
1.- ida: Venecia Mestre-Bassano del grappa-Trento. 4 horas con tren regional haciendo paradas en todas las estaciones, y transbordo de 1 hora en Bassano del grappa. 8 euros pax billete.
2.- vuelta: Trento-Verona-Venecia Sta. Lucia. 3 horas en tren rápido haciendo transbordo de 45 minutos en Verona, y sólo paradas posteriores en Vicenza y Padova. 25 euros billete ida.

Aprovechando la visita a Eliana, establecida allí hace ya bastantes años, nos transportamos hasta la región de Trentino-Alto Adigie, en las faldas de los Alpes y con el Lago di Garda a los pies, a tomar una ración de oxígeno y naturaleza. La parte norte y más estrecha, del lago de Garda, el más extenso de Italia, está abrazada por los imponentes Alpes italianos, y es la zona donde reside Eliana quien, además de obsequiarnos con la alegría del encuentro, nos regala privilegiada información de primera mano y unas vueltas por esos parajes, aunque limitadas por el tiempo disponible. Sin embargo, tenemos suficiente para llegarnos hasta el pueblo de Riva del Garda, en el extremo norte, pasear por las orillas, y … respirarrrrr.

Escuchamos sobre el turismo alemán predominante en la zona, junto al de gente adinerada italiana que tiene allí segunda residencia, disfrutando de las muchas infraestructuras vacacionales que gestiona el organismo institucional del lago, la “Comunità del Garda”; de las vistas a los pintorescos pueblos asentados en sus márgenes, como Tórbole, Limone, o Malcesine;

de las de los majestuosos picos alpinos; y sobre todo, de la práctica de deportes acuáticos o de nieve, actividad por excelencia de la zona. Lo cierto es que el escenario alpino es espectacular, y el paseo agradable, aunque no podamos divisar el lago en la lejanía, a causa de la niebla baja, frecuente en invierno.

De regreso a su pueblo, tras café y charla, nos acerca hasta Trento, donde nos despedimos, amortizando nosotros, la hora aproximada de que disponemos antes de coger el expreso de vuelta, echando una ojeada al casco histórico, con la inefable céntrica piazza del duomo, ésta vigilada por Neptuno, a las empedradas calles de sus alrededores, y paladeando unos impresionantes helados de violeta y mango.

Con la tardía llegada a la estación de Sta. Lucia, ya en noche cerrada, a menos de dos horas del cambio de día, nos retiramos a dar por concluida la jornada.