Salimos del hotel, llovía suave y a ratos, eran sobre las 13:00 h, quedaba mucho día por delante y nos habíamos planteado un paseo a pie para hacernos una idea general.
Apenas cinco minutos caminando y encontramos el British Museum. Pasamos ante su imponente fachada pero su visita la reservábamos para días después.
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Seguimos andando, pasamos junto las primeros pubs que avistamos y que prometían muy buenos ratos venideros (y que ciertamente, vinieron

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Y entramos en Covent Garden, un antiguo mercado cubierto que hoy alberga tiendas, restaurantes y mercadillos. Había mucha animación en sus tiendas y terrazas y como llovía, un artista callejero ofrecía su función bajo techado ante numerosos espectadores.
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Un cuarteto de cuerda integrado por jóvenes músicos interpretaba maravillosamente el Canon y Giga de Pachelbel, la Primavera de Vivaldi... poniendo una perfecta banda sonora a la visita.
Al ser lunes, en el Apple Market de Covent Garden había diversos puestos de vistosas antigüedades. En Jubilee Market en cambio, había algo más de morralla y se mezclaban antiguedades con bisutería, juguetes viejos, fósiles, trastos, posters, artesanía....
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Tras curiosear un ratito, nos fuimos hasta Trafalgar Square. Plaza histórica. Atiborrada de gente paseando, sacándose fotos o yendo y viniendo de la National Gallery, que está allí mismo. Nos paramos a sacar unas cuantas fotos y pensamos que era un buen momento para sentarnos en un banco de la plaza y comernos los bocadillos que traíamos preparados para este primer día.
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La gente subía y bajaba a los pedestales de los enormes leones que rodean la altísima columna en memoria del Almirante Nelson que nos contemplaba a todos desde 52 metros de altura. Bonita plaza, la iglesia de St Martin in the Fields y la Canada House son algunos de los edificios que la flanquean.
Y reparamos, de repente, en que allá a lo lejos se divisaba el símbolo londinense por excelencia (con permiso del Tower Bridge), el Big Ben. Se siente ilusión al verlo.
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Acabados los bocatas, nos pusimos en marcha de nuevo, rumbo al Big Ben. Bajando a mano derecha vimos el Admiralty Arch, tres arcos monumentales que si se atraviesan te situan en el Pall Mall (gran avenida arbolada) y te llevan derechito hasta la casa de Isabelita, el Buckingham Palace.
National Gallerie y Admiralty Arch
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Pero no era ese nuestro rumbo, así que continuamos caminando por la bonita y monumental calle de Whitehall. Vimos que bastante gente se arremolinaba en la acera. A medida que nos acercamos observamos que había guardias reales a caballo haciendo guardia y la gente aprovechaba para sacarse fotos junto a ellos.
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Hicimos lo propio y posamos junto a guardias y caballos y al ver que la gente no se marchaba, sospechamos que algo iba a pasar, y así fué. Justo en ese momento, las 16:00 se procede a la Horse Guards Parade o momento en que se cambia la guardia y los caballos regresan a sus cuadras. No es muy espectacular, pero no se acumula tanta gente como en el cambio de guardia de Buckingham y es muy fácil pillar un buen sitio.
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Vista la ceremonia, seguimos en dirección al Támesis, pasamos junto al nº 10 de Downing Street o mejor dicho, junto a la verja que protege dicho enclave y que como sabreis, es la residencia oficial del primer ministro británico. Serios policias armados hasta los dientes montan guardia.
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Llegamos junto al Big Ben y las Casas del Parlamento, también desde allí atisbamos un poco la Abadía de Westminster, pero no fuimos en esa dirección y atravesamos el Westminster Bridge.
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A nuestra izquierda quedaba el London Eye, la colosal noria propiedad de la British Airways, que giraba muy parsimoniosamente (dicen que tarda unos 30 minutos en dar una vuelta). Al llegar al otro lado del puente, caminamos hacia la noria, pasamos junto al County Hall, que alberga, entre otras cosas, un acuario y un museo en torno a la obra de Salvador Dalí.
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Desde los alrededores de la noria, la vista del Big Ben y de las casas del Parlamento resulta tan espectacular como desde la otra margen del rio.
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Por la zona de la noria hay mucho movimiento, artistas callejeros, mimos... Atravesamos de nuevo el Támesis, ahora sobre el Golden Jubilee Bridge (un puenta más bien feo y por el que pasan vías de tren que salen de la estación que está allí mismo) y llegamos poco a poco hasta la locura de Picadilly Circus. Tremendo el tráfico de peatones y de vehículos. Es una zona mareante y muy activa.
En torno a la estatua de Eros, en la escalinata, siempre hay mucha gente, sentada, sacándose fotos o pasando el rato, viendo o dejándose ver. Y tras la estatua de Eros, la enseña de Picadilly, los mundialmente archiconocidos anuncios luminosos.
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En el mismo Picadilly está Lillywhites, una tienda de deportes de seis pisos de altura, que pertenece a la cadena Sport Direct. Entramos a dar un vistazo y, tal y como nos habían dicho, vimos que tenía unos precios estupendos (sinceramente, tienda muy recomendable). Procurad ir a esta tienda a primera o a ultima hora (abre hasta las 22:00 h), de otra manera es una auténtica locura de gente. Ví unas zapatillas deportivas de una conocida marca americana que me encantaron y a muy buen precio, pero pensé que era demasiado pronto para empezar con las compras.
Picadilly Circus y Burlington Arcade
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Salimos de Lillywhites y nos fuimos hacia Picadilly Street, a curiosear por sus comercios. Entramos en la Burlington Arcade pero no nos gustó en demasía. Es una calle o galería comercial custodiada por unos vigilantes con chistera. Hay más galerías del estilo por la zona, pero no son nada especial (al menos para nuestro gusto).
Por esa zona nos llamó la atención la fachada y los insólitos escaparates de un edificio (merece la pena ir a ver los escaparates, de verdad). Se trataba de Fortnun & Mason, unos lujosísimos y tricentenarios grandes almacenes cuyos dependientes, manteniendo la tradición, aún hoy en día van de frac. En las primeras plantas vimos productos alimenticios, ropa de hogar.... Todo como muy lujoso. El reloj de la fachada se abre cada hora dando paso a dos figuras.
Tras curiosear a gusto salimos de allí y paseando, paseando llegamos a Chinatown, pequeño enclave (apenas las calles Gerrard y Lisle) con mucho colmado y restaurante chino. No hay gran cosa que ver, salvo las puertas chinas de entrada a la zona y los citados restaurantes y tiendas.
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En Totenham Court Road decidimos que era el momento de dar un reposo al cuerpo y al espíritu y de conocer otro aspecto fundamental de la vida londinense: los pubs. Por fin!!
Ardua decisión la de elegir una cerveza en un pub. Cada pub suele ofrecer en torno a 10 grifos de distintas cervezas (a veces menos a veces más), no es sencilla la elección.
Abramos un breve capítulo explicativo sobre el tema:
Normalmente las innumerables cañas de los pubs sirven tres tipos de cerveza: ale, lager y stout.
Las ales son cervezas con muy poco gas y que no se sirven nada frías, más bien tibias.
Las lager son cervezas más parecidas a las que estamos acostumbrados por aquí (con gas y frías).
Y por último las stout, que serían las cervezas negras.
Se toman normalmente en pintas, que era lo que pedíamos nosotros, más de medio litro en una pinta, casi 600 ml, según nos indicó el índice de algún vaso (o sea, lo que en Bilbao llamamos zurito o corto de cerveza



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En ese primer pub pedí, por probar la ale, una London Pride. No estaba mal, pero poco tiene que ver con lo que estamos acostumbrados. De las que probamos en días sucesivos nos gustó mucho Samuel Smith tanto ale como laguer . Recordad el nombre.
La oferta en los pubs es infinita y auna cervezas inglesas con las de importación: Stella Artois, Guiness, la checa Staropramen, Young, Fosters, la alemana Erdinger, Old Rosie y así hasta casi el infinito.
Cenamos en un pub y un par de pintas más me animaron a regresar a Lillywhites y comprarme las zapatillas deportivas que había visto antes

Dimos otro paseo por los alrededores de Picadilly y nos fuimos caminando tranquilamente hasta el hotel (a unos 15 minutos de Picadilly circus).