Nuestro tercer día amaneció nublado, pero era algo que ya esperábamos (lo que no esperábamos es que al poco tiempo saliera el sol y nos acompañara el resto de nuestra estancia en Estambul). Nuestra primera parada fue el palacio de Dolmabahçe (tranvía T1 hasta Kabatas), pero como era jueves estaba cerrado (cierra lunes y jueves por limpieza), de modo que decidimos irnos hasta Ortakoy, un pequeño barrio a los pies del Puente del Bósforo. Se trata de un barrio pintoresco con una mezquita junto al agua (de donde sale una de las fotos de postal de Estambul). Aquí nos encontramos con un abuelete gallego que llevaba años viviendo en Estambul, que nos estuvo contando algunas batallitas, muy agradable el hombrecito (su hija había salido en Callejeros Viajeros)…
visto el barrio, desandamos nuestros pasos hasta la plaza Taksim. Esta plaza es el corazón moderno de la ciudad, un gigantesco espacio nudo de comunicaciones, donde se encuentra un monumento a Ataturk, y de donde sale el antiguo tranvía rojo que recorre la larguísima calle Istiklal, en el antiguo barrio europeo (de ahí que algunos edificios parezcan sacados de París). Esta calle está llena de tiendas, restaurantes y bares de copas (aquí se concentra la marcha nocturna estambuleña) Esta calle enlaza con la zona de Gálata y la célebre torre, a donde nos dirigimos paseando sin prisa, disfrutando de la calle…
La torre de Gálata (siglo VI) se encuentra algo más de dos kilómetros más abajo (buen paseo), y subir son 12 TL (se sube en ascensor). Las vistas sobre el Cuerno de Oro son impresionantes. Arriba hay un restaurante con espectáculo turco incluído.
Después del descenso, comimos un nuevo kebap seco en uno de los restaurantes de la zona (se ve que no aprendemos…). La tarde la íbamos a dedicar a ver mezquitas (que no son pocas), de modo que después de cruzar andando el puente de Gálata para ver a los pescadores (que supongo que pescarán bichos de tres ojos por lo menos…), una de las estampas más típicas de Estambul, nos dirigimos a la Mezquita Nueva. En total vimos cuatro mezquitas. Por un lado la Mezquita Nueva, junto al puente de Gálata, construída en 1665. Por dentro es bonita, recubierta de azulejos azules y verdes de Iznik. Después iniciamos el ascenso a una de las colinas, para ver la Mezquita de Solimán, la segunda más grande de la ciudad, finalizada en 1557. Por dentro es muy amplia y no tiene los recargados azulejos de otras.
Después de descansar tumbados en el cesped de la mezquita iniciamos el descenso hacia la Mezquita de Sehzade, parecida a la de Solimán pero más pequeña. Aquí nos encontramos con un turco que pretendía estafarnos, pues quería cobrarnos 5 TL por dejar los zapatos “a su cuidado” fuera de la mezquita. Estábamos unos cuantos turistas quejándonos fuera hasta que apareció el imán y de pronto dejó de existir tal impuesto… No tiene demasiado interés… Junto a esta mezquita se encuentra el Acueducto de Valente, que surtía de agua al Gran Palacio en época bizantina. Por esta zona, menos turística que otras, hay tiendas y supermercados ideales para comprar a bajo precio las típicas delicias turcas. Nuestro paseo nos llevó hasta la plaza de la universidad y su elegante entrada (y un gran top manta), junto a la que se encuentra la última mezquita de nuestro periplo, la Mezquita de Beyazid, la más antigua de todas (1506).
Hartos de ver mezquitas y azulejos, y ya de noche nos fuimos a cenar a un restaurante de Sultanahment llamado “La Casita” llevado por un turco que hablaba español a la perfección y que gustaba de contar chistes (supongo que para amenizar la hora de espera por la comida…) Eso sí, yo me comí un pollo con melocotón que estaba buenísimo. Fotos nocturnas a la Mezquita Azul (de Santa Sofía no salió ninguna bien) y a la cama.

visto el barrio, desandamos nuestros pasos hasta la plaza Taksim. Esta plaza es el corazón moderno de la ciudad, un gigantesco espacio nudo de comunicaciones, donde se encuentra un monumento a Ataturk, y de donde sale el antiguo tranvía rojo que recorre la larguísima calle Istiklal, en el antiguo barrio europeo (de ahí que algunos edificios parezcan sacados de París). Esta calle está llena de tiendas, restaurantes y bares de copas (aquí se concentra la marcha nocturna estambuleña) Esta calle enlaza con la zona de Gálata y la célebre torre, a donde nos dirigimos paseando sin prisa, disfrutando de la calle…

La torre de Gálata (siglo VI) se encuentra algo más de dos kilómetros más abajo (buen paseo), y subir son 12 TL (se sube en ascensor). Las vistas sobre el Cuerno de Oro son impresionantes. Arriba hay un restaurante con espectáculo turco incluído.

Después del descenso, comimos un nuevo kebap seco en uno de los restaurantes de la zona (se ve que no aprendemos…). La tarde la íbamos a dedicar a ver mezquitas (que no son pocas), de modo que después de cruzar andando el puente de Gálata para ver a los pescadores (que supongo que pescarán bichos de tres ojos por lo menos…), una de las estampas más típicas de Estambul, nos dirigimos a la Mezquita Nueva. En total vimos cuatro mezquitas. Por un lado la Mezquita Nueva, junto al puente de Gálata, construída en 1665. Por dentro es bonita, recubierta de azulejos azules y verdes de Iznik. Después iniciamos el ascenso a una de las colinas, para ver la Mezquita de Solimán, la segunda más grande de la ciudad, finalizada en 1557. Por dentro es muy amplia y no tiene los recargados azulejos de otras.

Después de descansar tumbados en el cesped de la mezquita iniciamos el descenso hacia la Mezquita de Sehzade, parecida a la de Solimán pero más pequeña. Aquí nos encontramos con un turco que pretendía estafarnos, pues quería cobrarnos 5 TL por dejar los zapatos “a su cuidado” fuera de la mezquita. Estábamos unos cuantos turistas quejándonos fuera hasta que apareció el imán y de pronto dejó de existir tal impuesto… No tiene demasiado interés… Junto a esta mezquita se encuentra el Acueducto de Valente, que surtía de agua al Gran Palacio en época bizantina. Por esta zona, menos turística que otras, hay tiendas y supermercados ideales para comprar a bajo precio las típicas delicias turcas. Nuestro paseo nos llevó hasta la plaza de la universidad y su elegante entrada (y un gran top manta), junto a la que se encuentra la última mezquita de nuestro periplo, la Mezquita de Beyazid, la más antigua de todas (1506).

Hartos de ver mezquitas y azulejos, y ya de noche nos fuimos a cenar a un restaurante de Sultanahment llamado “La Casita” llevado por un turco que hablaba español a la perfección y que gustaba de contar chistes (supongo que para amenizar la hora de espera por la comida…) Eso sí, yo me comí un pollo con melocotón que estaba buenísimo. Fotos nocturnas a la Mezquita Azul (de Santa Sofía no salió ninguna bien) y a la cama.
