“Que yo no voy a Londres! Y he dicho que no y es que no! Mil veces no!”
Contundente, tajante y resolutivo que es uno!!….Y a pesar de todo… fuí.
No me atraía esa ciudad gris y húmeda. No me llamaban sus museos, plazas y monumentos. Y no me atraía, sobre todo, porque estaba llena de ingleses. Ah… los ingleses!..... Esos seres a los que yo dividía en dos grandes grupos. Mi estereotípica clasificación agrupaba por un lado a los estirados y flemáticos británicos de traje gris o imposible pamela de flores (según género) que te miran con suficiencia y altivez por encima del hombro. Y por otro lado, esos sonrosados y ruidosos elementos con los que había topado más de una vez en destinos playeros, generalmente en torno al Mediterraneo, muy amigos de las libaciones extremas y las malas formas. Y lo cierto es que ni con unos ni con otros me apetecía compartir mis días de asueto.
Las virtudes de mi pequeña Canon permiten hacer fotos como ésta
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Pero la verdad es que la cuasi equiparación con el euro que ha sufrido la libra en los últimos tiempos me incitaba a pensar que “ahora o nunca” y por otro lado, los amigos que regresaban de conocer la ciudad no hablaban de ella sino maravillas. Volvían encantados con sus pubs, sus emblemáticos monumentos, la animación de sus calles, los incontables mercadillos, su historia, sus tradiciones… hasta volvían encantados de que estos enrevesados tipos condujesen en sentido contrario

El gris y el rojo, los colores de Londres. Cielo y pavimento gris. Rojas cabinas, buzones y buses
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Lo primero era buscar un alojamiento céntrico y decente. Consulté el hilo al respecto en “los viajeros” y también me pasé por una agencia de viajes para pedir un folleto. No sé porqué, pero me llamó la atención en este folleto un pequeño hotel, el Bedford. No estaba nada mal de precio y sobre el mapa, parecía tener una ubicación privilegiada, al ladito mismo del British Museum. En nuestro foro no había muchas referencias sobre él, muy poca cosa, pero en tripadvisor lo calificaban de limpio, adecuado y sobre todo, muy céntrico. Así que, sin pensarlo mucho más y tras plantear en el hilo de alojamiento en Londres la cuestión y recibir por parte de un amable viajero (gracias, Mak!) la confirmación de que la zona era muy buena, nos animamos a reservar el hotel a través de la web de edreams que nos proporcionaba el mejor precio que vimos entre diferentes buscadores. Nos salio a 83 euros por noche, habitación doble y desayuno.
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El avión fué menos complicado. Evidentemente queríamos vuelo directo y cogimos en la web de Easyjet un Bilbao – Stansted, con un horario de película, llegando al aeropuerto de Stansted a las 11:15 de la mañana y saliendo el día de vuelta a las 18:15.
Y llegó el lunes y despegó el avión. Vuelo sin complicaciones. Llegamos al aeropuerto de Stansted y para desplazarnos desde allí a London optamos por el tren, el Stansted Express.
Hay quien recomienda el bus, por ser más económico, pero nosotros optamos por la rapidez del tren que además no ha de sortear hipotéticos problemas de tráfico.
Intentamos coger desde casa los billetes a través de la web oficial del express www.stanstedexpress.com/ ...index.html pero nos daba problemas con la visa. Otro tanto nos pasó con la web de Easyjet. Una pena porque ambas webs proporcionan los billetes unas pocas libras más baratos que comprados in situ.
Según recogimos las maletas, vimos un stand donde vendían billetes para el tren, en el propio aeropuerto. Sin hacer apenas cola los conseguimos (de hecho, me vino un operario maquinita en mano a venderme los tickets). Ida y vuelta 28,70 libras (vuelta abierta hasta 30 días después de utilizar el billete de ida). Además, estos billetes os permitirán disfrutar de los 2x1 en Londres, asunto del que ya hablaremos más adelante. Un poco más allá de las taquillas del express, bajamos las escaleras mecánicas hacia el andén del tren, tren que sale cada 15 minutos. Tras 45 minutos de cómodo viaje llegamos a Londres, estación de Liverpool St, allí mismo tomamos metro y con un sólo transbordo llegamos hasta la estación de Russel Square, a unos 400 metros en forma de ele del Hotel Bedford.
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Desplazamiento rápido y comodísimo. El Bedford es un hotel recomendable y en buena zona, también trataremos de él más adelante. Subimos a la habitación, dejamos las maletas y dado que era en torno a las 13:00 h, salimos zumbando dispuestos a disfrutar de todo lo que nos quedaba de día.
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Por cierto, durante el desplazamiento en metro una joven con pinta de estudiante universitaria y vestida deportivamente, le arreó la primera sacudida a mis prejuicios sobre los ingleses (que ya he comentado al principio). Iba yo cargado con una maleta y un troley subiendo a duras penas las escaleras del metro cuando la sonriente moza me dice: “can I help you?”

