A primera hora cogimos el tren Leonardo Express dirección aeropuerto de Fiumicino, desde Termini es el ultimo anden y hay que andar un rato. Luego sufrimos un percance en el aeropuerto con la compañía que nos tenía que llevar y perdimos toda la mañana en el aeropuerto saliendo cuatro horas más tarde de lo previsto, tiempo perdido para Milán, pero bueno estábamos de vacaciones y no hay que estresarse. Llegamos al aeropuerto de Milán y cogimos el Malpensa Express, un poco más caro pero lo cogimos por comodidad y rapidez ya que no hacía paradas. Llegamos a la estación central de Milán y ahí cogimos el metro hacia el hotel Grand Visconti Palace, un hotel fabuloso que nos había costado barato, más que en Roma por ejemplo. Todo el personal muy amable y servicial, maletas hasta la habitación, instalaciones muy completas y el desayuno muy abundante y completo y la habitación amplia y confortable, sin duda muy recomendable, a dos minutos del metro. Dejamos las maletas en el hotel y nos dirigimos al famoso Duomo de Milán y la verdad nos impresionó más de lo que esperábamos. Ya era de noche y estaba iluminado, precioso, en la plaza había un gran árbol de navidad. Por fuera la fachada es diferente a todas las que hemos visto, muy recargada, pero bonita. Su interior es enorme y su decoración simple pero bonita, nos sorprendió la altura de la nave central con un cristo en la parte superior colgado en la cruz muy arriba y entre los arcos y columnas de las naves había cantidad de grandes cuadros, cosa que nos resultó curiosa.
Todo el Duomo nos pareció genial y sus vidrieras a pesar de ser de noche, con la iluminación destacaban, el último día antes de irnos la vimos con luz y es maravilloso el efecto de la luz al pasar por las vidrieras. Después junto a la galería V. Emanuele había un mercadillo navideño con dulces típicos, quesos y tiendas varias, donde nos paramos un rato. Luego bajamos la calle que va desde la plaza del Duomo hasta el castillo Sforza, via Dante. La calle estaba decorada con unas luces en forma de nubes que iban cambiando de color y que daban un ambiente diferente. Llegamos al castillo y no nos podíamos creer la maravilla que nos esperaba. Estaba todo iluminado con luces y lo mejor que cada 20 minutos realizaban un espectáculo de música y luces digno de ver, justo delante de la entrada principal junto a la fuente.
Este espectáculo nos gusto mucho y creo que cosas así atraen mucho turismo y deberían hacerse en más lugares. La iluminación iba al ritmo de la música y luego al ritmo de los cuatro o cinco villancicos más famosos. El castillo, símbolo de la ciudad es enorme y bonito, con unos grandes jardines en la parte posterior. Dentro hay un museo, pero nosotros no entramos porque ya estaba cerrado. De vuelta a la plaza del Duomo tiramos por otras calles y vimos el famoso teatro de la Scala de Milán, por dentro dicen que es precioso pero por fuera no impresiona tanto. Luego nos dimos un paseo por la galería V. Emanuele, llena de tiendas pijas y con una decoración magnífica, en el centro en lo alto tenía el escudo creo, Sforza, hecho con luces, muy bonito.
Salimos justo a la plaza del Duomo y decidimos comer en el Mcdonalds que hay justo enfrente del Duomo, bueno la comida no era la mejor pero sí sus vistas desde el segundo piso dan a la fachada del Duomo. Después de la cena un pequeño paseo por la zona y luego al hotel en metro. Dos cosas a destacar son, el frío que hacía por la noche y la cosa que más nos impresionó de Milán, la poca gente que había por las calles salvo algunos turistas, a las cinco o las seis ya parecía una ciudad fantasma pero con los bares llenos. Milán nos encantó a pesar del poco tiempo que tuvimos para disfrutarla.
Todo el Duomo nos pareció genial y sus vidrieras a pesar de ser de noche, con la iluminación destacaban, el último día antes de irnos la vimos con luz y es maravilloso el efecto de la luz al pasar por las vidrieras. Después junto a la galería V. Emanuele había un mercadillo navideño con dulces típicos, quesos y tiendas varias, donde nos paramos un rato. Luego bajamos la calle que va desde la plaza del Duomo hasta el castillo Sforza, via Dante. La calle estaba decorada con unas luces en forma de nubes que iban cambiando de color y que daban un ambiente diferente. Llegamos al castillo y no nos podíamos creer la maravilla que nos esperaba. Estaba todo iluminado con luces y lo mejor que cada 20 minutos realizaban un espectáculo de música y luces digno de ver, justo delante de la entrada principal junto a la fuente.
Este espectáculo nos gusto mucho y creo que cosas así atraen mucho turismo y deberían hacerse en más lugares. La iluminación iba al ritmo de la música y luego al ritmo de los cuatro o cinco villancicos más famosos. El castillo, símbolo de la ciudad es enorme y bonito, con unos grandes jardines en la parte posterior. Dentro hay un museo, pero nosotros no entramos porque ya estaba cerrado. De vuelta a la plaza del Duomo tiramos por otras calles y vimos el famoso teatro de la Scala de Milán, por dentro dicen que es precioso pero por fuera no impresiona tanto. Luego nos dimos un paseo por la galería V. Emanuele, llena de tiendas pijas y con una decoración magnífica, en el centro en lo alto tenía el escudo creo, Sforza, hecho con luces, muy bonito.
Salimos justo a la plaza del Duomo y decidimos comer en el Mcdonalds que hay justo enfrente del Duomo, bueno la comida no era la mejor pero sí sus vistas desde el segundo piso dan a la fachada del Duomo. Después de la cena un pequeño paseo por la zona y luego al hotel en metro. Dos cosas a destacar son, el frío que hacía por la noche y la cosa que más nos impresionó de Milán, la poca gente que había por las calles salvo algunos turistas, a las cinco o las seis ya parecía una ciudad fantasma pero con los bares llenos. Milán nos encantó a pesar del poco tiempo que tuvimos para disfrutarla.