Madrugamos, el desayuno genial y cogimos el metro hasta la estación Cardona desde donde salía el tren que por unos 7€ ida y vuelta te llevaba a Como en una hora. Hay que bajarse en la última parada que es la de Lago Como Nord, que te deja a 200mts del lago y desde donde se cogen los barcos para cruzarlo. Nosotros sacamos el billete que era para las 12hs. Como teníamos tiempo lo primero fue ir hacia el funicular de Brunate y subir.
Había algo de nieve y una vez arriba nos cayeron algunos copitos que no llegaron a cuajar. Hicimos paseando una ruta un poco más corta que la del faro de Volta y que nos recomendó un amable vecino del pueblo. Pasamos por un tranquilo camino rodeado de bonitas casas y unas vistas maravillosas. Pero lo mejor fue que el hombre nos indicó que cruzando por el pequeño cementerio cuyas tumbas estaban cubiertas de nieve, llegaríamos a un tranquilo mirador con unas vistas espectaculares. El sitio era para disfrutarlo, estábamos los dos solos y el entorno hacía que ni siquiera te acordaras del frío, que por cierto no era tanto. A mi novia este día del lago fue el que más le gusto de todo el viaje, seguramente volveremos pero en verano y con más tiempo. Disfrutamos un montón haciéndonos muchas fotos pero sobretodo por la tranquilidad que se respiraba en ese lugar.
Muy a nuestro pesar volvimos dando un paseo y bajamos de nuevo en el funicular hasta Como. Bordeamos el lago viendo las vistas hasta llegar a la plaza del Duomo, muy bonito por fuera y por dentro.
Realmente merece la pena visitarlo y no se tarda mucho, la fachada principal y el campanario están unidos por una arcada. Todo ello forma un conjunto muy bonito de ver, además estaba todo decorado de navidad. Bajando la calle de la plaza hasta el embarcadero nos encontramos con otro mercadillo navideño y una pista de patinaje de hielo justo enfrente del lago, llena de gente. En el mercadillo compramos unos bombones buenísimos de chocolate y nocilla, de los Alpes, a 2€ la bolsa, donde venían unos 25 bombones más o menos, compramos 6 bolsas. Mi novia se compró varios anillos de acero con piedras típicas de la zona a un precio muy bueno. Justo después cogimos el barco rápido con dirección a Bellagio, tardamos una media hora, pero en el trayecto se pueden ver muchos bellos pueblos a la orilla del lago con unas casas e iglesias preciosas y con las montañas nevadas a su espalda.
Las fotos eran de postal, un lugar inolvidable, sinceramente recomendamos ir esta zona y disfrutar y si es posible con más tiempo que nosotros. Llegamos a Bellagio donde teníamos unas dos horas para luego coger el barco de vuelta. El pueblo es encantador con las calles empedradas y estrechas y con unas preciosas vistas. Vimos un poco el pueblo, su iglesia, chiquita pero interesante, y paseamos por sus calles. Nos compramos para comer queso típico de la zona, estaba espectacular sobretodo uno muy curado con un sabor ummmmmmm. Después paseamos hasta la esquina del pueblo donde hay un restaurante llamado la punta, un lugar muy tranquilo e inolvidable.
El entorno con el lago, las montañas, las casas de los pueblos, tranquilas y cristalinas aguas del lago y un pequeño parque con asientos a orillas del lago.
Si vais a Bellagio no dejéis de ir a esta zona, 100% recomendable. Aquí estuvimos más de media hora disfrutando del paisaje y nos habríamos quedado todo el día, sobre todo mi novia. Luego paseamos de vuelta al embarcadero y pasamos por algunas casas preciosas muy grandes en la misma orilla del lago. El viaje de vuelta en el lago dura lo mismo y otra vez con vistas impresionantes. Llegamos a Como y cogimos el tren de vuelta a Milán validando antes el billete en las famosas máquinas amarillas. Aprovechando que el tren nos dejaba en la estación de Cadorna fuimos dando un paseo hasta Santa María delle Grazie, donde se encuentra el Cenacolo Vinciano. Habíamos reservado y pagado la visita para las 18.45, con mucha antelación ya que el acceso es muy restringido, cada 15 minutos unas 20 personas. No se pueden hacer fotos pero el mural impresiona, por su calidad hasta en los más pequeños detalles. La perspectiva de todo el cuadro es fabulosa, la conservación es buena a pesar de estar pintada en una pared, sin duda una visita recomendable. Las medidas de seguridad son muy fuertes, para acceder y salir de la sala y tienes unos 15 minutos para ver la obra. Después seguimos paseando y volvimos a ver el castillo con su espectáculo de luces. Luego seguimos callejeando hasta el cuadrilátero de la moda, las tiendas estaban cerradas peros se apreciaban todas las marcas exclusivas que había. Para cenar fuimos a un restaurante que nos recomendaron y reservaron en el hotel, el Stendhal. El restaurante era algo pijo, pero con un ambiente genial. Queríamos comer algún plato típico de la cocina milanesa y seguimos los consejos que nos habían dado en el hotel. Nada más llegar nos pusieron un vino gaseoso por cuenta de la casa, como entrante de la cena. Para comer pedimos unos Gnocchi, riquísimos, un Risotto a la milanesa y una carne llamada Cotoletta enorme y que se derretía en la boca al comérsela.
Todos los platos los compartimos y de postre un mouse de chocolate espectacular.
La cena fue muy agradable y la atención muy buena con guardarropa incluido. El precio muy bueno para lo que comimos, sin duda muy recomendable. Después bajamos hasta el Duomo disfrutando de Milán y de ahí al hotel. El día había estado fantástico.
Había algo de nieve y una vez arriba nos cayeron algunos copitos que no llegaron a cuajar. Hicimos paseando una ruta un poco más corta que la del faro de Volta y que nos recomendó un amable vecino del pueblo. Pasamos por un tranquilo camino rodeado de bonitas casas y unas vistas maravillosas. Pero lo mejor fue que el hombre nos indicó que cruzando por el pequeño cementerio cuyas tumbas estaban cubiertas de nieve, llegaríamos a un tranquilo mirador con unas vistas espectaculares. El sitio era para disfrutarlo, estábamos los dos solos y el entorno hacía que ni siquiera te acordaras del frío, que por cierto no era tanto. A mi novia este día del lago fue el que más le gusto de todo el viaje, seguramente volveremos pero en verano y con más tiempo. Disfrutamos un montón haciéndonos muchas fotos pero sobretodo por la tranquilidad que se respiraba en ese lugar.
Muy a nuestro pesar volvimos dando un paseo y bajamos de nuevo en el funicular hasta Como. Bordeamos el lago viendo las vistas hasta llegar a la plaza del Duomo, muy bonito por fuera y por dentro.
Realmente merece la pena visitarlo y no se tarda mucho, la fachada principal y el campanario están unidos por una arcada. Todo ello forma un conjunto muy bonito de ver, además estaba todo decorado de navidad. Bajando la calle de la plaza hasta el embarcadero nos encontramos con otro mercadillo navideño y una pista de patinaje de hielo justo enfrente del lago, llena de gente. En el mercadillo compramos unos bombones buenísimos de chocolate y nocilla, de los Alpes, a 2€ la bolsa, donde venían unos 25 bombones más o menos, compramos 6 bolsas. Mi novia se compró varios anillos de acero con piedras típicas de la zona a un precio muy bueno. Justo después cogimos el barco rápido con dirección a Bellagio, tardamos una media hora, pero en el trayecto se pueden ver muchos bellos pueblos a la orilla del lago con unas casas e iglesias preciosas y con las montañas nevadas a su espalda.
Las fotos eran de postal, un lugar inolvidable, sinceramente recomendamos ir esta zona y disfrutar y si es posible con más tiempo que nosotros. Llegamos a Bellagio donde teníamos unas dos horas para luego coger el barco de vuelta. El pueblo es encantador con las calles empedradas y estrechas y con unas preciosas vistas. Vimos un poco el pueblo, su iglesia, chiquita pero interesante, y paseamos por sus calles. Nos compramos para comer queso típico de la zona, estaba espectacular sobretodo uno muy curado con un sabor ummmmmmm. Después paseamos hasta la esquina del pueblo donde hay un restaurante llamado la punta, un lugar muy tranquilo e inolvidable.
El entorno con el lago, las montañas, las casas de los pueblos, tranquilas y cristalinas aguas del lago y un pequeño parque con asientos a orillas del lago.
Si vais a Bellagio no dejéis de ir a esta zona, 100% recomendable. Aquí estuvimos más de media hora disfrutando del paisaje y nos habríamos quedado todo el día, sobre todo mi novia. Luego paseamos de vuelta al embarcadero y pasamos por algunas casas preciosas muy grandes en la misma orilla del lago. El viaje de vuelta en el lago dura lo mismo y otra vez con vistas impresionantes. Llegamos a Como y cogimos el tren de vuelta a Milán validando antes el billete en las famosas máquinas amarillas. Aprovechando que el tren nos dejaba en la estación de Cadorna fuimos dando un paseo hasta Santa María delle Grazie, donde se encuentra el Cenacolo Vinciano. Habíamos reservado y pagado la visita para las 18.45, con mucha antelación ya que el acceso es muy restringido, cada 15 minutos unas 20 personas. No se pueden hacer fotos pero el mural impresiona, por su calidad hasta en los más pequeños detalles. La perspectiva de todo el cuadro es fabulosa, la conservación es buena a pesar de estar pintada en una pared, sin duda una visita recomendable. Las medidas de seguridad son muy fuertes, para acceder y salir de la sala y tienes unos 15 minutos para ver la obra. Después seguimos paseando y volvimos a ver el castillo con su espectáculo de luces. Luego seguimos callejeando hasta el cuadrilátero de la moda, las tiendas estaban cerradas peros se apreciaban todas las marcas exclusivas que había. Para cenar fuimos a un restaurante que nos recomendaron y reservaron en el hotel, el Stendhal. El restaurante era algo pijo, pero con un ambiente genial. Queríamos comer algún plato típico de la cocina milanesa y seguimos los consejos que nos habían dado en el hotel. Nada más llegar nos pusieron un vino gaseoso por cuenta de la casa, como entrante de la cena. Para comer pedimos unos Gnocchi, riquísimos, un Risotto a la milanesa y una carne llamada Cotoletta enorme y que se derretía en la boca al comérsela.
Todos los platos los compartimos y de postre un mouse de chocolate espectacular.
La cena fue muy agradable y la atención muy buena con guardarropa incluido. El precio muy bueno para lo que comimos, sin duda muy recomendable. Después bajamos hasta el Duomo disfrutando de Milán y de ahí al hotel. El día había estado fantástico.