Día 1.
Partimos de Madrid a Tokyo haciendo escala en Roma. Nos quedan muchas horas de vuelo y esperas por delante ¡pero estamos muy ilusionados!
Día 2.
Después de un vuelo de casi 13 horas desde Roma llegamos al aeropuerto de Narita (60 km. del centro de Tokyo). Lo primero que hacemos es acudir a las taquillas de Japan Railways para validar nuestro Japan Rail Pass (un abono que debe comprarse aquí en España al menos 15 días antes de partir hacia Japón y que te permite viajar ilimitadamente en todas las líneas de tren de JR y los autobuses y ferrys asociados. Muy útil). Desde allí tardamos poco más de una hora en llegar a Tokyo en tren (Keisei Skyliner). Aquí nos hospedamos en Khaosan Annex Guesthouse, un albergue muy modesto, con habitaciones pequeñas pero limpio. Precio de 18 euros por persona en habitación doble privada. Baños compartidos e Internet gratuito. Está en el distrito de Asakusa. A mediodía visitamos el templo Senso-ji, el más espectacular de Tokyo. Para acceder a él, imprescindible atravesar Namakise-dori, calle llena de puestecitos con productos tradicionales y locales donde se elaboran dulces exquisitos. Comimos sushi en un restaurante de Asakusa-dori.
Buenísimo. Aquí aprendimos que los japoneses no aceptan nunca propinas. Continuamos paseando hasta Kappabashi-dori para ver las tiendas en las que se vende la comida de plástico que se expone en los escaparates de los restaurantes.
Por la noche visitamos Shinjuku este, la zona en la que Tokyo se entretiene. En este primer día ya descubres cómo les gusta a los japoneses el pachinko (unas máquinas tragaperras). ¡Lo que no llegas a entender es cómo aguantan el ruido que hay en los recreativos!
Día 3.
Por la mañana visitamos Ginza, el barrio comercial de las boutiques y grandes almacenes de Tokyo. Comemos onigiris (triangulitos de arroz envueltos con alga seca) que compramos en una estación de metro. Recorremos algunas calles de Jinbocho, el barrio de los libreros (sinceramente pensábamos que las librerías serías tiendas con más encanto, pero son comercios, por lo general, modernos). A continuación nos dirigimos a Akihabara, el barrio de la electrónica. Después vamos a Ameyoko, uno de los grandes bazares de Asia. Chulísimo. Aprovechamos que estamos cerca del parque Ueno para verlo. Tranquilo y bonito, en él puedes ver cómo los japoneses pasean a sus perros equipados con todo tipo de accesorios y vestiditos. Por la noche nos toca descubrir Shibuya.
Es el centro del ocio juvenil. Imprescindible visitarlo. Hay que tener en cuenta que muchos restaurantes no están a pie de calle sino en las plantas superiores de algunos edificios. Obligatorio observar la marea de gente que atraviesa el cruce Shibuya (el más transitado del mundo) cuando el semáforo de peatones se pone verde.
Día 4.
Visitamos el parque Yoyogi. Para acceder a él hay que coger el tren y parar en la estación de Harajuku (sirve el Japan Rail Pass). En él están los dos estadios olímpicos que se construyeron para las Olimpiadas de 1964. Hay un templo muy bonito en el parque. Siguiente parada, Harajuku, una de las obligadas en Tokyo. Takeshita-dori puede que sea el callejón más pintoresco de Tokyo. En él, adolescentes con atuendos nada tradicionales se pasean y compran lo último en moda.
Comemos hamburguesa y unas alitas de pollo enormes y muy sabrosas en la terraza de un local de la cadena Lottería (para descansar un poquito del sushi) desde la que observamos la modernidad de los jóvenes japoneses. La tarde la dedicamos a recorrer las calles de este distrito, llenas de tiendas de jóvenes diseñadores. Por la noche vamos a Roppongi, el centro de las discotecas y pubs de la ciudad donde se divierten los extranjeros que residen en Tokyo.
Día 5.
Hoy madrugamos un poquito, a las 5.00 a.m. nos levantamos para ir a Tsukiji, el mercado central de venta al por mayor de pescado de Tokyo. Está especializado en atún, de ahí que puedas ver piezas enormes de este pescado. Aquí nos dio la sensación de que no se alegran mucho de recibir la visita de turistas, (lo que es normal, ya que ellos están trabajando y aunque no quieras interfieres de alguna manera en su ritmo) así que no estuvimos mucho tiempo.
De aquí fuimos a Ryogoku, el barrio del sumo. Como los campeonatos de sumo solo se celebran en enero, mayo y septiembre, lo que hicimos fue buscar una escuela donde poder ver los entrenamientos de los luchadores. No es fácil, así que lo mejor es pedir en el estadio Nacional de Sumo un mapa del barrio donde están señalizadas estas escuelas. A partir de ahí hay que buscarlas, encontrarlas y tener la suerte de que te dejen entrar. Nosotros la tuvimos y fue una de las mejores experiencias del viaje. Como aún era prontito, decidimos ir a pasear por los jardines del Palacio Imperial (los lunes están cerrados). Lo más bonito, el Nijubashi, un puente de piedra al este del palacio. Por la tarde volvimos al templo Senso-ji y paseamos por las calles que lo rodean.
Antes de cenar subimos a la torre de Tokyo (toma como modelo la Torre Eiffel aunque la supera en altura, mide 333m.). Las vistas son muy bonitas. Cenamos en Gonpachi, el restaurante donde Quentin Tarantino se inspiró para rodar la escena en la que Uma Thurman mata a Lucy Liu y a unas cien japonesas más... La cena nos costó 27 euros por persona. El restaurante es muy chulo y cenamos muy bien.
Día 6.
Cogemos el shinkansen (tren bala) para viajar de Tokyo a Kyoto. Un tren comodísimo y muy rápido, en tres horas ya habíamos recorrido los 500km. que separan las dos ciudades. En Kyoto nos alojamos en el hotel Hearton (buena opción porque está a dos minutos de la estación de metro Karasuma oike, donde confluyen las dos líneas de metro que hay en la ciudad. 70 euros la noche la habitación doble. Internet y alquiler de bicis gratuito). Salimos a pasear por Pontocho, un pasadizo lleno de ochayas de madera (casas de té donde las geishas entretienen a sus clientes). Precioso.
Seguimos dando una vuelta por Gion, el barrio de las geishas, aunque tiene mucho más encanto visitarlo de noche. Por la tarde fuimos al parque Maruyama, donde se encuentra el santuario Yasaka, muy bonito. La zona de callejones y calles adoquinadas de Higashiyama es preciosa. Después de cenar en un restaurante de sushi giratorio, nos acercamos a Gion de nuevo. La experiencia de poder ver a dos geishas saliendo de su ochaya y despidiendo a sus clientes fue chulísima.
Día 7.
La primera visita de la mañana la dedicamos al santuario Fushimi. Imprescindible. En él puedes recorrer un pasadizo de 4 km. formado por centenares de toriis (puertas sagradas) dedicadas a Inari, el dios del arroz y del sake. Para llegar hay que coger el tren de la línea Nara (sirve el Rail Pass) en la estación de Kyoto y parar en la de Inari. Se tarda unos 10 minutos. Volvimos a Kyoto para recorrer el paseo del filósofo, que sigue un canal bordeado de cerezos. Supongo que cuando los cerezos están en flor es mucho más bonito. Comimos okonomiyake, una tortilla gruesa de huevo con multitud de ingredientes hecha a la plancha. Buenísima.
Por la tarde nos acercamos a Nishiki, un mercado de comida chulísimo y fuimos de tiendas por Teramachi. Para cenar volvimos a Gion, al restaurante Grill Miyata. Recomendable 100%. Según su propietario, el señor Miyata, en él puedes comer la mejor carne de buey de Kobe de Japón. Después de probarlo le dimos la razón. Nos sirvió un menú buenísimo, se empeñó en que probáramos el sake y el shochu, bebidas típicas japonesas y nos contó curiosidades de la historia y la idiosincracia de Japón. Mucho más que una cena, toda una experiencia.
Día 8.
Por la mañana partimos hacia Hiroshima. Cogimos el tren bala y en poco más de dos horas recorrimos 380 km. En la estación de Hiroshima hay indicaciones clarísimas en ingles de cómo llegar a los puntos más populares de la ciudad y a la estación dónde se sube al ferry que te lleva a Miyajima, la isla sagrada donde pasaríamos la noche. En Hiroshima vimos el Gembaku Domu, el antiguo Pabellón de Fomento de la Industria que permanece tal y cómo quedó después de la explosión de la bomba atómica. Visitamos el Museo Conmemorativo de la Paz, que nos resultó excesivamente morboso. Tras esta fugaz visita navegamos rumbo Miyajima. Según los japoneses es una de las tres vistas más emblemáticas del país. Su imagen más representativa es la gran torii flotante de 16 m. que anuncia que nos estamos adentrando en un lugar sagrado.
A mediodía baja la marea y se puede llegar hasta la torii andando. En la isla los ciervos se mueven a sus anchas y decenas de puestos te permiten comer ostras a la brasa, bollitos de carne, pinchos de queso, dulces, todo buenísimo. Eso sí, es importante saber que aunque por el día hay mucho ambiente, por la noche solo encontramos un restaurante donde poder cenar, por eso puede resultar interesante cenar en el alojamiento donde se vaya a dormir. Nosotros dormimos en Mizuha-so, un ryokan (posada tradicional donde se duerme en un futón sobre el tatami) que costaba 70 euros la noche en habitación doble. La habitación muy auténtica aunque el baño dejaba bastante que desear. Hay más opciones de alojamiento en la isla. En los ryokanes te prestan un yukata (quimono de algodón tradicional) que en el caso de Miyajima, la gente utiliza para pasear por la isla.
Día 9.
Cogimos el ferry a las 8.00 y en menos de media hora llegamos a Hiroshima. A pocos metros de la estación donde se detiene el ferry está la estación de tren Miyajima-guchi. Desde ahí cogimos el tren hasta Hiroshima y de ahí Tokyo (para todo sirve el Rail Pass). El trayecto dura unas cinco horas. Una vez en Tokyo volvimos al mercado Ameyoko y cenamos en Shibuya ¡nuestras últimas piezas de sushi japonés!
Día 10.
Con el tren Narita Express llegamos al aeropuerto de Narita. Volvemos a casa.
Anotaciones
Japan Rail Pass. Antes de comprarlo hay que valorar si vale la pena o no según los lugares que se deseen visitar. En nuestro caso fue así, tanto por el aspecto económico como por la comodidad que supone viajar con él. No has de hacer cola en las estaciones y en cada andén están indicados los vagones destinados a los viajeros que viajan sin reserva. Un consejo, es mucho mejor subir a los de no fumadores si no quiere tener un trayecto ahumado…
Metro.
Es la mejor manera de moverte por Tokyo. Si vas a hacer varios viajes en un mismo día es recomendable comprar un billete para todo el día. Sale mejor de precio. Los nombres de las estaciones están en japonés y en inglés, así que no hay problema a la hora de saber hacia dónde tienes que ir. A la salida de las estaciones hay planos que ayudan a orientarse.
Hyperdia. Es una página de Internet muy útil para obtener información sobre los trenes con los que te puedes mover en Japón. Hoy puedes mirar desde qué andén y a qué hora partirá un tren el año próximo. Puedes ver cuánto se tarda en completar cualquier trayecto y si hay que realizar alguna escala en él.
Más fotos de este y otros viajes aquí: mochilerosconmaleta.blogspot.com/
Partimos de Madrid a Tokyo haciendo escala en Roma. Nos quedan muchas horas de vuelo y esperas por delante ¡pero estamos muy ilusionados!
Día 2.
Después de un vuelo de casi 13 horas desde Roma llegamos al aeropuerto de Narita (60 km. del centro de Tokyo). Lo primero que hacemos es acudir a las taquillas de Japan Railways para validar nuestro Japan Rail Pass (un abono que debe comprarse aquí en España al menos 15 días antes de partir hacia Japón y que te permite viajar ilimitadamente en todas las líneas de tren de JR y los autobuses y ferrys asociados. Muy útil). Desde allí tardamos poco más de una hora en llegar a Tokyo en tren (Keisei Skyliner). Aquí nos hospedamos en Khaosan Annex Guesthouse, un albergue muy modesto, con habitaciones pequeñas pero limpio. Precio de 18 euros por persona en habitación doble privada. Baños compartidos e Internet gratuito. Está en el distrito de Asakusa. A mediodía visitamos el templo Senso-ji, el más espectacular de Tokyo. Para acceder a él, imprescindible atravesar Namakise-dori, calle llena de puestecitos con productos tradicionales y locales donde se elaboran dulces exquisitos. Comimos sushi en un restaurante de Asakusa-dori.
Buenísimo. Aquí aprendimos que los japoneses no aceptan nunca propinas. Continuamos paseando hasta Kappabashi-dori para ver las tiendas en las que se vende la comida de plástico que se expone en los escaparates de los restaurantes.
Por la noche visitamos Shinjuku este, la zona en la que Tokyo se entretiene. En este primer día ya descubres cómo les gusta a los japoneses el pachinko (unas máquinas tragaperras). ¡Lo que no llegas a entender es cómo aguantan el ruido que hay en los recreativos!
Día 3.
Por la mañana visitamos Ginza, el barrio comercial de las boutiques y grandes almacenes de Tokyo. Comemos onigiris (triangulitos de arroz envueltos con alga seca) que compramos en una estación de metro. Recorremos algunas calles de Jinbocho, el barrio de los libreros (sinceramente pensábamos que las librerías serías tiendas con más encanto, pero son comercios, por lo general, modernos). A continuación nos dirigimos a Akihabara, el barrio de la electrónica. Después vamos a Ameyoko, uno de los grandes bazares de Asia. Chulísimo. Aprovechamos que estamos cerca del parque Ueno para verlo. Tranquilo y bonito, en él puedes ver cómo los japoneses pasean a sus perros equipados con todo tipo de accesorios y vestiditos. Por la noche nos toca descubrir Shibuya.
Es el centro del ocio juvenil. Imprescindible visitarlo. Hay que tener en cuenta que muchos restaurantes no están a pie de calle sino en las plantas superiores de algunos edificios. Obligatorio observar la marea de gente que atraviesa el cruce Shibuya (el más transitado del mundo) cuando el semáforo de peatones se pone verde.
Día 4.
Visitamos el parque Yoyogi. Para acceder a él hay que coger el tren y parar en la estación de Harajuku (sirve el Japan Rail Pass). En él están los dos estadios olímpicos que se construyeron para las Olimpiadas de 1964. Hay un templo muy bonito en el parque. Siguiente parada, Harajuku, una de las obligadas en Tokyo. Takeshita-dori puede que sea el callejón más pintoresco de Tokyo. En él, adolescentes con atuendos nada tradicionales se pasean y compran lo último en moda.
Comemos hamburguesa y unas alitas de pollo enormes y muy sabrosas en la terraza de un local de la cadena Lottería (para descansar un poquito del sushi) desde la que observamos la modernidad de los jóvenes japoneses. La tarde la dedicamos a recorrer las calles de este distrito, llenas de tiendas de jóvenes diseñadores. Por la noche vamos a Roppongi, el centro de las discotecas y pubs de la ciudad donde se divierten los extranjeros que residen en Tokyo.
Día 5.
Hoy madrugamos un poquito, a las 5.00 a.m. nos levantamos para ir a Tsukiji, el mercado central de venta al por mayor de pescado de Tokyo. Está especializado en atún, de ahí que puedas ver piezas enormes de este pescado. Aquí nos dio la sensación de que no se alegran mucho de recibir la visita de turistas, (lo que es normal, ya que ellos están trabajando y aunque no quieras interfieres de alguna manera en su ritmo) así que no estuvimos mucho tiempo.
De aquí fuimos a Ryogoku, el barrio del sumo. Como los campeonatos de sumo solo se celebran en enero, mayo y septiembre, lo que hicimos fue buscar una escuela donde poder ver los entrenamientos de los luchadores. No es fácil, así que lo mejor es pedir en el estadio Nacional de Sumo un mapa del barrio donde están señalizadas estas escuelas. A partir de ahí hay que buscarlas, encontrarlas y tener la suerte de que te dejen entrar. Nosotros la tuvimos y fue una de las mejores experiencias del viaje. Como aún era prontito, decidimos ir a pasear por los jardines del Palacio Imperial (los lunes están cerrados). Lo más bonito, el Nijubashi, un puente de piedra al este del palacio. Por la tarde volvimos al templo Senso-ji y paseamos por las calles que lo rodean.
Antes de cenar subimos a la torre de Tokyo (toma como modelo la Torre Eiffel aunque la supera en altura, mide 333m.). Las vistas son muy bonitas. Cenamos en Gonpachi, el restaurante donde Quentin Tarantino se inspiró para rodar la escena en la que Uma Thurman mata a Lucy Liu y a unas cien japonesas más... La cena nos costó 27 euros por persona. El restaurante es muy chulo y cenamos muy bien.
Día 6.
Cogemos el shinkansen (tren bala) para viajar de Tokyo a Kyoto. Un tren comodísimo y muy rápido, en tres horas ya habíamos recorrido los 500km. que separan las dos ciudades. En Kyoto nos alojamos en el hotel Hearton (buena opción porque está a dos minutos de la estación de metro Karasuma oike, donde confluyen las dos líneas de metro que hay en la ciudad. 70 euros la noche la habitación doble. Internet y alquiler de bicis gratuito). Salimos a pasear por Pontocho, un pasadizo lleno de ochayas de madera (casas de té donde las geishas entretienen a sus clientes). Precioso.
Seguimos dando una vuelta por Gion, el barrio de las geishas, aunque tiene mucho más encanto visitarlo de noche. Por la tarde fuimos al parque Maruyama, donde se encuentra el santuario Yasaka, muy bonito. La zona de callejones y calles adoquinadas de Higashiyama es preciosa. Después de cenar en un restaurante de sushi giratorio, nos acercamos a Gion de nuevo. La experiencia de poder ver a dos geishas saliendo de su ochaya y despidiendo a sus clientes fue chulísima.
Día 7.
La primera visita de la mañana la dedicamos al santuario Fushimi. Imprescindible. En él puedes recorrer un pasadizo de 4 km. formado por centenares de toriis (puertas sagradas) dedicadas a Inari, el dios del arroz y del sake. Para llegar hay que coger el tren de la línea Nara (sirve el Rail Pass) en la estación de Kyoto y parar en la de Inari. Se tarda unos 10 minutos. Volvimos a Kyoto para recorrer el paseo del filósofo, que sigue un canal bordeado de cerezos. Supongo que cuando los cerezos están en flor es mucho más bonito. Comimos okonomiyake, una tortilla gruesa de huevo con multitud de ingredientes hecha a la plancha. Buenísima.
Por la tarde nos acercamos a Nishiki, un mercado de comida chulísimo y fuimos de tiendas por Teramachi. Para cenar volvimos a Gion, al restaurante Grill Miyata. Recomendable 100%. Según su propietario, el señor Miyata, en él puedes comer la mejor carne de buey de Kobe de Japón. Después de probarlo le dimos la razón. Nos sirvió un menú buenísimo, se empeñó en que probáramos el sake y el shochu, bebidas típicas japonesas y nos contó curiosidades de la historia y la idiosincracia de Japón. Mucho más que una cena, toda una experiencia.
Día 8.
Por la mañana partimos hacia Hiroshima. Cogimos el tren bala y en poco más de dos horas recorrimos 380 km. En la estación de Hiroshima hay indicaciones clarísimas en ingles de cómo llegar a los puntos más populares de la ciudad y a la estación dónde se sube al ferry que te lleva a Miyajima, la isla sagrada donde pasaríamos la noche. En Hiroshima vimos el Gembaku Domu, el antiguo Pabellón de Fomento de la Industria que permanece tal y cómo quedó después de la explosión de la bomba atómica. Visitamos el Museo Conmemorativo de la Paz, que nos resultó excesivamente morboso. Tras esta fugaz visita navegamos rumbo Miyajima. Según los japoneses es una de las tres vistas más emblemáticas del país. Su imagen más representativa es la gran torii flotante de 16 m. que anuncia que nos estamos adentrando en un lugar sagrado.
A mediodía baja la marea y se puede llegar hasta la torii andando. En la isla los ciervos se mueven a sus anchas y decenas de puestos te permiten comer ostras a la brasa, bollitos de carne, pinchos de queso, dulces, todo buenísimo. Eso sí, es importante saber que aunque por el día hay mucho ambiente, por la noche solo encontramos un restaurante donde poder cenar, por eso puede resultar interesante cenar en el alojamiento donde se vaya a dormir. Nosotros dormimos en Mizuha-so, un ryokan (posada tradicional donde se duerme en un futón sobre el tatami) que costaba 70 euros la noche en habitación doble. La habitación muy auténtica aunque el baño dejaba bastante que desear. Hay más opciones de alojamiento en la isla. En los ryokanes te prestan un yukata (quimono de algodón tradicional) que en el caso de Miyajima, la gente utiliza para pasear por la isla.
Día 9.
Cogimos el ferry a las 8.00 y en menos de media hora llegamos a Hiroshima. A pocos metros de la estación donde se detiene el ferry está la estación de tren Miyajima-guchi. Desde ahí cogimos el tren hasta Hiroshima y de ahí Tokyo (para todo sirve el Rail Pass). El trayecto dura unas cinco horas. Una vez en Tokyo volvimos al mercado Ameyoko y cenamos en Shibuya ¡nuestras últimas piezas de sushi japonés!
Día 10.
Con el tren Narita Express llegamos al aeropuerto de Narita. Volvemos a casa.
Anotaciones
Japan Rail Pass. Antes de comprarlo hay que valorar si vale la pena o no según los lugares que se deseen visitar. En nuestro caso fue así, tanto por el aspecto económico como por la comodidad que supone viajar con él. No has de hacer cola en las estaciones y en cada andén están indicados los vagones destinados a los viajeros que viajan sin reserva. Un consejo, es mucho mejor subir a los de no fumadores si no quiere tener un trayecto ahumado…
Metro.
Es la mejor manera de moverte por Tokyo. Si vas a hacer varios viajes en un mismo día es recomendable comprar un billete para todo el día. Sale mejor de precio. Los nombres de las estaciones están en japonés y en inglés, así que no hay problema a la hora de saber hacia dónde tienes que ir. A la salida de las estaciones hay planos que ayudan a orientarse.
Hyperdia. Es una página de Internet muy útil para obtener información sobre los trenes con los que te puedes mover en Japón. Hoy puedes mirar desde qué andén y a qué hora partirá un tren el año próximo. Puedes ver cuánto se tarda en completar cualquier trayecto y si hay que realizar alguna escala en él.
Más fotos de este y otros viajes aquí: mochilerosconmaleta.blogspot.com/