Nos levantamos tarde porque nos quedamos embobados en la cama mirando las torres. Cuando subimos al lounge, no nos dejan entrar porque son más de las diez. Primer desayuno desaprovechado. No volverá a suceder, y menos con un desayuno tan bueno.
Cogemos el shuttle privado del hotel y nos vamos otra vez hacia el Suria, donde desayunamos por una ridiculez. Cogemos el metro de nuevo a Masjid Jamek y esta vez hacemos el circuito de la Lonely por Little India, que no tiene nada que ver con la Little India de Singapur. El calor de nuevo es aplastante pero lo soportamos estoicamente con litros y litros de agua. El paseo por el barrio es interesante, variopinto y multicultural. Entramos y salimos de los mercadillos aunque como no nos interesa comprar solo curioseamos. Después de una merecida cerveza en la Asia Heritage Road, comemos en el restaurante Pappa Rich porque nos atraen poderosamente unos aspersores refrescantes. Lo malo es que una vez dentro nos damos cuenta de que están dirigidos al transeunte, no al cliente, por lo que no nos sirven de mucho.
Después de comer, cogemos el Monorail desde Medan Tuanku y nos acercamos al barrio de Chowkit, donde se supone que hay un mercado interesante, una mezquita y un templo sigh, pero justo empieza a llover y no vemos gran cosa. Cuando para de llover, camimanos por las callejuelas del barrio de Kampung Baru, lleno de casas antiguas de madera de colores y también de unas cuantas ratas que campan a sus anchas. La estación de metro está perdida entre los andurriales y no la encontramos ni a la de tres, hasta que un amable señor nos indica cómo llegar entre matorrales, cloacas y casas destartaladas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tenemos tiempo de salir un poco del mundanal ruido y visitar el Parqué Botánico, pero llegar allí es toda una aventura. Hemos bajado en la estación central porque en el mapa se veía más o menos cerca, pero no calculábamos que teníamos que atravesar dos autopistas. Saltando entre coches, llegamos al parque, esperando ver mariposas, monos, orquídeas, cervatillos y todo lo que dice la Lonelhy que hay. Con el bochorno y los peligros, vamos a paso de tortuga y sólo alcanzamos a ver las orquídeas y algún que otro mono. Y un jardín de hibiscus en el que nos colamos. Derrotados, cogemos un taxi para volver a la estación, coger el metro y llegar a tiempo al hotel para disfrutar por fin de la piscina y del cóctel gratis en el lounge.
Al caer la noche, nos vamos de compras porque necesitamos urgentemente zapatos adecuados para el viaje. La verdad es que los precios en KL son buenos, y las compras valen la pena.

Cenamos en el hotel (estamos muertos) y nos vamos a dormir.