La verdad es que este fue un día de palizón pues era una de las etapas más largas en coche.
Desayunamos en el hotel. Como ya no estabamos en España, ya empezamos aquí a darnos cuenta del trato que se les da a los animales. Nuestra perra podía entrar al comedor del hotel sin problemas, pero aprovechando el buen tiempo tomamos el desayuno en la terraza.
Y ya pusimos rumbo a nuestro destino.
Como queríamos evitar entrar por Suiza para no pagar por las autopistas, fuimos vía Lyon. Nos pilló el gran atasco aquí porque el GPS nos metió casi por el centro. No sé si esta es la única opcón (desde luego siguiendo también las indicaciones de tráfico, esta parecía la ruta a seguir), pero fue un suplicio... Aconsejo no seguir esta ruta.
Así que despues de rato cruzamos el Rhin y ya estabamos en Alemania. Aquí nos damos cuenta que desde la frontera hasta nuestro lugar de destino hay una hora y nos empezamos a dar cuenta del problema del kilometraje contratado y de que algo vamos a tener que hacer porque nos hemos quedado cortos...es que nunca se acaban los problemas??
Finalmente tras vueltas y vueltas por carreteras de doble sentido, entre bosques, praderas, granjas y básicamente, un paisaje bucólico, llegamos a nuestra casita en Herrischried.

Habíamos quedado que si no llegamos a tiempo el casero nos dejaba las llaves en su casa colgadas en el buzón y así lo hizo.
La casita era chulísima, realmente lo que esperabamos, pero nos damos cuenta que no nos ha dejado ni sabanas ni toallas; pero después de unas llamadas y un chapurreo de alemán de párvulos conseguimos que venga a la casa y nos dé lo que necesitamos.

Aquí seguimos dandonos cuenta de que estamos muy lejos de la civilización. En el pueblo (o más bien aldea) no hay de nada, ni tienda, ni bar ni nada...y como estamos aun viendo el tema de como adapar nuestro itinerario a los kilimetos contratados, no nos atrevemos a irnos lejos con el coche.
Así que decidimos descansar y con algo que llevabamos, cenar y acostarnos pronto.