Este día queríamos dedicarlo a ver el Louvre y el Arco de Triunfo, por este orden, pero al ir al museo había una cola que, sin exagerar, media 1 kilómetro de largo, dando la vuelta a toda la manzana entera (que era grande).
Optamos mejor por ir primero al Arco de Triunfo andando desde el Louvre pasando por los fascinantes Campos Elíseos, con sus decenas de tiendas, su encanto y la gran vista al fondo del Arco.

Una vez allí subimos por unas escaleras de caracol no apta para cardíacos. Encima era estrecha e iban gente tanto hacia arriba como hacia abajo. Ya arriba nos recreamos en las preciosas vistas que ofrecía, con muchas grandes y anchas avenidas que tenían su origen en el propio arco.


Luego visitamos la tienda de recuerdos donde vimos una mujer que accedía a los servicios y se chocaba contra la cristalera. Fue la anécdota de la mañana. Bajamos el peligroso tramo hasta la base del arco y nos fuimos a comer al Mcdonald de los Campos Elíseos, que pese a que estaba lleno de gente, nos sirvieron con rapidez.
Fuimos por fin al Louvre, el famoso museo que esconde grandísimas obras de arte, tanto esculturas como pinturas de maestrs famosos. Había arte egipcio (precioso), griego, y muchos más que os recomiendo muchísimo. La gran Victoria de Samotracia encabezando un tramo de escaleras, cuadros tan famosos como "La Libertad guiando al pueblo", la Mona Lisa (tan pequeño ese cuadro y tanta gente alrededor), etc.


Es un museo que no os vais a arrepentir de visitar y al que, si vuelvo a París, visitaré de nuevo.
Tras esta ajetreada jornada, nos fuimos al hotel a cenar y a descansar.