sitio, lo siento. Dimos un último paseo e hicimos las últimas compras en LA y fuimos a por el coche. Todavía nos quedaba reorganizar las maletas porque al día siguiente nos íbamos a Las Vegas; sería nuestro primer día de ruta, millas y coche… ![]() Etapas 4 a 6, total 18
Martes, 10 de septiembre de 2013. Madrugamos otra vez. Hoy hacíamos la primera ruta grande en coche: de Los Angeles a Las Vegas. Teníamos previsto varias paradas, pero por circunstancias que luego os contaré, no pudimos hacer todas las que queríamos. Aún así, el día fue espectacular y “pisamos” tres estados distintos: California, Arizona y Nevada. He de confesaros que en ningún momento conduje yo, siempre lo hice Sergio; y así fue durante TODO el viaje. Yo le preguntaba si quería que condujese yo, pero no quiso en ningún momento (tampoco las rutas eran demasiado pesadas porque, como os contaba al inicio del diario, preferíamos disfrutar más de las ciudades y no pasar mucho tiempo en carretera). ¡Es un campeón! Y, para seros sincera, yo encantada, porque no me gusta nada conducir…
![]() Pues nada, una vez listos y con las maletas ya preparadas, las metimos en el Tucson y ¡a correr! Ni siquiera nos hizo falta hacer check-out porque como ya habíamos pagado a la entrada, con dejar la llave de la habitación dentro y cerrar la puerta era suficiente. Así que nos despedimos del “Jerry’s Motel”, de LA y nos pusimos rumbo a Barstow, que era nuestra siguiente parada. ![]() Hasta allí hay como una hora y cuarto de viaje (115 millas, aproximadamente), que no se nos hizo muy pesado porque como era la primera vez que íbamos tanto rato en el coche… Además, íbamos recordando las historias que nos habían pasado en Los Angeles y echándolo un poquito de menos. Estamos de acuerdo en que nos quedaron, especialmente, dos cosas importantes que nos hubiera gustado hacer: subir al Observatorio Griffith por la noche, para poder usar los telescopios que tienen y ver las estrellas, y la otra es ir a la zona de Venice Beach y ver, aparte de la playa, sus famosos canales. Para otra vez, ¿no? Total, que cuando nos dimos cuenta, ya estábamos en Barstow. Ahora había que encontrar el “Walmart” un mega-hipermercado donde lo que íbamos buscando, en esencia, era la ya archifamosa y archiconocida por tod@s l@s forer@s neverita de viaje. Nos costó un ratito encontrarla, porque el sitio es enoooooorme, pero al cabo de un rato de dar vueltas, dimos con ella. Aún estuvimos bastante más tiempo allí, mirando cosas, buscando “avituallamiento” para el viaje,… En fin, que echamos más tiempo del que teníamos previsto y el hambre ya comenzaba a aparecer; pero no nos importaba porque sabíamos que la recompensa a nuestra espera para desayunar llegaría pronto. Jejeje… Sí chic@s, la siguiente parada era… ¡Peggy Sue’s! ¡Madre mía! Había leído muchísimo en el foro y sabía que el sitio era especial y muy chulo. Pero nuestras expectativas se vieron superadas absolutamente en todos los sentidos: lo original del sitio, la amabilidad de las chicas y la comida, of course!!! ![]() Allí estábamos, en medio de ningún sitio –porque la verdad es que alrededor hay más bien… nada- y con muchas ganas de entrar. En primer lugar, nos llamó la atención que no tienes que esperar a que nadie te siente (como suele ser habitual en casi todos los restaurantes de USA), sino que podíamos sentarnos donde nos diera la gana, tal y como decía este cartel: ![]() Decidimos dar una vuelta por el sitio antes de elegir nuestra mesa: nada más entrar, hay una barra y unas mesitas pegadas a la ventana, muy estilo años 50; un poquito más allá, otra sala un poquito más grande y cuadrada y, otro poquito más allá, una sala enorme, donde decidimos escoger nuestro sitio: pegaditos a las ventanas y a una máquina de discos antigua; aún así, todavía había otra sala más hacia adentro, que luego descubrí al ir al baño. ![]() Total, que nos sentamos –apenas había gente porque eran como las 10:30 de la mañana- y enseguida vino una camarera muy maja que nos puso el café y nos dejó las cartas para que escogiésemos, sin prisa, tomándonos nuestro tiempo, como nos dijo… ¿Y qué escoger? ¡Si con el hambre que teníamos nos apetecía todo! Al final nos decidimos por… lo siento, no me acuerdo de los nombres. Mejor os pongo una foto: ![]() El tiempo que estuvimos allí ni lo recuerdo, pero seguro que fue mucho más de lo que esperábamos. No porque tardasen en traernos la comida, sino porque comimos tranquilamente, charlando sobre lo bonito del sitio y disfrutando nuestros platos como si no fuésemos a comer durante el resto de nuestras vidas. ¡Jajaja! Y es que todavía hoy se me hace la boca agua pensando en las “curly fries”, que son patatas fritas pero rizadas… Mmmm… Cuando acabamos de comer, yo me dediqué un ratito a hacer fotos y aprovechamos también para ir al baño, que también son para verlos. ¡Chulísimos! Bueno, al menos el de chicas, que fue el que yo vi, claro. Pagamos, dejando una buena propina porque se lo merecían y, antes de poner rumbo a nuestra siguiente parada, todavía estuvimos un ratillo en la tienda que hay en el restaurante. Merece la pena, de verdad, chic@s. ¡Recomendado 100%! ![]() ![]() ![]() ![]() Y con el buen sabor de boca –nunca mejor dicho- del Peggy Sue’s, arrancamos rumbo a otra ciudad, en otro estado: Oatman, Arizona. Aquí ya se nos hizo un poco más largo el recorrido: son unas 160 millas más o menos y casi 3 horas de viaje. La mayor parte de las carreteras están genial y se va sin problema, pero para llegar allí… ¡madre mía! Yo no sé si es que el GPS nos metió por donde no era o qué, pero menuda carretera. En fin, lo importante, es que llegamos. ![]() Oatman es un pueblo pequeñísimo, pero muy especial. Estar allí es como estar en una peli del oeste. Si no me creéis, mirad estas fotos: ![]() ![]() Peeero… no sólo eso. Lo que lo hace más llamativo son sus “habitantes”: ¡los burros! Sí, sí, como leéis, el pueblo está lleno de burros que campan a sus anchas por todos lados. Si vais, cuidado con las bolsas de plástico, con las ventanillas del coche y con las coces. Jajaja… Yo sufrí un buen cabezazo de uno de ellos por no dejarle “echar un vistazo” a la bolsa que llevaba con unas cosinas que habíamos comprado. ¡Qué cabeza más dura tenía el tío! ![]() ![]() Después de nuestra experiencia con estos animalinos tan simpáticos (menos cuando se enfadan), nos pusimos en marcha hacia Kingman, donde se encuentra la famosa locomotora de Santa Fe, que queríamos ver. La ruta que nos llevaba hasta allí es de unas 30 millas y, en teoría, son como unos 50 minutos. Y digo “en teoría” porque parte de la carretera –especialmente durante los primeros kilómetros- y las vistas desde ella eran impresionantes, y paramos en alguna que otra ocasión para hacer fotos, por lo que lo que el tiempo que nos llevó llegar hasta allí aumentó considerablemente. ![]() ![]() De la que íbamos hacia allí, vimos alguna zona a nuestra derecha donde el cielo estaba poniéndose “un poco” negro… no tenía muy buena pinta, pero por el momento no nos caía ni una gota. Nuestro plan era ir a comer algo a otro sitio que se recomienda mucho en el foro: “Mr. D’z”, que está justo enfrente de la locomotora, y luego ir a verla. La primera parte del plan salió bien. La otra… no tanto. ![]() Nos costó un poquito llegar al restaurante porque no tenía la dirección exacta y no sé por qué motivo en el GPS no nos aparecía. Después de mucho buscar por el pueblo (bueno, mucho tampoco porque no es que sea muy grande) dimos con él. El sitio no es tan chulo y tan especial como el “Peggy Sue’s”, pero no está mal y la comida está bastante bien. Sergio, que tenía un poco más hambre que yo, se pidió un hot-dog y un batido y yo un trozo de cheesecake. ¡Una merienda de lo más saludable! ![]() ![]() ![]() Hubo un momento en el que yo fui al baño y cuando volví, vi que Sergio estaba haciendo una foto por la ventana, al coche. La foto es esta: ![]() Oops! Sí, lo cierto es que no tenía muy buena pinta el cielo, ¿verdad? ¡Y tanto! Al minuto de haber hecho la foto empezó a llover como si se tratase del diluvio universal. ¡Madre mía! ![]() Mirábamos por la ventana y allí estaba cayendo la de dios. Y lo que era peor: la carretera se iba inundando cada segundo que pasaba. ¿Pero y eso? ¿No había alcantarillas o qué? Había que salir de allí lo antes posible porque aquello se estaba convirtiendo en un verdadero río y a mí me daba pavor que nos viésemos envueltos en una de las “famosas” inundaciones que por allí se anunciaban cada dos por tres en la señales de carretera. Total, que pagamos a toda prisa y salimos de allí pitando. Mira que teníamos el coche cerca, bueno pues cuando llegamos a él, la mojadura era importante. Y lo que más me fastidió es que , aun teniendo al lado la locomotora, no pudimos ni hacernos una triste foto. ![]() Teníamos pensado hacer algunas paradas ante de llegar a la Presa Hoover (donde queríamos detenernos a verla sí o sí), pero viendo la hora que era, lo que llovía y demás, tuvimos que cambiar el plan e ir directamente a la presa, para poder llegar antes de que cerrasen. Nos quedaban por delante unas 100 millas hasta llegar allí, unas dos horas, así que… en marcha. Por suerte, solo nos llovió un poquito más mientras salíamos de Kingman, pero luego el cielo volvió a abrirse y tuvimos una ruta tranquila. Cuando llegamos a Hoover Dam estaba ya oscureciendo y teníamos miedo de que ya no nos dejaran entrar, pero vimos que se dirigía hacia allí un autobús de una empresa de tours de Las Vegas, por lo que supusimos que no habría problema. Llegamos a la zona de entrada y allí nos paró un policía simplemente para echar un vistazo al coche. Sin problema. Seguimos el camino hasta uno de los parkings que hay todavía en el estado de Arizona. Es chulo, porque simplemente con cruzar el puente, ya estás de nuevo en Nevada. Se nos había hecho de noche cerrada, pero aún así las vistas de la presa son espectaculares. ![]() ![]() Queríamos llegar a cruzar el puente completamente porque sólo habíamos hecho la mitad del camino, pero cuando nos estábamos aproximando casi al final, llegó un tío de seguridad o un policía, la verdad que como estaba oscuro no supe distinguirlo, y nos echó de allí sin contemplaciones. Le pedí permiso un minuto para sacar la última foto, pero el tío era un borde del carajo y me dijo que de eso nada, que ya estaban cerrando y que no se podía. ¡Madre mía! ¡Qué humor el chaval! Seguramente se acababa su turno y tendría ganas de irse pa’ su casa o algo porque vaya malas pulgas tenía. Bueno, al menos habíamos podido disfrutar de las vistas de la presa, una verdadera obra de ingeniería; estaría bien, para otra ocasión, poder hacer la visita guiada. Tomamos nota. Nuestro día casi había terminado ya. Sólo nos faltaba llegar a Las Vegas. ¡Otra vez! ¡No me podía creer que en apenas 40 minutos volviésemos a estar en la ciudad! Y esta vez iba a ser muy especial ¿verdad?: llegábamos de noche y en nuestro propio coche… La otra vez que habíamos estado, llegamos a medio día y en taxi… Quiet different! ¡Y vaya si lo fue! De la que íbamos en el coche, lo cierto es que veíamos algún que otro hotel-casino pequeñito que hacía que la oscura carretera “brillara” un poquito. Pero al ir acercándonos… wow!!!! Todavía tengo grabada en mi retina la imagen que vi al dar una curva y, en la distancia, ver Las Vegas. Era como una estrella en medio de la nada. Increíble experiencia, chic@s; una de las imágenes más bonitas que conservo de estas vacaciones y, en general, de cualquier otro viaje. Y ya, una vez en el “meollo”… uff! No words! El tráfico, el ruido, las luces,… Mira que estábamos cansados del viaje, pero mereció la pena totalmente. ![]() Directamente nos dirigimos a nuestro hotel: el Bellagio. Como ya os comenté, ya habíamos estado en él en nuestro anterior viaje y lo de quedarnos de nuevo allí fue decisión de Sergio. De hecho, fue de las pocas decisiones que tomó él…jijiji… Y lo cierto es que yo estaba totalmente de acuerdo con él, para qué engañarnos. ¡Me chifla! El servicio es excepcional, la atención inmejorable, las habitaciones gigantescas,… en fin, que es una maravilla hospedarse aquí. Este quizás fue nuestro capricho del viaje. ![]() ![]() ![]() Total, que al llegar fuimos directamente al valet parking, porque como llevábamos las maletas no queríamos andar con ellas p’atrás y p’alante. Nos quedamos con mi bolsa de mano y el trolley chiquitín y el resto se lo dejamos al door man, que luego nos las subiría a la habitación- Hicimos el check-in en un santiamén porque a esa hora no había mucha gente. Todo correcto, según nuestra reserva; nos dieron las llaves junto con un mapita chiquitín del hotel (que es in-men-so) y cruzamos todo el casino para llegar a los ascensores de huéspedes, esquivando a un montonazo de gente que estaba por allí jugando: ambiente de Vegas! Jejeje… A la entrada de los ascensores –hay 12, si no recuerdo mal- siempre hay un tío de seguridad al que le tienes que enseñar la llave, para evitar que a la zona de las habitaciones suba gente que no está hospedada allí. La verdad es que estábamos muertos y lo único que queríamos era llegar a nuestra habitación, darnos una ducha e irnos a dormir. ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 18
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