Por fin el ansiado viaje a Tailandia. El vuelo sale a las 9 p.m. de la mañana y la escala es en Amsterdam. Allí estamos 3 horitas y salimos a Bangkok. Pero…los planes sufren un pequeño cambio debido a nuestros amigos controladores de Francia, que están en huelga. El vuelo sale con retraso de más de media hora. Pero no contentos con eso el comandante del avión nos dice que vamos a tener que dar un rodeo para ir a Amsterdam, ir a A Coruña, desde allí a Londres y de Londres a Amsterdam. El caso es joder, no contentos con volcarnos los camiones, encima nos cierran el cielo francés. Con el retraso y la vuelta que dimos llegamos a Amsterdam con el tiempo justo de sacar la tarjeta de embarque y embarcar. Al llegar a la puerta de embarque de la China Airline, me dio la sensación de estar metido en el casting del actor secundario para la próxima película de Van Damme. Todos con los ojos rasgados y mirándote como con mala leche. Yo iba a Bangkok pero el vuelo luego seguía hacia Vietnam y luego a Taipei, así que el ojo rasgado era lo que se llevaba. El avión era un bicharraco de narices. Dos pisos, una fila de tres asientos, otra de cuatro y otra de tres. Era más grande que la casa de Norma Duval. He de reconocer que yo lo más lejos que había ido en avión hasta hace unos años era Toledo, así que esta clase de aviones para mí eran una novedad. También era la primera vez que veía una azafata asiática. Son iguales de simpáticas que la china que te vende rosas pero estas llevaban uniforme. Comienza mi tortura en el momento que sé que el vuelo va a durar 10 horas y 55 minutos y veo que la distancia que hay entre asientos es menor que la que hay con la persona de delante cuando bailo Paquito el Chocolatero. Empiezo a hiperventilar. Encima no me toca ventanilla. Levamos dos minutos de vuelo y ya no sé como ponerme. Me consuelo sabiendo que sólo me quedan 10 horas y 53 minutos. Me digo: “Víctor, hay que buscar un entretenimiento” Ya está. Empiezan a proyectar una película. Veo tres cuartos de la pantalla. Me pongo los auriculares. Doblaje en inglés y chino, pero tengo el problema que os podéis imaginar, efectivamente. No sé inglés, y ver “Liberad a Willy 2” en chino pues no me apetecía. Además ya había visto la primera parte en filipino y no me convenció, así que intento dormir. Logro poner las piernas de tal manera que las chinas-azafatas no tropiecen con mis pies o me aplasten con el carrito de las bebidas. A los 17 minutos me duele el cuello, las piernas, la espalda y una ceja. A mi chica que mide menos que yo le pasa lo mismo. Nuestro compañero de fila duerme como un niño pequeño. Le pellizco para ver si es real y no se queja. Entonces confirma mis sospechas, es de atrezzo, de cartón-piedra. Hora de comer. Llega la azafata con el carrito y nos dice: “Chicken rice or Spandau Ballet” y yo en cuestión de comida lo único que me sonaba era lo primero. Arroz con pollo al limón, macedonia de frutas, ensalada de gambas con cebolla y cilantro, un trozo de tarta de chocolate y un vasito de 7 cl de coca-cola. Todo eso era chicken rice, y sí, todo eso cabía en la bandeja. Y claro, yo me preguntaba que si todo eso cabía en la bandeja, a lo mejor se iba más a gusto sentado en ella. No lo intenté. Quedaban sólo 9 horas de viaje y ahora tocaba una película de Jennifer Aniston. Me puse los cascos sólo por saber como hablaba la Jennifer en chino. Igual que la Duquesa de Alba. La niña de al lado puede tumbarse en el asiento, darse la vuelta, estirarse y hacer el pino puente. Ya estamos llegando, quedan 7 horas, y en la pantalla toca “Furia de Titanes”. No puedo con mi vida e intento dormir, pero no hay manera, así que ajo y agua y esperar a que aterrice el bicho.