El miercoles 20 era San Valentín, fecha de feriado en Rio. Esa mañana me levanté temprano y salí a correr por Ipanema. Me levanté tipo 7 y a las 7,30 ya estaba en la calle. Nuestro departamento quedaba a 3 cuadras de las playas y de punta a punta, hay una bicisenda, con el marcado de metros recorridos.
Ya había salido el Lunes a la noche por Copacabana y me había encantado. 4km de ida y 4km de vuelta. Ipanema tiene 3,60km y si bien es mas corta, salir a correr a esa hora es una completa locura. Cuando pisé la calle, los carteles indicadores, marcaban 36º, así que se imaginan que corriendo, esas temperaturas pueden llegar a subir mucho mas. Llegué a Leblón perfectamente, pero era tal el sol que la tarea se complicó. No había sombra, salvo en el carril central con palmeras, pero ahí no se puede correr por los obstáculos de los maceteros y bancos. A mitad del recorrido aflojé. Empecé a sentirme mal y necesitaba tomar agua y no había llevado dinero, así que despacito, medio a trote, medio caminando llegué al departamento a desayunar.
Los chicos ya estaban despiertos y se estaban preparando. Ese día iríamos al Corcobado.
Tomamos un micro que nos dejó en la base de cerro.
La interminable cola para sacar el ticket.
La antigua estación, de donde partía tiempo atrás el bondinho.
Por ser un feriado, la cola para sacar el ticket era larguísima. Conseguimos comprar nuestro boleto y empezamos a formar la fila para tomar el bondinho. Cuando estábamos por pasar nos informan que el pasaje era para las 15 horas. Eran las 11 de la mañana y en el barrio no hay nada para hacer, no hay restaurantes, bares, nada de nada.
Logramos dar con un tugurio en el que vendían jugos y sandwiches naturales. Nos tomamos las cosas con calma y esperamos el pedido. Teníamos casi 3 horas que matar.
Como les comenté anteriormente, hay veces que no te entienden y tampoco ponen predisposición por hacerlo, la cosa es que nos trajeron cualquier cosa, menos lo que habíamos pedido. De todos modos no dijimos nada y nos comimos todo.
Esperamos un rato mas y ya estábamos arriba del trencito rojo que sube a la cima.
El trayecto demora mas o menos media hora. Se sube pausadamente, en parte por el sistema de cremalleras y en parte (creo) para que los pasajeros disfruten el paisaje.
Como les comenté, ese día ya hacía calor desde temprano. A las 3 de la tarde no tengo idea lo que hacía, pero estábamos empapados como si nos hubieran tirado un baldazo de agua. Pensaba que por estar mas alto estaríamos mas frescos, pero no, no corría ni siquiera una brisa.
Llegamos a la cima y debo decir que la primera impresión es tremendamente conmovedora. Uno accede por la parte trasera del Cristo y ya se le pone la piel de gallina. Se deben subir una serie de escalera mas, hasta llegar a la explanada. Entre un tramo y otro, hay terrazas con bares, puestos de souvenirs y una vista sorprendente. Se puede optar por subir por escaleras mecánicas, pero es mejor ir a pie.
El cerro Corcobado mide 800m de alto y el Cristo de granito con estructura de titanio tiene 33 mts. No es tan alto como parece, pero al estar montado sobre semejante pedestal natural, adquiere dimensiones colosales al punto que desde cualquier parte de la ciudad puede ser divisado.
La multitud por momentos no te deja caminar. Todos quieren la típica foto debajo de la estatua con los brazos extendidos. Todos amontonados en la sombra del Cristo, el único lugar fresco en la cima. El resto era increiblemente abrazador. Barandas, pisos, todo despedía un vapor caliente y si los tocabas te quemabas.
No obstante esta anécdota meteorológica, la experiencia es inolvidable, no solo por estar debajo de semejante mole con tanto significado, por lo menos para mi. Las vistas son indescriptibles. Solo se puede tener noción de lo que se siente estando en el lugar.
En el pedestal donde está apoyado el monumento, hay una capilla en la que se puede pasar a elevar una plegaria.
Luego de casi media hora de fotos y observación de las vistas, bajamos a uno de los puestos a refrescarnos. Lo interesante de Río, es que ya sea en el Cristo, en el aeropuerto o en la playa, todo cuesta mas o menos lo mísmo. No te llevas sorpresas a la hora de pagar y eso me parece excelente.
Pegamos al vuelta como a las 17 y por suerte el descenso y vuelta a las playas fue rápido. Necesitabamos un chapuzón y alguna caipirinha, jejeje.
Ese día nos quedamos hasta la caída del sol y caminando por Ipanema y Copacabana, volvimos al departamento.
Esa noche una cena en la playa y a dormir para cargar pilas. Al día siguiente Paraty.