Habíamos valorado la posibilidad de comprar el Strasbourg pass; que te da derecho a entrar a un museo de forma gratuita, a subir a la cúpula de la catedral, ver el reloj astronómico, el alquiler de una bici durante medio día y un paseo en barco ahorrándote algo de dinero pero la mayoría del grupo no estaba interesado en algunas de estas actividades y no nos merecía la pena.
Nuestra primera parada fue la catedral.
Nuestro siguiente destino era el barrio de la Petit France. Este barrio se llama así porque antiguamente, en la zona, a los enfermos se les denominaba franceses y cuando contraían algún tipo de enfermedad se les llevaba a este barrio. Es una zona de pequeñas calles y casas típicas alsacianas, por las que discurren algunos de los canales navegables de la ciudad. También se pueden observar algunas de las exclusas que permiten a los barcos cambiar de nivel para poder seguir navegando. En este barrio también se encuentran los famosos ponts couverts (puentes cubiertos) que aunque hoy ya no lo están siguen recibiendo esta denominación. Al parecer estos puentes estaban cubiertos por un cobertizo de madera que protegían de la lluvia la pólvora que utilizaban los artilleros que estaban apostados en las posiciones que hay cerca del mismo. Pasamos por la rue des molins para reservar mesa, para la cena, en uno de los restaurantes que tienen la terraza encima de los canales.
Cada uno de los asientos del barco tiene un sistema de auriculares en el que puedes seleccionar el idioma en el que quieres escuchar los comentarios. Hay que decir que los comentarios en español los realizo una señorita sudamericana y por lo tanto se escucha alguna palabra un poco rara. El paseo ofrece una visión de la ciudad desde otra perspectiva y en los comentarios cuenta algún detalle interesante pero por lo general el tampoco tiene nada de especial. Quizás hubiese sido más interesante haberlo hecho de noche, como habíamos pensado, pero nuestra apretada agenda tampoco nos había dejado mucho margen. Para mí, que ya había estado en todos los lugares por donde pasamos, la zona mas interesante fue la de las instituciones europeas, ya que te permitía hacerte una foto con sus peculiares edificios de fondo.
Nada mas salir del barco salimos corriendo hacia el restaurante porque habíamos reservado a las 2 horas para poder estar a las 22 en el espectáculo de luces y música de la fachada de la catedral.
La cena, a pesar de que nos sirvieron un poco mas lento de lo que nos hubiese gustado, no estuvo nada mal. Unas tartas flambees y unos menú típicos, con entrante; plato principal y postre, todo para compartir y nos salio por menos de 20 euros por persona incluyendo un menú de niño. En la espera entre plato y plato nos pudimos echar unas risas con las primeras experiencias idiomáticas de unos de nuestros componentes más jóvenes, que estuvo intercambiando impresiones en distintos idiomas con algunos de los comensales de las mesas de alrededor.
Después de pedir a las camareras que nos trajesen el postre rápido porque teníamos prisa, salimos corriendo hacia la catedral para intentar llegar al espectáculo. Solo nos dio tiempo a ver 5 minutos pero uno de nuestros miembros, la más formada en idiomas, se percato de que el espectáculo se repetía cada 15 minutos hasta las 12 de la noche pero solo hasta las 11 con música. Así pues nos sentamos en la cafetería que hay en la plaza a tomar un café y esperar que empezase el siguiente pase. No nos había dado tiempo a pedir cuando empezó de nuevo y cuando acabó le dimos las gracias a la camarera por el “no café” y nos fuimos para casa a descansar para el nuevo maratón del día siguiente.