En nuestro último día, yo decidí madrugar para poder ver el espectáculo de los globos sobrevolando la Capadocia. Tres miembros del grupo decidieron montarse (los precios van de los 110€ a los 175€ (€, no TL), te recogen en el hotel a eso de las 6:00, te llevan a desayunar y después te dan una vuelta de una hora en el globo. Al aterrizar se brinda con champán). Sin embargo, ese día hacía viento y los globos no salieron, por lo que nuestro gozo en un pozo… Después de desayunar y dejar el hotel, nos fuimos hacia Kaimakli, esta vez sí, abierta. Las ciudades subterráneas (es más conocida la de Derinkuyu) son un complejo de túneles y pisos bajo tierra que podían acoger a 20.000 personas y sus animales, todo un prodigio de la ingeniería cuyo fin y origen aun no están muy claros. La visita es impresionante (abstenerse gente claustrofóbica). La entrada fueron 15 TL, y en la puerta nos encontramos con un anciano que nos dijo que si le dábamos 5 TL por cabeza, nos hacía una visita guiada por la ciudad (en inglés). Lo cierto es que el anciano (de sorprendente agilidad, por cierto), resultó ser muy amable y nos contó muchas cosas, de modo que si os lo encontráis no perdáis la oportunidad.
Visto Kaimakli, comenzamos el recorrido por los distintos valles de la Capadocia. Muestra primera parada fue en Urgup, donde se encuetran tres de las chimeneas de hadas más famosas de la región. Allí nos atacó un vendaval que hasta dolía la cara... La siguiente parada fue en el Valle de Devrent, de acceso gratuito. Se trata de un paisaje casi lunar de rocas de sorpredentes formas (de hecho la mayoría tienen nombre, como la del camello), que se presta muy bien para el senderismo. Se encuentra entre Urgup y Avanos.
Más adelante, paramos en el Museo al aire libre de Zelve (entrada 8 TL), mucho menos conocido que el de Göreme, y por tanto casi desierto. Se trata de una sucesión de tres valles rocosos de casas e iglesias excavadas en la roca, formando un paisaje más espectacular que el de Göreme, pero sin frescos. Se puede pasar toda una mañana en él. La siguiente parada fue el Valle de los Monjes, o de Pasabag, donde se encuentran las chimeneas de hadas más grandes de la Capadocia (y donde se descubre que lo de chimeneas de hadas es un eufemismo). También hay casas excavadas en las que se puede entrar.
Después del Valle de Pasabag, volvimos a Göreme a comer, para terminar nuestra visita a la Capadocia viendo el Valle del Amor, cuyo acceso se encuentra en la carretera entre Göreme y Çavusin. En este punto está el final del valle, donde se encuentra una gran concentración de chimeneas hasta el punto de que parece un campo de espárragos (por no decir otra cosa, jejeje). Son una de las imágenes más conocidas de la región.
Como el día estaba un poco tonto y anochecía muy temprano, decidimos volver a Kayseri, aunque por el camino tratamos de buscar la entrada al Valle Rosa, que no encontramos… Hay que reconocer que la llegada a Kayseri fue un poco accidentada, porque la calle del hotel no aparecía en el GPS. Tuvimos que parar en una gasolinera a preguntar (por señas, en Kayseri no se habla inglés), a lo que el gasolinero respondió yendo a buscar a un anciano para montarlo en nuestro coche y nos fuera guiando por gestos (!!!). El caso es que al final llegamos ya de noche. Kayseri no tiene demasiado interés turístico, salvo alguna mezquita antigua o la ciudadela, así que tampoco nos molestamos mucho en pasearla, salvo el centro, donde fuimos a cenar (aquí no se habla ni palabra en inglés, por cierto). Lo más bonito de la ciudad son las vistas del monte Erciyes, de casi 4000 metros que está a 20 kilómetros y tiene una estación de esquí.
Visto Kaimakli, comenzamos el recorrido por los distintos valles de la Capadocia. Muestra primera parada fue en Urgup, donde se encuetran tres de las chimeneas de hadas más famosas de la región. Allí nos atacó un vendaval que hasta dolía la cara... La siguiente parada fue en el Valle de Devrent, de acceso gratuito. Se trata de un paisaje casi lunar de rocas de sorpredentes formas (de hecho la mayoría tienen nombre, como la del camello), que se presta muy bien para el senderismo. Se encuentra entre Urgup y Avanos.
Más adelante, paramos en el Museo al aire libre de Zelve (entrada 8 TL), mucho menos conocido que el de Göreme, y por tanto casi desierto. Se trata de una sucesión de tres valles rocosos de casas e iglesias excavadas en la roca, formando un paisaje más espectacular que el de Göreme, pero sin frescos. Se puede pasar toda una mañana en él. La siguiente parada fue el Valle de los Monjes, o de Pasabag, donde se encuentran las chimeneas de hadas más grandes de la Capadocia (y donde se descubre que lo de chimeneas de hadas es un eufemismo). También hay casas excavadas en las que se puede entrar.
Después del Valle de Pasabag, volvimos a Göreme a comer, para terminar nuestra visita a la Capadocia viendo el Valle del Amor, cuyo acceso se encuentra en la carretera entre Göreme y Çavusin. En este punto está el final del valle, donde se encuentra una gran concentración de chimeneas hasta el punto de que parece un campo de espárragos (por no decir otra cosa, jejeje). Son una de las imágenes más conocidas de la región.
Como el día estaba un poco tonto y anochecía muy temprano, decidimos volver a Kayseri, aunque por el camino tratamos de buscar la entrada al Valle Rosa, que no encontramos… Hay que reconocer que la llegada a Kayseri fue un poco accidentada, porque la calle del hotel no aparecía en el GPS. Tuvimos que parar en una gasolinera a preguntar (por señas, en Kayseri no se habla inglés), a lo que el gasolinero respondió yendo a buscar a un anciano para montarlo en nuestro coche y nos fuera guiando por gestos (!!!). El caso es que al final llegamos ya de noche. Kayseri no tiene demasiado interés turístico, salvo alguna mezquita antigua o la ciudadela, así que tampoco nos molestamos mucho en pasearla, salvo el centro, donde fuimos a cenar (aquí no se habla ni palabra en inglés, por cierto). Lo más bonito de la ciudad son las vistas del monte Erciyes, de casi 4000 metros que está a 20 kilómetros y tiene una estación de esquí.