Quedamos con el taxista que nos llevó el día anterior a Doi Suthep para que pasara a recogernos por el hotel para llevarnos al aeropuerto. El avión salía a las 12:55 y queríamos estar una hora antes para facturar y demás tramites, por lo que le dijimos que pasara a recogernos a las 11:15. Llegó la hora y allí no apareció ni Buda. Eran las 11:25 e íbamos pegados de tiempo así que decidimos coger otro taxi y acordarnos de siete generaciones del que no apareció. Deprisa y corriendo cogimos otro taxi, tan deprisa que se me olvida una mochila en el hotel. “Stop, stop, stop. Come back to the hotel, please”. Mi novia me lanza puñales con los ojos y porque en ese momento nos los tiene a mano físicamente que sino también. Los tailandeses tan serviciales como siempre: Cuando llegamos al hotel allí estaba el buen empleado con una sonrisa de oreja a oreja y la mochila de la mano. Tras el pequeño percance llegamos a las 12:00 al aeropuerto, no íbamos tan mal de tiempo, mi novia se echó un cigarro, yo hacía fotos a turistas, etc. Además mientras que el mostrador de otros vuelos había colas enormes en el nuestro no había nadie: CHIANG MAI-BANGKOK FD5283. 12:25!!!!!!. 12:25, sí, y eran las 12:15. La azafata empezó a jurar en tailandés y a decirme que subiera las maletas a la bascula (o eso la entendí) con los ojos inyectados en sangre. Mi novia fue cuando preguntó a la azafata si sabía de alguna tienda de armas blancas, “white weapons, knifes, etc?”. Se pasó todo el viaje hasta Bangkok preguntando al pasaje si alguien tenía algún objeto cortante o punzante o pistola de descargas eléctricas. Gracias a Buda no encontró nada. Una vez en Bangkok, con el perdón de mi novia, teníamos una escala de 3 horas hasta que saliéramos a Krabi. Hicimos tiempo recogiendo el equipaje y dando un paseo hasta la salida, el aeropuerto Bangkok es enorme. Comimos y facturamos, y esta vez a tiempo. El vuelo a Krabi es corto también, de una hora, ¡¡qué bendición!!. Llegamos al mini-aeropuerto de Krabi, con dos puertas, una para las salidas y otra para las entradas. Según recoges el equipaje eres salvajemente avasallado desde unas ventanillas en las cuales cuatro o cinco tailandesas te gritan para que contrates sus taxis, sus furgonetas o sus autobuses. Nuestro hotel está situado en la zona de Railay, en la playa oeste. La única manera de llegar hasta allí es en barca. El taxi nos lleva hasta el embarcadero desde dónde salen las barcas que nos llevan a la playa donde se encuentra nuestro hotel. El embarcadero está en Ao Nang cerrado. El taxista nos mira y nos dice: “Closed”. A mí me entran los siete males, sudores fríos y canguelo: “And?”. “Hay otro embarcadero en Ao Nam Mao desde el que salen barcas a Railay East y de allí andando hasta Railay West.”, “Pues come on, come on”. El día está saliendo redondo, ¿qué más nos deparará?. Llegamos al embarcadero donde se encuentran cuatro barqueros esperando gente. Si cogemos la barca para nosotros solos son 600 bahts y si esperamos a que venga más gente nos saldrá más barato claro. Esperamos durante media hora a que viniera más gente viendo TeleTai con los barqueros en el muelle. Llegaron una pareja de japoneses y otros dos fulanos y llenamos la barca. Era ya noche cerrada y el camino desde el muelle hasta donde tiene la barca amarrada es un poco largo y oscuro. Yo pensaba que nos iban a salir unos Curros Jiménez tais de la maleza y nos iban a dejar sin equipaje. El trayecto fue de unos 20 minutos. Cuando llegamos a la playa este hay que lanzarse al agua y coger las maletas en alto para no mojarlas. El barquero amablemente te baja solo una de las maletas la de la chica en este caso que es la que más pesa. Era de noche y no se veía el agua, al día siguiente lo vimos y nos alegramos de que fuera de noche porque sino le doy 80 euros al de la barca para que de un rodeo y nos deje en nuestra playa. Era un cenagal aquello. Por fin llegamos a nuestro complejo el Railay Bay Resort & Spa, un complejo enorme lleno de cabañitas entre mucha vegetación.
Era corto el trayecto, unos 5 minutos andando de este a oeste. Llegamos a la recepción donde en un cartelito dan la bienvenida con nombres y apellidos a los que se van alojar ese día. Allí estaban nuestros nombres: Pitt, Brad and Jolie, Angelina. No me gusta reservar con mi nombre siempre lo hago con pseudónimo. Nos recibe un botones con una bandejita con dos zumos de grosellas y dos toallitas mojadas que nos vienen muy bien después del “maravilloso” día. Nos acompaña a nuestra Privacy Cottage un botones con un carrito llevando nuestro equipaje. La entrada a la cottage se hace a través de un pequeño puentecito de madera que hay sobre un mini estanque con pececitos de colores y plantas.
Está oscuro. ¡Chof! Mi novia desaparece en las profundidades del estanque. “the light, coño, give the light”. Mi novia no ve el puentecillo y se da una hostia considerable con consecuencias en su codo y cadera. Fue poco para lo que podía haber sido. “Are you ok, madame?” “Oui, yes”. Tras las curas pertinentes con Betadine fuimos a cenar al restaurante del hotel. Nos pusieron en una mesita al lado de la playa. Los dos estábamos impacientes por ver cómo sería aquello a la luz del día.
Era corto el trayecto, unos 5 minutos andando de este a oeste. Llegamos a la recepción donde en un cartelito dan la bienvenida con nombres y apellidos a los que se van alojar ese día. Allí estaban nuestros nombres: Pitt, Brad and Jolie, Angelina. No me gusta reservar con mi nombre siempre lo hago con pseudónimo. Nos recibe un botones con una bandejita con dos zumos de grosellas y dos toallitas mojadas que nos vienen muy bien después del “maravilloso” día. Nos acompaña a nuestra Privacy Cottage un botones con un carrito llevando nuestro equipaje. La entrada a la cottage se hace a través de un pequeño puentecito de madera que hay sobre un mini estanque con pececitos de colores y plantas.
Está oscuro. ¡Chof! Mi novia desaparece en las profundidades del estanque. “the light, coño, give the light”. Mi novia no ve el puentecillo y se da una hostia considerable con consecuencias en su codo y cadera. Fue poco para lo que podía haber sido. “Are you ok, madame?” “Oui, yes”. Tras las curas pertinentes con Betadine fuimos a cenar al restaurante del hotel. Nos pusieron en una mesita al lado de la playa. Los dos estábamos impacientes por ver cómo sería aquello a la luz del día.