MIÉRCOLES 25/07/2012
El plan de esta nueva etapa en el viaje es el que refleja el mapa, básicamente ir de punta a punta de Lituania.

El bus de Vilna a Kaunas (19 lt) ha salido puntual a las 8:30. Hay un montón al día, tal vez más de veinte. He hecho la reserva por internet con dos días de antelación y me ha tocado el asiento nº1 del minibus de 19 plazas. Al final hemos ido media docena de personas. El viaje se ha hecho según lo previsto en una hora y media.
La estación de autobuses de Kaunas está un poco apartada del casco antiguo, a unos dos kilómetros. Tienes la posibilidad de dejar la maleta en consigna por 2 lt.

Lo primero que he hecho ha sido buscar la casa de Chiune Sugihara. Sí, no tiene nombre muy lituano, y es que era japonés. No lo conocía hasta ayer que visité el museo del holocausto de Vilna. Este del todo merecido "justo entre las naciones" era un diplomático japonés instalado en Kaunas. Al de poco de comenzar la guerra mundial se encontró con que refugiados polacos y judíos también lituanos se apostaron en la embajada solicitando su ayuda. Aunque Japón era aliado de Alemania, decidió emitir visados de tránsito a los judíos polacos, obligados a tramitar por fuerza la ciudadanía soviética. Y es que la salida era por Moscú, dos semanas en el transmongoliano y de allí a Japón.
Cuando los rusos, en verano de 1940 se anexionan Lituania, es cuando en un mes, trabajando sin parar y sin el beneplácito de sus superiores en Japón, de hecho durante 29 días desobedeció sus órdenes, creaba y sellaba a razón de 300 visados diarios. Su hazaña, inconmensurable, salvó la vida a unas 1500 familias, se cree que a unos 6000 seres humanos.
Especialmente conmovedor resultan los relatos de los supervivientes al de veinte, treinta años de transcurrir los hechos, y poder localizar por fin a este auténtico ángel en Japón (sus pasos se había perdido tras la guerra, ya que estuvo durante dos años en un campo de concentración).
Encontrar la casa no es tarea fácil, porque está alejada de la zona turística, pero en la oficina de turismo te pueden dar información al respecto.
Después de este comienzo tan bueno decido seguir el consejo de la lonely planet y acercarme a los parques que rodean la zona de la parada de autobuses. El parque Vytautas y el "encantador" parque Azuolynas. Pues no los aconsejo. Al primero se llega después de subir una infinidad de escaleras (acostúmbrate a ellas si te sales de las principales calles turisticas) y es maleza seguida de más hierbas sin cuidar. Respecto al segundo "encantador" parque, pues es más bien normalito tirando a sencillo. Es cierto que estás a gusto bajo sus árboles, pero no tiene nada..., pero nada. He aprovechado para tomar el amaiketako en la zona, exenta de turistas.
Bueno, algo sí que tiene. Se ha erigido un monumento a los admirados pilotos lituanos Steponas Darius y Stanislovas Girenas, que murieron en 1933 cuando se encontraban a 650 kilómetros de batir el vuelo transatlántico sin escalas más largo de la historia. El avión, lituanica, se estrelló en Alemania.

Como me gustan los miradores, y a falta de colinas pequeñitas no se encuentra kaunas, me he acercado a la llamada Colina Verde. Resultaba que el funicular estaba cerrado durante todo el mes de julio, así que ha tocado subir más escaleras. El mirador se encuentra en la nueva Basílica de la Resurrección de Cristo. Un templo del siglo XX, bastante feo para mi gusto, por fuera y por dentro. Como seguro que habéis adivinado los que habéis leído la etapa de Vilna, los soviéticos no pudieron dejarlo como estaba. En este caso lo usaron como fábrica de radios.

Las vistas no son nada del otro mundo, la verdad. Destacar en la panorámica la cantidad de bosques frondosos de los alrededores; algo recurrente en Lituania, al parecer.

Ya me estaba cansando de dar vueltas de un sitio para otro caminando entre calles en obras y otras cortadas, así que me he dirigido hacia la impresionante Laisves Gatve, una avenida de 1'5 kilómetros peatonales, con árboles que dan sombra agradable y con wifi gratuito, que estoy aprovechando en este momento.
Por cierto, como curisosidad, aquí las papeleras están enterradas a más de medio metro. La verdad es que no lo entiendo, salvo que a Stalin le hubieran puesto los cuernos con un barrendero.

La calle comienza prácticamente con la Iglesia de San Miguel Arcangel, que en las fotos sale bastante favorecida. Y es que no le vendría mal una nueva capa de pintura. Bueno, a lo que vamos, ¿para qué utilizarían los soviéticos esta otra iglesia? Pues para un museo dedicado a la vidriería en color y una galería de esculturas. Desde luego, es que no les faltaba imaginación.

Si bien comienza en esa iglesia, termina en el palacio presidencial. Sí, es que Kaunas fue la capital de Lituania en la época de entre guerras.

Justo en ese momento comienza la Vilnius gatve que conduce directamente al casco antiguo.
En la zona se encuentra la Galería de Arte Mykolas Zilinskas, detrás de una estatua llamada genéricamente "el hombre", supuestamente inspirada en Niké, el dios griego de la victoria. Lo que es seguro es que fue motivo de una po lémica por el hecho de que mostraba los atributos masculinos (a mí me pareció normalito).

Seguramente sea porque he pasado tres días pateando las calles de Vilna, pero es que no veo por ningún lado el "encantador" casco antiguo del que habla la guía de viajes. Me ha parecido poco más que mediocre. Por destacar algo, la Catedral de San Pedro y San Pablo, que tiene un interior realmente bonito (aunque en proceso de restauración).


También me ha gustado la fachada de la llamada Casa del trueno, hecha a base de 20 tipos de ladrillos diferentes, que según la guía actualmente acoge el museo de Adam Mickievicz (yo la verdad es que no sé cómo se pueden repartir sus cosas en tantas casas museo de Polonia y de Lituania).

Cerca de la casa del trueno está el puente de Vytautas (aquí, aunque no lo he comentado antes, todo es del Vytautas este de marras). En broma se consideraba el más grande del mundo: en la provincia de Kaunas se regían por el calendario de los ortodoxos (juliano), mientras que en el otro lado del puente lo hacían por el católico-gregoriano; así que se necesitaban 13 días para atravesarlo. Como curiosidad, después de la 2ª G.M. las tornas se cambiaron y fueron los prisioneros de guerra alemanes los que construyeron el puente actual.

Sin embargo, tal vez lo más bonito sea la plaza del ayuntamiento, a la que, como a todo Kaunas, le falta un poco más de vida.

Al final no me he sentido con fuerzas ni ánimos de acercarme al Noveno Fuerte, situado a media hora en autobús (nº 23)
Bueno, como sólo tenía seis horas hasta el autobús que me tiene que llevar a Klaipeda, para hacer transbordo directamente al ferry, almuerzo algo y para la parada de autobús que me voy otra vez.
El viaje de Kaunas a Klaipeda (49 lt) ha sido un suplicio continuo. Bueno igual un poco exagerado, pero así lo he sentido. El viaje dura tres horas, pero al de una hora aproximadamente el autobús empieza a ir más despacio, a hacer como que se para en las cuestas… Se me han quedado los dedos pegados de tanto cruzarlos, como si hubiese usado loctite. En las cuestas, que gracias a Dios, eran poquitas, el autobús tenía que meter segunda, ibamos a unos 20 km/h por la autovía. Lo cuento ahora, que ya estoy en destino y estoy relajado, pero en el autobús ha habido varias ocasiones en las que pensaba que nos quedábamos en la carretera tirados.
Por cierto, ha habido un momento de pánico, cuando al de cinco minutos de bajar del autobús, me doy cuenta de que me he olvidado la guía. Bueno, pánico es quedarse corto. Por suerte, el chófer estaba todavía en la parada de autobús y se me ha acercado con la guía entre las manos. Como para darle un beso.
Por fin hemos llegado a Klaipeda. La estación está un poco apartada. El autobús 8 (muy frecuente) y el microbús 11 te dejan en el centro; el autobús 1 lo hace cerca del embarcadero del ferry, aunque pasa cada cuarenta minutos aproximadamente. Ese es el que he cogido.
Está muy bien señalizado el lugar donde hay que coger el ferry, no confundirlo con el embarcadero para los cruceros, que está relativamente cerca. Por supuesto, yo me he ido al de los cruceros. (Juro que no lo hago queriendo). Total, que por la tontería he tenido que esperar una horita para poder subir al ferry que me llevará al Istmo de Curlandia (7 minutos, 3 lt).

Allí está sincronizado, menos mal, con el autobús que recorre el Istmo hasta llegar a Nida (1 hora, 11 lt), la última parada antes de Kaliningrado. He conseguido llegar al albergue, que sorprendentemente lo he encontrado a la primera, a las 22:15.
Ya es tarde, pero me doy la vuelta de rigor por la zona descubriendo la oficina de turismo, el supermercado,… y la laguna preciosa, en calma, a la que da la zimmer en la que me alojo junto a un alemán (majísimo) y otras londinenses.

Aquí las casas son como pequeños chalecitos o bungalows, que han habilitado como bed&breakfast, a base de colocar literas en las habitaciones. No obstante, es tan bonito el entorno que tampoco vamos a estar mucho tiempo en la casa.

En principio el plan del día se ha cumplido, aunque haya llegado un poco tarde. Mañana a disfrutar de Nida y sus alrededores, antes de dirigirme a Klaipeda, que será únicamente un punto logístico para iniciar el siguiente gran salto a Riga.
JUEVES 26/07/2012
He dormido como una marmota (ya no quedaba nadie en la habitación). Sólo tengo libre la mañana para visitar las zonas más bonitas de esta parte Sur del Istmo de Curlandia. Me pongo las pilas y sin demora me acerco a la zona de las dunas (casi en la frontera con kaliningrado). Allí se encuentra la Duna Parnidis, que con sus 52 metros es la más alta de la península.


Para acceder se va andando por un sendero muy bien dispuesto y después se asciende por unas 200 escaleras. Las vistas son menos espectaculares que las que uno hubiera esperado. Creo que para apreciar de verdad las dunas y el paraje de pinos de los bosques de Curtlandia, lo mejor sería tener una vista aérea.
En el otro lado de la lengua de tierra (tiene escasos tres kilómetros de ancho) se encuentran unas playas preciosas, con la arena más blanca y fina que nunca haya visto. Por cierto, hay zona para nudistas, apartada y señalizada.

Para volver al pueblo, lo he hecho en autobús (2'5 lt, cada 15 minutos) por mera pereza, porque se tarda poco más de media hora. Es tan bonito el pueblo, su paseo junto a la laguna... sin lugar a dudas el pueblo más bonito que he visto en este mes largo de viaje; es tan bello, decía, que Thomas Mann vino en 1929 a una excursión por la zona y se enamoró (no me extraña) hasta tal punto que compró una casa de veraneo. La pena que sólo pudo aprovecharla durante tres veranos, ya que no era amigo del enano del bigote y se autoexilió.

De vuelta al albergue a escribir lo que estás leyendo, a comer algo y a recoger la maleta para repetir el viaje hasta Klaipeda (primero autobús Nida-Smyltine; después Ferry; después bus hasta la parada de autobuses, donde se encuentra mi albergue en Klaipeda).
No creo que siquiera baje a visitar la tercera ciudad de Lituania, con fama de bastante fea. A estas alturas del viaje, teniendo que madrugar mañana y darme otra matada, lo que prefiero es descansar.