Traslado en coche hasta Biarritz y vuelo hasta Paris sin incidencias. Para ir desde el aeropuerto de Orly hasta nuestro hotel utilizamos el transporte público. Tomamos el Orlyval (un tren lanzadera) que nos llevó hasta la estación del RER (tren) de Anthony donde tomamos tren hasta la estación de Chatelet Les Halles, donde transbordamos al metro hasta las inmediaciones de nuestro hotel que estaba pegadito al Louvre.
Llamativa entrada al metro junto al Palais Royal
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El billete combinado para usar estos transportes nos salió por 10 euros 20 ctmos por cabeza y tardamos alrededor de una horita en llegar.
Llegamos al Timhotel Le Louvre e hicimos el check in con rapidez. Pero ya hablaremos más adelante del hotel, ahora no podemos entreternos. Tenemos Paris ahí fuera, esperándonos, uno de los parajes más bonitos de los alrededores de Bilbao
![Riendo Riendo](/images/smiles/icon_lol.gif)
![Riendo Riendo](/images/smiles/icon_lol.gif)
Palais Garnier
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Además nos recibía un tiempo espléndido (tiempo que duró toda la semana). Cielo soleado y entre 25º o 30º todos los días. Bonito para las fotos pero no es el tiempo ideal para largas caminatas.
Nuestro primer objetivo fué ir a comprar la Paris Musseum Pass de dos días. La PMP es.parismuseumpass.com/ es una tarjeta que te faculta para visitar un montón de museos y monumentos y que se puede adquirir por distintos precios en base a los días de caducidad de la misma. Compramos la de dos días por 35 euros cada uno. Aunque nos pillaban más cerca del hotel otros puntos de venta como el del Carrusel del Louvre, optamos por ir hasta la oficina de turismo de la rue des Pyramides ya que la imaginábamos mas descongestionada que la situada en el siempre atestado Louvre. Así fué, cinco minutos de cola y salimos con las PMP dispuestos a triturar Paris (¡lo malo es que fué Paris quien nos trituró a nosotros!).
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Camino a la oficina de turismo nos dimos “de morros” con diferentes monumentos, hay tantos en Paris que en ocasiones se te cruzan en el camino aún sin buscarlos. El Palais Garnier, el Louvre, St Germain Auxerrois…. fueron apareciendo ante nosotros sin buscarlos.
Deseosos de ver por vez primera el Sena atravesamos el patio del Museo del Louvre, patio que a esas tempranas horas de la tarde estaba repleto de visitantes.
St Germain Auxerrois
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Caminando por la rue Rivoli, calle comercial y con comercio muy vistoso, de calidad y sobre todo y fundental, muy asequible, llegamos hasta la primera etapa de nuestro día, la Tour St Jacques, el único resto de una iglesia gótica, una preciosa torre ceñida por un pequeño y tranquilo parque. La gente aprovechaba el estupendo día para tumbarse en el cesped y disfrutar del solazo.
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A escasos metros de la Tour St Jaques queda el Ayuntamiento de Paris, el Hotel de Ville, un majestuoso edificio con una fachada poblada de estatuas (ciento y pico hay), pero que ese día lucía ligeramente afeada por unos carteles.
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De allí nos acercamos a presentar nuestros respetos a Notre Dame, aunque su visita la reservábamos para el día siguiente y tan sólo la vimos por fuera. No pudimos evitar embobarnos un poco ante su espléndida fachada. Por cierto, aunque avanzaba rápida, a esa hora de la tarde había una cola más que considerable para entrar. Muchísima gente en torno a la Catedral
Hotel de Sully
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Caminando en busca de la Plaza des Vosges, entramos en el patio del Hotel o Palacio de Sully, una mansión del siglo XVII y que hoy en día guarda muchos de los documentos históricos de Paris. La tranquilidad del patio y, sobre todas las cosas, un tentador banco a la sombra, nos animó a sacar los bocatas que llevábamos preparados para el primer día. Devoramos los bocatas y por la otra puerta del patio entramos directamente a la Plaza des Vosgues. Aquello parecía Benidorm!!
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Todos los jardines estaban ocupados por parisinos y turistas ávidos de sol. La plaza des Vosges es la más antigua de Paris (1.612), un conjunto de casas con vistosos soportales rodean un parquecito donde unos descansaban, otros charlaban y todos disfrutaban del sol. Me resultó muy curiosa esta pasión por el sol en parques y en las orillas del Sena donde eran innumerables las personas que dedicaban el tiempo a tostarse. La falta de playa en Paris hace que se reciclen estos lugares en sustitutos de la misma.
Tomando el sol a orillas del Sena
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De la Plaza des Vosges a la plaza de la Bastilla no hay mucho, así que fuimos hasta el lugar donde se emplazaba la cárcel cuya toma marcó el inicio de la revolución francesa. No hay mucho que ver en la zona salvo la gran columna erigida en memoria a víctimas de la revolución y el bastante feo edificio de la ópera.
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Justo al lado a la plaza de la Bastilla hay un canal (que en principio confundimos con el Sena) donde hay atracadas muchas embarcaciones con pinta de estar destinadas a quedarse allí definitivamente y seguramente estén habilitadas como viviendas (había alguna familia merendando al sol en las barcazas).
Pero nosotros no teníamos tiempo para sol ni para meriendas, así que tiramos en busca del Centro Pompidou. Por el camino vimos unos curiosos cajones en las riveras del Sena, cajones que se abren y se convierten en tiendas de libros de segunda mano, tebeos, fotografias y láminas.
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Y llegamos al horror del centro Pompidou. Horror el primer día, al primer impacto. Luego se le ve con otros ojos, pero es que pasar de ver el Louvre, Notre Dame, des Vosges, etc, a ver este amasijo de tubos y hierros que parece más una refinería de petroleo que un museo, choca y mucho!!! Lo cierto es que luego, a medida que pasan los días y frecuentas la zona, parece que le coges como “cariño” al feo edificio y es que su entorno es muy agradable y entretenido porque en sus inmediaciones hay siempre mucha actividad: bares y terrazas a rebosar de gente, pintores, acróbatas, bailarines de rap, magos……
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Tras el empacho de tuberías del Pompidou, necesitábamos un cambio de tercio inmediato y éste nos vino de la mano de la iglesia de St Eustache y de la curiosa y fotografiada escultura que hay frente a ella. Una pena que el entorno del centro comercial próximo esté todo vallado por obras y afee un pelín el conjunto visual.
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Buf! ¡la de kilómetros que llevábamos ya! Todo a pie, el metro ya tomaríamos otros días. Nos quedaban aún fuerzas para llegar hasta la Plaza Vendome, una plaza ocupada por las joyerías más selectas de Paris. En la plaza y sus alrededores hay tiendas de Piaget, Van Cleef & Arples, Chanel, Boucheron, Bulgari….. También el hotel Ritz está en esta plaza (como no daban cola-cao en el desayuno no lo cogimos para nuestra estancia
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La plaza del lujo, la Plaza Vendome
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Dudé por un momento entre seguir camino o comprarle un pedrusco a mi mujer en cualquiera de las tienditas
![Riendo Riendo](/images/smiles/icon_lol.gif)
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Llegamos a la inmensa Plaza de la Concordia, presidida por el obelisco regalo de Egipto, flanqueado por dos espléndidas fuentes. Desde este punto vimos por primera vez con una buena perspectiva la Torre Eiffel. Pero nuestra ruta iba hacia el Grand y Petit Palaise, edificados uno frente a otro con motivo de la exposición universal de 1900. Nos colocamos ante las fachadas de ambos palacios y dedicamos unos minutos a contemplarlos y sacar las respectivas fotos..
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En ese momento me percaté de que mis zapatos empezaban a echar humo
![Mr. Green Mr. Green](/images/smiles/icon_mrgreen.gif)
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En el puente y alrededores había varias parejas de novios (con los trajes de boda) haciéndose fotos. Pasamos el puente, caminamos junto al Hospital de los Inválidos, porque su visita la reservábamos para otro día, y nos dirigimos por la Rue Grenelle hacia el Barrio Latino. A mi mujer en ese momento le empezó a gustar más aún Paris
![Guiño Guiño](/images/smiles/icon_wink.gif)
Hospital de Los Inválidos
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Internándonos en el Barrio Latino encontramos un par de bares, uno frente a otro. Uno estaba a tope de gente y el otro medio vacio. Como necesitábamos urgentemente sentarnos y tomar una birra tranquilos optamos por el medio vacio. Error, craso error. Dos cervezas de 25 cl, 9 euros
![Chocado Chocado](/images/smiles/icon_eek.gif)
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Dato muy importante éste que hemos comentado. En muchísimos bares de Paris ofrecen Happy Hour, que suele ir de 18:00 a 20:30 o 21:00. En ese horario una pinta de cerveza (50 cl) cuesta alrededor de 5 euros, que sigue siendo caro pero es ya tolerable. Ni que decir tiene que aprovechábamos siempre la hora feliz para repostar combustible en nuestros secos depósitos.
Plaza de la Sorbona
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Pero no había mucho ambiente por esa zona del Barrio Latino. Habíamos oido hablar de abundantes bares y restaurantes, pero esa, evidentemente, no era la zona. Atravesamos la agradable Plaza de St Sulpice y su iglesia y seguimos en busca de buenos abrevaderos. Pero sin suerte. En la Plaza de la Sorbona había varios restaurantes, pero no era lo que buscábamos. Finalmente vimos muchas luces, muchos carteles y mucho barullo. ¡¡Allí estaba!!
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Una zona atiborrada de bares, restaurantes y, por supuesto, gente. Zona muy cercana al Sena y Notre Dame y ubicada en calles como Rue de la Harpe o Rue de Saint Severin, entre otras. Todos los restaurantes, además de la carta, ofrecen menús muy apañados de precio. Cenamos de maravilla al fresco de la noche, en la terraza de La Petite Hostellerie un menú de 12 euros (la bebida aparte) compuesto por un entrante (paté en mi caso), un plato (pasta con cordero) y un postre (mousse de chocolate).
La Petite Hostellerie
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Volvimos hasta nuestro hotel atravesando la Ile de la Cite donde contemplamos de nuevo Notre Dame (esta vez iluminada). Increiblemente, nuestros zapatos aún tenían suelas y merced a ellas llegamos caminando hasta el hotel donde caimos a plomo en nuestras camas.
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