Por las escaleras de PERÚ ✏️ Blogs de PeruLima, Cusco, Machu Pichu, Valle Sagrado. Corazón del imperio inca. Nunca en mi vida había subido y bajado tantas escaleras. Y deliciosas comidas peruanas para reponerme.Autor: Meha Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (27 Votos) Índice del Diario: Por las escaleras de PERÚ
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Etapas 4 a 6, total 8
Desde el hotel oía durante toda la noche el sonido del río. Parecía que estaba diluviando, pero era el rugido del río.
A las 5:30 me despiertan otros turistas que ya se han levantado. Aquí la vida empieza muy temprano. A las 6 ya estoy desayunando y empieza a lloviznar. Las nubes están bajas y la visibilidad es escasa. A las 7 me monto en el bus para subir de Aguascalientes a Machu Pichu, que, en 25 minutos, asciende la empinada ladera cubierta de selva, por una pista de tierra en zigzag. A pesar de la niebla, ya empiezo a intuir la magnitud paisajística del entorno. Me he disfrazado de impermeable de pies a cabeza. No pienso dejar que la lluvia me estropee el día!! Dejo la mochila en la consigna, asegurándome de llevar batería y tarjeta de repuesto para la cámara. ¡No vaya a ser que se me estropee justo aquí! Y unas barritas de cereales en el bolsillo, que serán mi avituallamiento cuando lo pida el cuerpo. A las 7:45 me espera Beto, el guía que he contratado en el hotel para hacer un tour guiado en grupo. A esta hora, la entrada a Machu Pichu es un caos. La gente se agolpa a la espera de formar los grupos para los tours guiados que comienzan a la misma hora. Tras unos 5 minutos subiendo por unas escaleras, llego a la terraza-mirador desde la que se contempla la imagen más conocida de Machu Pichu, la que todo el mundo que lo ha visitado enseña a sus amigos, la que todos colocan en su facebook. Inmerso en la niebla, el guía nos explica la historia de la ciudadela, de su abandono por los incas, de los miles de kilómetros de caminos incas que surcan las montañas, de la conquista española del Perú, del hallazgo de Machu Pichu por parte de HiranBinghan el 24 de junio de 1911. Cuando él llegó, se encontró a varias familias viviendo en Machu Pichu, y cultivando en sus terrazas. Un niño, Pablito, fue quién guió a HiranBinghan………se le considera el primer guía del Machu Pichu……….ahora hay muchos más! El tiempo nos está jugando una faena, Pero sólo se trata de tener un poco de paciencia, y de soplar todos en la misma dirección. Aquí la inestabilidad es continua, y al avanzar la mañana, suele abrirse el cielo. Pero, MachuPichu es mucho más que esta foto, es adentrarse en las entrañas del imperio incaico. Y también es mucho más que las ruinas de la ciudadela. Es un enclave maravilloso entre la selva y las montañas, es un paisaje que deja con la boca abierta……bueno, más bien con los ojos como platos. ¡¡¡Uno no se hace idea con las fotos!!!...........Me sorprende todo el entorno, las montañas que lo rodean y que no caben en las fotos, unas montañas de pendientes vertiginosas cubiertas de la selva alta. Sólo visitándolo se puede palpar su magnitud, su misterio, y que es diferente a cada instante, con esas nubes tan vivas, en continuo movimiento. ¡Un minuto nunca es igual al anterior! Bajamos unas escaleras, pasamos la Puerta del Pueblo, y entramos en la ciudadela. La ciudadela está repartida en varios sectores. La zona agrícola, con sus terrazas y graneros en la parte alta, con mejor ventilación. La zona urbana, que comprende edificaciones destinadas a viviendas y templos para culto. La zona de las canteras era el área de trabajo de la piedra granítica utilizada en las construcciones. Son muy visibles las características de las construcciones incaicas. Los muros trapezoidales, que favorecen la estabilidad. Las ventanas cerradas contra los terremotos, que interfieren las ondas sísmicas. Al ver fotos, siempre me ha llamado la atención la falta absoluta de techos en las construcciones. Era una ciudad del siglo XVI, relativamente nueva comparado con Europa, y, sin embargo, recuerda más a los castros que a una ciudad de la edad media. Pero, claro, es que los techos eran de madera cubiertos de paja, lo que requería reponerlos cada 3 años. La ciudad tiene su propio sistema de drenaje, por lo que nunca se inunda, ni en la época de lluvias torrenciales. Y su canal de suministro de agua desde un manantial en la montaña……..¡una obra de ingeniería hidráulica! Nos detenemos en la Plaza Sagrada, para observar el Templo Principal y el Templo de las 3 ventanas, con enorme simbología hacia los elementos de la cosmología andinay la fusión de símbolos reales con espirituales: El mundo de arriba (mundo espiritual), el mundo del medio (la tierra, lo mundano) y el mundo de abajo (la vida interior). En la parte más alta de la ciudadela alcanzamos el Intihuatana, el reloj solar y lugar de culto al Sol, el punto de recarga de energía. Continuamos la visita, parando en edificios civiles y en templos, y apreciando las diferencias en las construcciones, con acabados más perfeccionados en edificaciones nobles. En el Templo del Cóndor observamos cómo se aprecia la figura de un cóndor con las alas abiertas. Y …………….. ya me he cansado de ir con el grupo, no me ha gustado nada la visita guiada. Varios grupos coinciden en horario entorpeciéndose unos a otros. Yo me voy al Huayna Pichu, el Pico Joven.He tenido que comprar la entrada hace varios días, por internet, ya que sólo se permite el acceso a 400 personas al día, 200 a las 7 am y otras 200 a las 10 am. Afortunadamente, el cielo ha ido abriendo. Me temo que los que subieron en el primer turno no han podido ver mucho. En media hora asciendo la vertiginosa pendiente, escalón tras escalón. Casi todos suben mucho más lentos, yo ya tengo ganas de llegar arriba para ver las vistas, ahora que ha ido abriendo el cielo. Desde lo alto del HuaynaPichu, las vistas son, simplemente, ¡Maravillosas!! La ciudadela queda abajo. Veo volar algún cóndor por debajo del Pico Joven. Todas las montañas de alrededor cubiertas por la selva, y entre las nubes…………..¡esto sí que me encanta! Las terrazas agrícolas, las grandes rocas, cualquier lugar en la cima se convierte en el mejor mirador. Aquí sí que percibo yo mucha más energía que en los apretones de la ciudadela. Mucho más que lo que se puede ver en las fotos. .........La verticalidad y redondez de las montañas. .........La profundidad del vallecito por donde serpentea el río, ¡allá tan abajo! La subida no ha sido complicada, pues, aunque pendiente, es corta. La bajada es de vértigo, los escalones parecen no terminarse nunca. Una vez que regreso a la ciudadela, me dedico a recorrerla a mi aire, que me da muchas más satisfacciones que con el grupo. El Templo del Sol destaca por su forma circular, frente al resto de construcciones rectangulares. En la gruta natural de su interior observo unas inscripciones grabadas que demuestran que Hiran Binghan no fue, en realidad, el descubridor de Machu Pichu, aunque sí quién lo dio a conocer al mundo. Me siento en la explanada, en un punto con excelentes vistas, a mirar y a pensar “¡qué fantástico!, pero a quién se le habrá ocurrido venirse a vivir aquí!”. Un guarda del parque se me acerca………”Buen lugar, eh!” Pues sí, sí que lo es. Me honra con su conversación durante un buen rato, transmitiéndome el punto de vista de alguien que permanece aquí como parte de su día a día. Todavía me quedo un buen rato más recorriendo calles, terrazas y edificios de la ciudadela, entre su especial verdor. Una alfombra de un césped perfectamente cuidado. Me comentaron que ir hasta el puente inca no merece la pena, pero sí al Intipunku. Llegar al Intipunku me lleva otra media hora por el camino inca, un sendero empedrado que termina convirtiéndose en escaleras, y me conduce a otro lugar de simbolismo astrológico y culto al sol, pues en cada solsticio, los rayos de sol penetran por las ventanas. El Intipunku es el punto donde quienes hacen el famoso trekking del camino inca ven por primera vez el Machu Pichu. Veo llegar a un grupo de 3 caminantes, que se emocionan de verdad. Desde aquí, las vistas son espectaculares, y queda incluso más alto que el Huayna Pichu. Me queda regresar a Machu Pichu para unas últimas imágenes de despedida. Al caer la tarde, sólo se quedan sus habitantes permanentes, ¡¡el mejor cortacésped!!. Las llamas se encargan de mantener la hierba a raya, mucho mejor que las docenas de jardineros que, en otro caso, serían necesarios. He pasado nueve horas en Machu Pichu, y me da pena marcharme. Me gusta más por la tarde que por la mañana. ¡¡Me ha encantado cumplir años aquí!! Me marcho con la impresión de haber vivido unos momentos irrepetibles, donde las nieblas son tan caprichosas que hacen que el paisaje siempre sea diferente y nunca se vuelva a repetir exactamente igual. Después de tanto caminar, parecía ridículo bajar en bus a Aguascalientes. Ya que estamos a ello, bajo andando por las escaleritas entre la selva, que acortan mucha distancia frente al zig-zag que dibujan los autobuses. Es un sendero precioso, que permite un contacto más íntimo con la exuberante vegetación de esta selva alta y húmeda, y en el que, de vez en cuando, se asoman las montañas. Porque se trata de un espacio con una enorme biodiversidad natural: multitud de especies de orquídeas, bromelias, y otras flores destacan sobre los múltiples tonos de verdes. El último tramo discurre al lado del río Urubamba, que desagua sus aguas en el Amazonas y termina su vida en el Atlántico, tan lejano desde aquí. El río sonoro y revuelto, que los incas consideraban el reflejo de la Vía Láctea en la tierra. La subida al mirador del Putucusi me quedó pendiente. A esta montaña frente a Machu Pichu se sube desde Aguascalientes por un sendero más complicado, con escaleras de gato, por lo que es muy poco frecuentado. Permite una vista mucho menos conocida de la ciudadela. Tren a Ollantaytambo, donde pasaré la noche. Merienda durante el trayecto. Hotel en Ollantaytambo: Hotel Sauce Restaurante en Ollantaytambo: Oryshas. Etapas 4 a 6, total 8
Me despierto con un sol reluciente, iluminando las ruinas de Ollantaytambo. Poco va a durar el sol, pues se van acercando nubes amenazantes. Un desayuno potente, como siempre: huevos revueltos, pan, queso, mermelada, fruta, zumo, yogur, café con leche….….Una pareja de limeños me invita a sentarme a su mesa para no desayunar sola. Son unos enamorados de la zona, a donde se escapan siempre que pueden, y la conocen a fondo, así que me dan buenos consejos. Lástima que no tendré tiempo para visitar muchos de los sitios que me comentan.
Estamos a 80 km de Cusco y a 2800 m de altitud, en un extremo del Valle Sagrado de los incas. A primera hora me voy a visitar las ruinas incas al lado del pueblo (entrada incluida en el boleto turístico). No quiero guía……¡me aburren! Prefiero recorrerlas a mi aire, en mi ignorancia, pero sin apretones. No me importa no enterarme del todo de su historia, porque disfruto más mirando y parando donde me llame la atención. Las historietas que cuentan los guías sobre los beneficios de la coca, la quinua, la pachamama, la vida de los incas, la conquista, etc, etc., me resultan repetitivas, es algo que ya tengo muy asimilado. Grandes terrazas se integran en la ladera de la montaña. Subo las escaleras para llegar a la zona alta y alcanzar el Templo del Sol, un lugar donde recargar energía. Enormes rocas de granito rosa traídas de una cantera de la montaña de enfrente, rompen la homogeneidad de la piedra usada en el resto de las construcciones. Esta ciudad, fundada por el Inca Pachacútec, fue una fortaleza de importante resistencia contra la conquista española. De la parte alta del recinto parte un sendero que sigo hasta llegar al Incahuatana, una construcción que fue usada como cárcel, y en la que no existen ventanas hacia la salida del sol, ya que, contemplar el amanecer era un honor que no se permitía a los presos. Desde aquí, las vistas son privilegiadas, diviso 3 valles: el Sagrado del Urubamba, el del Vilcanota, y el del Patachanka.Todavía continúo subiendo un poco más para conseguir mejores vistas, hasta 3050 m de altitud, donde veo que el sendero se vuelve peligroso y no hay nadie alrededor. De nuevo en las ruinas, me siento a contemplar el panorama. Francisco es un guarda del recinto que me honra con su compañía, sentándose a mi lado y charlando durante un buen rato, sobre el devenir de la historia de este lugar y de Perú en general. “¿Cómo es España?”, me pregunta……….algo que recurrentemente me preguntaban muchos peruanos. “Es más pequeña que Perú, ni siquiera la mitad en tamaño”………..”No me lo puedo creer, si es la madre patria, si era un imperio poderoso”………..Y le voy explicando mi punto de vista sobre la diversidad de España, forma de vida, paisajes, …… Me vuelvo a encontrar con los franceses con quienes compartí taxi de Maras a Ollantaytambo, y que al día siguiente me encontré en Machu Pichu, y después cenando en Ollantaytambo. Cada vez que nos encontramos, vamos ganando confianza y nuestras conversaciones son más largas. Prosigo la visita por las terrazas, hasta que desciendo a las ruinas inferiores. En la Plaza Manyaraque destaca el Templo del Agua y las fuentes que rinden culto al agua. Todavía me quedan ganas de subir hasta los graneros incaicos, en una ladera frente a las ruinas principales. La subida es pronunciada y resbaladiza, ya que se ha puesto a lloviznar. En la subida conozco a Pier, un suizo que me invita a cenar en Cusco por la noche, aunque no puedo asegurarle llegar a tiempo para la hora propuesta. Todavía me quedan muchos planes y el día terminará tarde! Desde los graneros tengo las mejores vistas hacia el conjunto arqueológico. Pasear por Ollantaytambo es un placer. Sus estrechas calles empedradas conservan el trazado incaico, con sus canales de agua en el suelo, sus altos muros de piedra bordeando las casas, y con bonitos patios interiores. Recojo la mochila en el hotel porque mi siguiente destino será Pisac, en el otro extremo del Valle Sagrado. Para llegar hasta allí, tomo una combi hasta Urubamba, justo a tiempo de librarme de un intenso aguacero. En el interior de la combi me encuentro entre un grupo de pasajeros de lo más variopinto: algunos peruanos vestidos con sus trajes tradicionales, otros con ropa occidental, pocos turistas. En la Terminal de Urubamba, tengo que esperar un rato por el autobús a Pisac, que aprovecho para tomar un tentempié. De Urubamba a Pisac se suceden los campos de choclo en este valle sagrado rodeado por cerros de pronunciadas pendientes. Los incas pensaban que el recorrido del río Urubamba por el valle iba siguiendo el curso de la Vía Láctea, que tenía una conexión con el cielo, y por ello, lo consideraban sagrado. El bus se va llenando cada vez más, ya cuesta respirar. Un autobús que no es precisamente último modelo, en el que se suben y bajan vendedores ambulantes en cada pueblo, ofreciendo sus productos: chicha casera, gelatina, choclo……….Una experiencia un tanto pintoresca, aunque……….después de haber estado en Bolivia, esto es civilización absoluta. Pisac se viste de colorido cada domingo con su mercado indígena. Tejidos, cerámicas, comida, en multitud de puestecillos colocados en la plaza del mercado. Es también una buena ocasión para mezclarse con indígenas de diversas comunidades, ataviados con vistosas vestimentas. Sus calles en cuadrícula recuerdan su pasado colonial. Los españoles trazaron el nuevo pueblo en la parte baja, en el valle. El parque arqueológico corresponde a la antigua ciudad inca, el poblado prehispánico, construido en las laderas de las montañas, a 9 km del pueblo actual y a unos cuantos metros más de altura. Para visitarlo, localizo un taxi (tarea difícil en un domingo de mercado), que por 22 soles me lleva a la parte más alta del complejo (entrada incluida en boleto turístico). Al igual que en todos estos recintos, se pueden contemplar restos de edificios civiles, militares, religiosos, agrícolas, además de terrazas de cultivo………………. y un antiguo cementerio inca de gran tamaño, que fue saqueado por los conquistadores. Como no, también tiene su Palacio imperial, y sus centros ceremoniales con el Templo del Sol, de la Luna, del Agua, que a estas alturas, ya diferencio perfectamente del resto de construcciones. Bajar la sucesión de cientos de escaleras hasta llegar a Pisac me parece interminable. En cualquier caso, el paisaje es sensacional, merece la pena bajar andando por este decorado natural formado por las ruinas colgadas de la montaña sobre el valle del Urubamba. En Pisac, al borde de la carretera espero encontrar un transporte para ir a Cusco, al igual que otras personas que también esperan. Las únicas turistas somos Claire y yo, haciéndonos compañía. Claire, se vino de viaje a Perú por 2 semanas, y ya lleva 2 meses…...(me acuerdo del amigo Monti). Bajamos juntas de las ruinas, con su guía, que me ayudó a no tomar un camino equivocado (estuve a punto). Nos subimos a una furgoneta, ya anocheciendo. Cuento hasta 20 personas allí embutidas, no cabe ni un alfiler. ¡Qué va! Jajaja, si es que los coches peruanos han descubierto 2 formas de estirarse como chicles. La primera es que se puede viajar de pie. La segunda es que tienen 2 pisos……….unos sobre otros…………. Va entrando más gente en diversas paradas por el camino. Ya no sé cuántos estamos allí dentro. De repente, me encuentro con un niño en mis brazos, que se me va escurriendo en cada curva, pero él no se queja ni lo más mínimo. La furgoneta nos deja lejos del centro de Cusco, pero Claire me ayuda a orientarme y regresamos juntas hasta la Plaza de Armas. Hotel en Cusco: Maytaq Restaurante en Cusco: Incanto Etapas 4 a 6, total 8
Para recorrer el valle del sur de Cusco decido contratar un taxi e ir a mi aire. Ya me llegó viajar ayer en transporte público, está bien vivir la experiencia, pero……… no me apetece repetir.
El taxi me recoge en el hotel y en una media hora llegamos a las ruinas de Tipón. Estos restos incaicos son fundamentalmente agrícolas, con amplias terrazas y almacenes para conservación de los productos de las cosechas. Destaca el sistema de riego, mediante canales que recogen el agua de los nevados y nunca se secan. Muy relacionado con el culto al agua. Rubén, mi taxista de 25 años, me acompaña recorriendo los caminos. La red de senderos incaicos es increíble, un gran trabajo, piedra a piedra, escalón a escalón, cruzando montañas y valles. Aquí, también hay caminos que recorren la zona y permiten subir hasta lo alto de la montaña. Estos incas siempre buscaban unos lugares con unas vistas!!.........en este caso, hacia el Valle del Vilcanota. Es el mismo río que el Urubamba, que cambia de nombre en el valle sagrado. Y colgado de la ladera, y en el punto con mejores vistas, está precisamente el lugar de descanso del Inka. No nos ha requerido mucho tiempo. Es un recinto pequeño comparado con Pisac y Ollantaytambo, pero el paseo es agradable. No hay nadie, sólo un perro que nos ladra cada vez que nos acercamos. Nuestro próximo destino son las ruinas de Pikillacta, a 30 km de Cuzco y 3350 m de altura. Más antiguas que las anteriores, ya que pertenecían a la comunidad Wari, que llegaron a esta zona, en torno al siglo VII, mucho anteriores al imperio inca. Por eso, las diferencias son claras respecto a las ruinas incas. En una tierra rojiza, los muros van a juego con el entorno. Recorremos grandes avenidas entre paredes de piedra roja. Realmente me sorprende la magnitud de esta antigua ciudad, era enormes...........y su abandono, completamente destruida. Las montañas de los alrededores, de diferentes colores, de notorio origen volcánico, son el escenario perfecto para este agradable paseo. Los grupos organizados visitan este lugar más temprano, por la mañana. Por eso, ahora respiramos un aire de ciudad completamente abandonada y solitaria. Los motivos del abandono de la ciudad no se conocen. Algunas teorías sostienen que fue saqueada por los incas en busca de oro. Otros creen que fue abandonada voluntariamente, mientras que otros no se aventuran a apostar por ninguna hipótesis. Rubén y yo conversamos. Me explica la historia de Pikillacta. Aunque ha estudiado, me comenta que gana más dinero como taxista, y además le gusta conocer gente de distintos países.Y de nuevo, la pregunta repetida………….”¿Cómo es España?” Intercambiamos impresiones sobre tradiciones, comidas, paisajes, costumbres,…… buscando similitudes y diferencias entre Perú y España. Se sorprende de muchas de mis explicaciones, y por ejemplo, no se creía que en España hablamos diferentes idiomas. Ellos siempre sienten preocupación por mantener su idioma quechua. Seguimos la excursión con una visita a la laguna de Huacarpay, en un bonito entorno, un humedal que refugia a una buena diversidad de aves, algunas endémicas o en peligro de extinción. Aunque, no pudimos quedarnos mucho tiempo porque empezaba a llover. Y de aquí regresamos a Cusco, aproximadamente a 45 minutos de distancia por una buena carretera asfaltada, aunque de tráfico lento e intenso, al tratarse de la única vía de comunicación hacia el sur, ya que ésta es la carretera que lleva a Puno, al borde del lago Titicaca, y después sigue a Bolivia. Nota: Aunque he construido una etapa separada, esta excursión requiere sólo medio día. Etapas 4 a 6, total 8
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