Llega una de las etapas de nuestro viaje que más me gustó. En este diario voy a dividirlo en dos, pero realmente fue todo un día. El domingo, visitamos dos de las islas cícladas: Santorini y Mykonos. Había que hacer todo a contrarreloj. Llegábamos a Santorini sobre las 8:00 de la mañana; alrededor de las 12:30 había que estar de nuevo en el barco para navegar hasta Mykonos, donde podíamos permanecer hasta las 23:00, momento en que poníamos rumbo a Atenas, el destino final de nuestro crucero.
El domingo por la mañana nos levantamos temprano, desayunamos y nos dirigimos al teatro del barco, donde había que aguardar una cola para poder llegar a Santorini. La explicación es que el barco no puede atracar en Fira, la capital de Santorini, por lo que el barco se queda en medio del mar, y hay que llegar al pequeño puerto de Fira en lanchas o barcas. No tuvimos que esperar mucho, y cogimos una de las barcas, de unos 50 pasajeros aprox. que nos dejó en Fira.
Comentar antes, que algunos de los pasajeros habían bajado del barco en Oia, un pueblecito precioso de Santorini, donde se hacía una de las excursiones. Nosotros no visitamos Oia, pero por lo que hemos visto y escuchado a posteriori, es precioso, casi más bonito que Fira, aunque con tan poco tiempo apenas da tiempo a descubrir todo, además de que Oia se pone a reventar de gente: tan pequeño que es, y tanta gente de cruceros que va a visitarlo …
Cuando llegamos a Santorini, para llegar a Fira hay que superar una ladera muy pronunciada de la isla. Hay 3 formas de hacerlo: en telecabina, andando o en burro. Nosotros elegimos la más tradicional y típica de Santorini: en burro. Te cuesta 5€ subir en burro, y aunque en el barco nos dijeron que no era muy recomendable, no nos íbamos a quedar sin esa experiencia. Así que optamos por ello. Los burros suben solos por la pendiente, en forma de zig-zag, sin guía ni nada. Se ve que los animales se saben el camino. Ese camino está lleno de excrementos de los propios animales, y además mientras subíamos, nos cruzábamos con otros burros que bajaban “a lo suyo”, así que en más de una ocasión nos chocamos entre burros. Debido a todo esto, comprenderéis que no es muy recomendable la opción de subir o bajar andando, porque entre las “cagadas” y los burros subiendo y bajando sin mirar …
Cuando llegamos arriba comenzamos a callejear por las calles de Santorini. Era muy temprano, y los comercios estaban abriendo por entonces. En Santorini os recomiendo que os dediquéis a disfrutar por sus calles. No hay nada en concreto que ver. Hay alguna iglesia, pero lo más bonito es disfrutar de sus calles con sus casas blancas con tonos en azul. Merece la pena ascender un poco para vislumbrar algunas de las cúpulas azules que dominan los techos de Santorini. En Fira, hay muchos comercios de venta de joyas, cristalería, … Nosotros compramos un colgante con una cruz con cristal azul muy chula. La vista desde Fira al mar es preciosa. Se ve el barco ahí parado en mitad del mar, y se ve la caldera de Santorini. La caldera es lo que queda del volcán que dio origen a la isla. Debido a esto, la isla de Santorini tiene una curiosa forma de media luna, con la caldera en medio. Para que os hagáis una idea, tipo la bandera de Turquía.
Tras unos agradables paseos, decidimos bajar en telecabina hasta abajo. El burro había estado muy bien, pero la bajada debe ser algo más peligrosa, ya que van más rápido. Esperamos hasta tomar de nuevo la lancha hasta el barco, y a comer y hacer algo de tiempo mientras el Grand Celebration ponía rumbo a Mykonos.
El domingo por la mañana nos levantamos temprano, desayunamos y nos dirigimos al teatro del barco, donde había que aguardar una cola para poder llegar a Santorini. La explicación es que el barco no puede atracar en Fira, la capital de Santorini, por lo que el barco se queda en medio del mar, y hay que llegar al pequeño puerto de Fira en lanchas o barcas. No tuvimos que esperar mucho, y cogimos una de las barcas, de unos 50 pasajeros aprox. que nos dejó en Fira.
Comentar antes, que algunos de los pasajeros habían bajado del barco en Oia, un pueblecito precioso de Santorini, donde se hacía una de las excursiones. Nosotros no visitamos Oia, pero por lo que hemos visto y escuchado a posteriori, es precioso, casi más bonito que Fira, aunque con tan poco tiempo apenas da tiempo a descubrir todo, además de que Oia se pone a reventar de gente: tan pequeño que es, y tanta gente de cruceros que va a visitarlo …
Cuando llegamos a Santorini, para llegar a Fira hay que superar una ladera muy pronunciada de la isla. Hay 3 formas de hacerlo: en telecabina, andando o en burro. Nosotros elegimos la más tradicional y típica de Santorini: en burro. Te cuesta 5€ subir en burro, y aunque en el barco nos dijeron que no era muy recomendable, no nos íbamos a quedar sin esa experiencia. Así que optamos por ello. Los burros suben solos por la pendiente, en forma de zig-zag, sin guía ni nada. Se ve que los animales se saben el camino. Ese camino está lleno de excrementos de los propios animales, y además mientras subíamos, nos cruzábamos con otros burros que bajaban “a lo suyo”, así que en más de una ocasión nos chocamos entre burros. Debido a todo esto, comprenderéis que no es muy recomendable la opción de subir o bajar andando, porque entre las “cagadas” y los burros subiendo y bajando sin mirar …
Cuando llegamos arriba comenzamos a callejear por las calles de Santorini. Era muy temprano, y los comercios estaban abriendo por entonces. En Santorini os recomiendo que os dediquéis a disfrutar por sus calles. No hay nada en concreto que ver. Hay alguna iglesia, pero lo más bonito es disfrutar de sus calles con sus casas blancas con tonos en azul. Merece la pena ascender un poco para vislumbrar algunas de las cúpulas azules que dominan los techos de Santorini. En Fira, hay muchos comercios de venta de joyas, cristalería, … Nosotros compramos un colgante con una cruz con cristal azul muy chula. La vista desde Fira al mar es preciosa. Se ve el barco ahí parado en mitad del mar, y se ve la caldera de Santorini. La caldera es lo que queda del volcán que dio origen a la isla. Debido a esto, la isla de Santorini tiene una curiosa forma de media luna, con la caldera en medio. Para que os hagáis una idea, tipo la bandera de Turquía.
Tras unos agradables paseos, decidimos bajar en telecabina hasta abajo. El burro había estado muy bien, pero la bajada debe ser algo más peligrosa, ya que van más rápido. Esperamos hasta tomar de nuevo la lancha hasta el barco, y a comer y hacer algo de tiempo mientras el Grand Celebration ponía rumbo a Mykonos.