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JUEVES 12/07/2012
El autobús desde Wroclaw (35 zloti) ha tardado 3’5horas en llegar a Cracovia. La carretera bastante buena, mayoritariamente por autopista de peaje. El autobús, no era del todo mala. Y es que por el precio que he pagado (la mitad que el tren, que tarda 1’5 horas más) no se puede pedir más. La compañía es link-bus, con varios autobuses diarios, todos directos. Es mejor comprar por Internet la reserva, porque tienes prioridad a la hora de subir; hasta el punto que ha habido unas diez personas que han hecho el viaje completo de pie.
La estación de autobuses de Cracovia está detrás de la de trenes, donde hay un montón de tranvías que te llevan a todas partes (3’2 zloti).
En mi caso, el albergue está situado en el barrio de podgorze, tristemente conocido por ser la ubicación del ominoso Guetto de Cracovia.
Como llego un poco tarde, decido dar una vuelta por el barrio para hacerme con las paradas de tranvía y con los supermercados y bares (muy pocos). De vuelta al albergue, me recojo en la habitación (vuelvo a estar con más australianos) y veo íntegra la Lista de Schindler de Spielberg. Y es que me tomo muy en serio la dimensión histórica de mi viaje de turismo, especialmente en lo concerniente con el totalitarismo nazi. En efecto, estoy un poco nervioso desde que he llegado a Cracovia. En el viaje he estado viendo, otra vez, el magnífico documental de la BBC sobre los nazis y la solución final (6 capítulos sobre Auswitz); en ratos libres hago la relectura del primer libro de la trilogía de Primo Levi, Si esto es un hombre; Antes del viaje me leí la cruda historia de Estella Muller la niña de la lista de Schindler; ayer mismo vi el documental Los últimos días producido por Spielberg… Estoy muy interesado en la dimensión humana de la Shoa.
VIERNES 13/07/2012
Como voy a estar cuatro noches en Cracovia, no tengo prisa para hacer nada con premura. Así, aprovechando la localización del albergue (tras un desayuno verdaderamente continental, propio de un hotel de categoría), me acerco a la plaza de los héroes del Ghetto, conocida históricamente como plaza de la concordia o Zgody Square.
En esta plaza, centro del Ghetto judío de Cracovia, fueron traídas las familias judías con sus pertenencias (para que no sospecharan) para ser reubicadas en las casas obreras del barrio. Un barrio que acogía en teoría a 3000 personas fue habilitado para 17.000 judíos de la ciudad, teniendo que compartir varias familias las habitaciones de una misma casa. Sus pertenencias fueron destruidas o robadas, una vez quedaron en la propia plaza.
En la actualidad hay una obra escultórica, formada por 70 sillas de bronces que alegóricamente representan aquellos enseres y recuerdos que estas personas tuvieron que dejar abandonadas.
Asimismo, en la plaza se llevó a cabo la selección de los habitantes del Ghetto, aquellos que podían ser empleados como mano de obra esclava (por empresarios como Schindler por ejemplo) residían en la parte A, y aquellos que por ser demasiado pequeños o enfermos o viejos no eran productivos en la parte B. Por supuesto, como no eran humanos, los que se vivían en la parte B, incluidos aquellos que sí tenían empleo pero se negaban a separarse de sus familiares, de sus hermanos, de sus propios hijos… fueron llevados a Belzec, más adelante a Auswitz, donde fueron asesinados el mismo día de su llegada.
En la misma plaza se encuentra la histórica farmacia regentada por un auténtico héroe polaco, Tadeuz Pankiewitz, y sus tres ayudantes Irena Drozdzikowska, Helena Krywaniuk y Aurelia Danek-Czort. Se trata de la Pod orlem apteka, la farmacia bajo el águila. Aunque los nazis le instaron a desplazarse del Ghetto, el farmacéutico decidió quedarse y mantuvo abierta durante las 24 horas la farmacia durante los dos años que estuvo el Ghetto abierto. Fue una fuente de información del exterior para los judíos internados, además de una ayuda inconmensurable para una población que no tenía acceso a medicamentos, porque no tenía derecho a ellos.
Hoy en día está abierta como museo (4 zloti) donde se puede aprender sobre el Ghetto y la participación de Tadeuz y sus ayudantes, incluso ocultando a algunas personas cuando se decidió la “aniquilación” del propio Ghetto. En 1983 fue justamente reconocido como Justo entre las Naciones del Mundo por el gobierno israelí, como símbolo de la solidaridad humana en los momentos de máxima dificultad.
Las explicaciones del pequeño museo también están en inglés, si bien la audioguía es sólo en polaco. En mi opinión es de visita obligada.
A menos de medio kilómetro se encuentra, en el mismo barrio, la fábrica de Esmaltados de Oscar Schindler, un arribista miembro del partido nazi (posiblemente por interés) que después de ver el trato recibido por los judíos en la “aniquilación” del Ghetto puso todos sus recursos económicos obtenidos del trabajo en condiciones de esclavitud, incluso su propia implicación personal, en intentar salvar al máximo número de personas.
Hoy en día la fábrica se ha convertido en un museo. Sin exagerar puedo afirmar que ha sido el más estremecedor en el que nunca haya estado. No se trata de que presente imágenes morbosas, sino que relata la existencia misma durante el Ghetto, incluyendo muchas aportaciones de testigos como Roman Polanski (8 años) o Estella Muller (8 años y salvada por Schindler). La visita se puede hacer en poco tiempo, sin lugar a dudas. Sin embargo, si tienes un poco de humanidad es necesario tomársela con calma. Además está muy bien ambientado, con todas las explicaciones (incluyendo audiovisuales de supervivientes) en inglés, además de Polaco. Yo he estado tres horas dentro y se me han pasado volando.
Me vuelvo al albergue, que como he dicho, está al lado. Paso por los únicos restos del muro del Ghetto que siguen en pie, como recuerdo.
Después de comer algo rápido me voy andando hacia el centro, porque el cielo no está muy claro. En menos de cinco minutos comienza un sirimiri que ha durado toda la tarde (no ha parado hasta las 21:15). Eso me ha condicionado toda la sobremesa, pues ha sido muy molesto andar bajo la lluvia, que no ha parado, intentando mirar el mapa. Ya, ya sé que hace poco me quejaba del calor de Polonia, y es que la cuestión es quejarse.
He ido subiendo hacia el Casco histórico, pasando primero por Kazimierz (barrio judío) y el Wawel, que seguramente visitaré el domingo. Por cierto, el museo Galizia cierra a las 18:00, no a las 19:00 como decía la lonely (cuando me he acercado eran las 17:10, así que lo dejaré para otro día).
En poco más de media hora me he puesto en el Stare Mesto, centralizada sobre la rynek medieval más grande de Europa (por supuesto también de Polonia). Igual influenciado por el mal tiempo, me ha parecido bonita, muy bonita, pero ni de lejos tan bonita como la de Wroclaw.
Tiene una forma cuadrada, casi perfecta, si no llega a ser por la Iglesia de Santa María, que está encuadrada como una cuña en el Noreste (terminología de la LP)
Tiene un tamaño espectacular y por fuera es imponente (por dentro intentaré verla mañana). Podríamos documentar dos curiosidades o leyendas. A las horas en punto en la torre alta una persona toca la trompeta durante unos segundos, melodía que se corta de manera abrupta. Dice la historia que un soldado avisó de la llegada de los otomanos, pero murió al ser atravesado por una flecha en el cuello, por lo que dejó inacabada la señal.
La otra historieta o leyenda hace referencia a la diferente altura de las torres. Cracovia tiene su propio relato de Caín y Abel. Dos hermanos rivalizaban sobre la construcción de la torres. El hermano mayor celoso de su otro hermano lo mató para que no pudiera igualar la altura de su torre. Después, los remordimientos le hicieron saltar desde su propia torre (más alta) poniendo fin a su vida.
En medio de la rynek se encuentra un edificio muy bonito, la llamada casa de paños. En su interior se encuentran numerosos comercios, mientras que en el piso superior hay una pinacoteca.
Por supuesto, en medio de la plaza no puede faltar la correspondiente estatua de Adam Mickievicz.
Otro edificio característico de la plaza es la torre del Ayuntamiento, curiosa, al estar aislada.
Pero la zona vieja no es sólo la rynek, también hay otros elementos característicos. Para empezar es llamativo el hecho de que toda el stare mesto está rodeada por una especie de muralla formada por árboles frondosos. Cracovia acoge una de las universidades más antiguas de Europa, destacando la belleza del edificio conocido como colegio maius, próxima a la Iglesia de Santa Ana, que me ha llamado la atención simplemente por no ser de ladrillo y tener un pórtico tan clásico.
En la zona antigua hay varios museos que no he podido visitar por ser demasiado tarde, tal vez el fin de semana me acerque. Al norte se encuentra una de las puertas de la ciudad, la llamada puerta de San Florian.
Y detrás de ella podemos ver la barbacana, donde algunos artistas locales exponen sus propias obras en la calle.
Como se me ha hecho tarde y la lluvia no ha dado tregua, este fin de semana repetiré parte del recorrido (si mejora el tiempo). Lo que me ha llamado la atención es la falta de iluminación de muchos de los edificios del Casco Antiguo. La verdad es que muchos estaban poco iluminados y otros, ni eso. Ganarían mucho con una iluminación adecuada.
SÁBADO 14/07/2012 EL MAL ABSOLUTO
Hoy ha tocado madrugar otra vez porque quería aprovechar la mañana viendo lo que ayer no pude por el mal tiempo. Además no quería ir demasiado tarde a Auswitz.
Para no perder tiempo he cogido el tranvía que en 8 minutitos me deja en la parada de tren, mi punto de partida por su cercanía con la zona vieja. He bajado por la barbacana que ya vi ayer.
Sin embargo sólo se trataba de un paso obligatorio para acercarme a la rynek, punto de llegada. Me interesaba subir al piso superior de la bella lonja de baños, pues hay una galería con pinturas de artistas polacos. La entrada cuest 12 zlotis, que incluye la posibilidad de entrar a la terraza de la cafetería del primer piso.
Había obras muy bonitas, la verdad. Aquí os dejo alguna del pintor que descubrí en Poznan
Por supuesto, he aprovechado para tomar un cafecito en la terraza con vistas muy hermosas de la mitad de la plaza.
Después del descanso, como tenía tiempo, me he acercado a la Iglesia de Santa María (Mariacka).
Se puede visitar a partir de las 11:00, si bien merece la pena esperar a que abren el retablo del altar a las 11:50. Se paga por entrar 6 zlotis, otros 5 si quieres grabar o sacar fotos y otros 5 si quieres audioguía en castellano. En mi opinión, merece la pena gastarse los 16 slotis. Si se entra por la puerta de oración, la del pórtico principal, se tiene acceso hasta la mitad de la nave principal.
Es una maravilla. Es tal su decoración que no hay un hueco libre ni en las paredes, policromadas, ni en el techo y sus bóvedas de un azul cobalto que imitan el cielo con infinidad de pequeñas estrellas doradas. También son llamativas las vidrieras, de muchos colores, que son casi una biblia en cristal.
El coro labrado en madera con relieves en los respaldos que ilustran la vida de María, a la que está consagrada la iglesia son simplemente espectaculares.
Sin embargo, al parecer lo más importante debe de ser el retablo del altar mayor.
Al lado de la caja donde se compran los tickets, junto a la plaza del mercado, se puede ver una figura característica de Cracovia.
Ya es hora de ir a la parada de autobuses para dirigirme a Oswiecim, nombre polaco de Auschwitz. También hay viajes organizados por unos 100 zloti por todas partes, pero ni lo he considerado. El autobús te deja en el propio museo en unos 100 minutos y hay bastantes.
Desde hace unos pocos meses se ha impuesto la obligatoriedad de entrar con guía entre las 10:00 y las 15:00 en el campo de Auschwitz. Para aquellas personas que sólo tengan una noción general, incluso vaga, de lo sucedido, es muy recomendable. El campo de Birkenau no tiene limitación alguna.
Mi plan lo tenía decidido desde que organicé el viaje. En efecto, el día de hoy es el punto culmimante del viaje, el motor de todo lo demás. Iba a ir por mi cuenta, sin nadie que me exija un ritmo concreto, ya había profundizado lo suficiente sobre el tema como para intentar aprehender de la visita.
Como he llegado antes de las 15:00, he aprovechado para coger uno de los autobuses gratuitos (cada media hora, aunque al mediodía, han funcionado por lo menos el doble) que unen Auschwitz I con Auschwitz II o Birkenau. El trayecto dura escasos cindo minutos en el autobús.
Se me siguen poniendo los pelos de punta mientras esto escribo. Nada más bajar del autobús me he encontrado con esta imagen que todos tenemos en la retina.
La impresión ha sido tal que me he dejado llevar por la emoción nada más bajar el último peldaño del autobús. Aunque estaba bastante convencido de lo que iba a ver, la realidad ha superado cualquier idea previa. Ha sido pasear, simplemente pasear por un extensísimo campo, con pocas aclaraciones, que son innecesarias... basta ver los cientos de metros de andén junto a los raíles de las vías del tren. En ningún momento he intentado contenerme, sabía que necesitaba pasar por ese momento catártico. De vez en cuando andaba entre personas, todas ellas respetuosas y en silencio; pero la mayor parte del tiempo he ido sólo, como deambulando.
Al de un par de horas he cogido el autobús para Auschwitz I, que está organizado como un museo. En al menos la mitad de los barracones hay exposiciones muy cuidadas en su mayor parte, muy ilustrativas (en polaco, inglés y en el idioma oficial del país que representaba). El haberme acercado después de las 15:00 me ha favorecido ya que apenas había turistas, guiados sin voluntad, detrás de una bandera o un paraguas.
Después de lo de Birkenau, mucho más abierto, el museo de Auschwitz me ha afectado menos. No profundiza lo suficiente en lo que significó la lucha por la supervivencia en el campo.
Por supuesto, más allá de lo que llaman las "pruebas de la aniquilación" (una recolección casi infinita de gafas, de zapatos, de cabello, de ropa, de maletas....), lo realmente impactante es la posibilidad de poner cara a tanto sufrimiento.
Primo Levi hace la diferencia entre los salvados y los hundidos. éstos, los "musulmanes" se sabe que están aquí de paso y que dentro de unas semanas no quedará de ellos más que un puñado de cenizas en cualquier campo no lejano y, en un registro, un número de matrícula vencido. Aunque englobados y arrastrados sin descanso por la muchedumbre innumerable de sus semejantes, sufren y se arrastran en una opaca soledad íntima, y en soledad mueren o desaparecen, sin dejar rastros en la memoria de nadie.
Sucumbir es lo más sencillo: basta cumplir órdenes que se reciben, no comer más que la ración, atenerse a la disciplina del trabajo y del campo. La experiencia ha demostrado que, de este modo, sólo excepcionalmente se puede durar más de tres meses. Todos los musulmanes que van al gas tienen la misma historia o, mejor dicho, no tienen historia; han seguido por la pendiente hasta el fondo, naturalmente, como los arroyos que van a dar al mar. Una vez en el campo, debido a su especial incapacidad, o por desgracia, o por culpa de cualquier incidente trivial, se han visto arrollados antes de haber podido adaptarse; han sido vencidos antes de empezar... su vida es breve, pero su número es desmesurado; son ellos, los hundidos, los Muselmänner, los cimientos del campo; ellos la masa anónima, continuamente renovada y siempre idéntica, de no-hombres que marchan y trabajan en silencio, apagada en ellos la llama divina, demasiado vacíos ya para sufrir... si pudiese encerrar a todo el mal de nuestro tiempo en una imagen, escogería esta imagen.
Primo Levi estuvo en Auschwitz I, no sabía de los trenes traídos de Hungría directamente a Birkenau, pero aún así sus palabras son tremendas.
A pesar de no estar en la categoría de salvados, a veces el azar actúa para bien. No puedo evitar escribir la sensación de alivio, de alegría infinita al ver algunas fotos de niños de apenas 8 años internados y bajo la que escriben su relato vital en el campo de exterminio. Cuando ya estás esperando ver cuántos días estuvo retenido, ves que pone que se salvó de ser asesinado por gas, ya que era uno de los niños-experimento. Por supuesto que no tardas segundos en pensar que por cada uno de estos, habría cientos, miles de pequeños gaseados. Pero el caso es que ese rostro infantil que tienes delante de ti, no fue uno de ellos... y rompes a llorar.
DOMINGO 15/07/2012 WAVEL + MINAS SAL
Aunque me quedo también esta noche en Cracovia, es el último día que voy a disfrutar de la ciudad, que si bien empezó con una impresión que no cubría las expectativas (después de haber estado en Poznan o en Wroclaw), ha ido cogiendo fuerza a medida que pasan los días. Creo que algo que influye de manera casi determinante es el cambiante tiempo. La mayor parte de los días, si no todos, me levanto con un día soleado y caluroso, sin embargo, sin previo aviso para la hora de comer se nubla y se pone a llover durante horas, lo que hace desmerecer el paseo por sus callejuelas.
Tras el desayuno copioso del albergue, me acerco andando hacia el Sur de la stare mesto (ya empiezo a expresarme como los de la lonely), antes de llegar a la zona antigua propiamente dicha. Me dirijo hacia la colina de Wavel, donde se encuentra un castillo y una catedral, que son el punto turístico más visitado de toda Polonia.
En el camino decido detenerme en algunas de las iglesias próximas al barrio judío que aún no había visitado. Craso error, Iñaki, que hoy es domingo!! (La verdad es que no controlo en qué día de la semana me encuentro, a pesar de que escriba el diario).
Por cierto, aquí las misas deben durar una eternidad, porque si para las 9:30 ya estaban abarrotadas las iglesias, cuando he salido del Castillo, unas cuatro horas después, tampoco he podido visitarlas, pues seguía habiendo oficios dentro.
Lo que sí he podido ver, porque me pillaba de camino, es la fachada del ayuntamiento, que curiósamente no es de ladrillo rojo.
Para acercarme al Wawel he ido por la ribera del Vístula, una zona recreativa por la que los cracovianos pasean y andan en bicicleta; la verdad es que es muy relajante y bonita.
Con esa excusa y como me he arreglado la barba un poco (ya llevo casi tres semanas fuera de casa) he aprovechado para sacarme alguna foto en la zona, a ver qué tal.
La excursión puede no salir barata exactamente, ya que puedes pagar por visitar el castillo y por visitar la catedral. Por si no queda claro, en tu visita al castillo puedes elegir:
• Las cámaras reales
• Los aposentos reales (lo primero que se acaba)
• El tesoro real
• La sala de arte oriental
• La torre de Wawel
• La cueva del dragón
• La torre Sandomierska
• Exhibiciones temporales (que hay varias)
Por cada cosa pagas. Por ejemplo, yo he reservado para las cámaras reales, la cueva del dragón y el cuadro (sí, sólo uno) de Leonardo “la dama con el armiño”. Total, 31 zlotis. Lo dicho, para ser Polonia, muy caro.
Vistas del patio de arcos del interior del palacio, con los arcos de media punta apoyados en columnas y columnas dobles con característicos nudos en el centro en la segunda planta.
Vistas del patio exterior al palacio y la catedral, un buen sitio para tomar algo y descansar (además es lo único gratuito.
Vistas del exterior tan diverso de la catedral.
En las cámaras reales, tampoco quiero dar una clase de historia, destacan a mi modo de ver los tapices de Bruselas (es que me gustan un montón). Algunos son espectaculares. Otros están faltos de color.
Merece la pena ver la exhibición temporal (hasta agosto) del único Leonardo de Polonia.
Respecto a la cueva del dragón, es una forma curiosa de descender del castillo hasta las orillas del Vístula. Cuenta la leyenda que en el Castillo moraba un gran dragón. Como en los mejores cuentos, también había una princesa salvada por un humilde joven. En este caso, el campesino suministró un veneno al monstruo que le produjo una sed insoportable, por lo que bebió y bebió del Vístula hasta que explotó. Supuestamente el monumento conmemorativo echa fuego verdadero, pero yo no lo he podido ver. Antes de que se me olvide. Cuidado al bajar por la escalera de caracol de la gruta del dragón, porque hay un momento concreto en que la altura no es suficiente y me llevado un buen coscorrón. Por cierto, la naturaleza humana: una familia iba detrás mío y los dos críos han dicho algo en no sé que idioma, pero las risotadas después de mi hostia las he entendido a la perfección
Como consejo, si alguien quiere acercarse a Wawel, lo mejor es reservar entrada, porque las colas son muy considerables. Hasta el punto que he desistido de comprar entrada para la catedral. Ya había hecho media hora para la entrada al castillo y me esperaba bastante más para la de la catedral, que al ser domingo, abría a partir de las 12:30
El plan de la tarde consistía en hacer una escapada a la mina de sal de Wieliczka, primer monumento polaco patrimonio de la humanidad de la UNESCO. Había leído críticas tanto positivas como negativas de la misma, pero aún así me parecía una oportunidad que no podía dejar pasar. Para acercarse existe la posibilidad de recurrir al transporte público (se tarda unos 45 minutos, está a 14 km); pero teniendo en cuenta que la entrada ya cuesta 72 zloti, a lo que hay que añadir el precio por el guía obligatorio (más si es en español) y el tiempo indeterminado hasta que se forme un grupo de visitantes en castellano (tampoco es cuestión de entrar con los polacos)… en definitiva, aunque salga carillo merece la pena la comodidad de que, por una vez, te lo den hecho.
Existen infinidad de empresas dedicadas a hacer recorridos como éste. Todas con precios similares. Yo he cogido la visita con Cracow city tours, porque lo hacía por la tarde y me cuadraba más el horario. El precio del tour ha sido de 120 zloti (100 en polaco y 110 en inglés).
El tour dura unas cuatro horas en total, siendo algo más de dos las que estás en la mina.
La sensación, ahora después de una horas de la excursión, es poliédrica. Sí merece la pena, por supuesto. Sin embargo, tiene pegas importantes. Fundamentalmente, el hecho de que es demasiado turística para mi gusto. Comienza muy bien con la introducción a la mina (400 escaleras que no cansan) y la explicación de su funcionamiento (que podía ser más prolija). Pero enseguida se comprueba que está demasiado bien preparada para el turismo en masa: los pasillos tan amplios, la iluminación tan generosa,… A mí me ha parecido un poco artificial. Por supuesto, no pensaba en unas cuevas como las de Scokjan en Eslovenia, pero algo más “real” sí que esperaba.
No pueden faltar historietas y aquí va la de la mina. En la cámara de la leyenda se narra el descubrimiento de la mina gracias a la inspiración de la princesa húngara Kinga (kunegunda en castellano) que para su boda con el príncipe polaco de cracovia, quiso aportar una mina de sal (frecuentes en su país) para sus nuevos súbditos. Para ello lanzó su anillo de compromiso por un pozo y luego mandó cavar hasta que apareció un rico yacimiento de sal que nunca se agotaba. (no hay que olvidar de la importancia de la sal y su valor para conservar los alimentos) Su anillo se encontró brillando entre las gemas de sal.
Algunas salas son simplemente impresionantes, grandiosas, pero para llegar a ellas has recorrido tres cuartos de hora por pasillos de la mina. La más impresionante es la llamada capilla de Santa Kinga, donde desde los retablos hasta los candelabros son de sal. Lo construyeron los propios mineros a lo largo de tres décadas. Las esculturas son muy llamativas. Hay obreros, etapas de la vida de Jesús, una reproducción de la última cena de Leonardo y, cómo no, una estatua del papa polaco.
La subida de los 135 metros se hace gracias a dios mediante un ascensor típico de mineros, pero a velocidad de vértigo.
El autobús desde Wroclaw (35 zloti) ha tardado 3’5horas en llegar a Cracovia. La carretera bastante buena, mayoritariamente por autopista de peaje. El autobús, no era del todo mala. Y es que por el precio que he pagado (la mitad que el tren, que tarda 1’5 horas más) no se puede pedir más. La compañía es link-bus, con varios autobuses diarios, todos directos. Es mejor comprar por Internet la reserva, porque tienes prioridad a la hora de subir; hasta el punto que ha habido unas diez personas que han hecho el viaje completo de pie.
La estación de autobuses de Cracovia está detrás de la de trenes, donde hay un montón de tranvías que te llevan a todas partes (3’2 zloti).
En mi caso, el albergue está situado en el barrio de podgorze, tristemente conocido por ser la ubicación del ominoso Guetto de Cracovia.
Como llego un poco tarde, decido dar una vuelta por el barrio para hacerme con las paradas de tranvía y con los supermercados y bares (muy pocos). De vuelta al albergue, me recojo en la habitación (vuelvo a estar con más australianos) y veo íntegra la Lista de Schindler de Spielberg. Y es que me tomo muy en serio la dimensión histórica de mi viaje de turismo, especialmente en lo concerniente con el totalitarismo nazi. En efecto, estoy un poco nervioso desde que he llegado a Cracovia. En el viaje he estado viendo, otra vez, el magnífico documental de la BBC sobre los nazis y la solución final (6 capítulos sobre Auswitz); en ratos libres hago la relectura del primer libro de la trilogía de Primo Levi, Si esto es un hombre; Antes del viaje me leí la cruda historia de Estella Muller la niña de la lista de Schindler; ayer mismo vi el documental Los últimos días producido por Spielberg… Estoy muy interesado en la dimensión humana de la Shoa.
VIERNES 13/07/2012
Como voy a estar cuatro noches en Cracovia, no tengo prisa para hacer nada con premura. Así, aprovechando la localización del albergue (tras un desayuno verdaderamente continental, propio de un hotel de categoría), me acerco a la plaza de los héroes del Ghetto, conocida históricamente como plaza de la concordia o Zgody Square.
En esta plaza, centro del Ghetto judío de Cracovia, fueron traídas las familias judías con sus pertenencias (para que no sospecharan) para ser reubicadas en las casas obreras del barrio. Un barrio que acogía en teoría a 3000 personas fue habilitado para 17.000 judíos de la ciudad, teniendo que compartir varias familias las habitaciones de una misma casa. Sus pertenencias fueron destruidas o robadas, una vez quedaron en la propia plaza.
En la actualidad hay una obra escultórica, formada por 70 sillas de bronces que alegóricamente representan aquellos enseres y recuerdos que estas personas tuvieron que dejar abandonadas.
Asimismo, en la plaza se llevó a cabo la selección de los habitantes del Ghetto, aquellos que podían ser empleados como mano de obra esclava (por empresarios como Schindler por ejemplo) residían en la parte A, y aquellos que por ser demasiado pequeños o enfermos o viejos no eran productivos en la parte B. Por supuesto, como no eran humanos, los que se vivían en la parte B, incluidos aquellos que sí tenían empleo pero se negaban a separarse de sus familiares, de sus hermanos, de sus propios hijos… fueron llevados a Belzec, más adelante a Auswitz, donde fueron asesinados el mismo día de su llegada.
En la misma plaza se encuentra la histórica farmacia regentada por un auténtico héroe polaco, Tadeuz Pankiewitz, y sus tres ayudantes Irena Drozdzikowska, Helena Krywaniuk y Aurelia Danek-Czort. Se trata de la Pod orlem apteka, la farmacia bajo el águila. Aunque los nazis le instaron a desplazarse del Ghetto, el farmacéutico decidió quedarse y mantuvo abierta durante las 24 horas la farmacia durante los dos años que estuvo el Ghetto abierto. Fue una fuente de información del exterior para los judíos internados, además de una ayuda inconmensurable para una población que no tenía acceso a medicamentos, porque no tenía derecho a ellos.
Hoy en día está abierta como museo (4 zloti) donde se puede aprender sobre el Ghetto y la participación de Tadeuz y sus ayudantes, incluso ocultando a algunas personas cuando se decidió la “aniquilación” del propio Ghetto. En 1983 fue justamente reconocido como Justo entre las Naciones del Mundo por el gobierno israelí, como símbolo de la solidaridad humana en los momentos de máxima dificultad.
Las explicaciones del pequeño museo también están en inglés, si bien la audioguía es sólo en polaco. En mi opinión es de visita obligada.
A menos de medio kilómetro se encuentra, en el mismo barrio, la fábrica de Esmaltados de Oscar Schindler, un arribista miembro del partido nazi (posiblemente por interés) que después de ver el trato recibido por los judíos en la “aniquilación” del Ghetto puso todos sus recursos económicos obtenidos del trabajo en condiciones de esclavitud, incluso su propia implicación personal, en intentar salvar al máximo número de personas.
Hoy en día la fábrica se ha convertido en un museo. Sin exagerar puedo afirmar que ha sido el más estremecedor en el que nunca haya estado. No se trata de que presente imágenes morbosas, sino que relata la existencia misma durante el Ghetto, incluyendo muchas aportaciones de testigos como Roman Polanski (8 años) o Estella Muller (8 años y salvada por Schindler). La visita se puede hacer en poco tiempo, sin lugar a dudas. Sin embargo, si tienes un poco de humanidad es necesario tomársela con calma. Además está muy bien ambientado, con todas las explicaciones (incluyendo audiovisuales de supervivientes) en inglés, además de Polaco. Yo he estado tres horas dentro y se me han pasado volando.
Me vuelvo al albergue, que como he dicho, está al lado. Paso por los únicos restos del muro del Ghetto que siguen en pie, como recuerdo.
Después de comer algo rápido me voy andando hacia el centro, porque el cielo no está muy claro. En menos de cinco minutos comienza un sirimiri que ha durado toda la tarde (no ha parado hasta las 21:15). Eso me ha condicionado toda la sobremesa, pues ha sido muy molesto andar bajo la lluvia, que no ha parado, intentando mirar el mapa. Ya, ya sé que hace poco me quejaba del calor de Polonia, y es que la cuestión es quejarse.
He ido subiendo hacia el Casco histórico, pasando primero por Kazimierz (barrio judío) y el Wawel, que seguramente visitaré el domingo. Por cierto, el museo Galizia cierra a las 18:00, no a las 19:00 como decía la lonely (cuando me he acercado eran las 17:10, así que lo dejaré para otro día).
En poco más de media hora me he puesto en el Stare Mesto, centralizada sobre la rynek medieval más grande de Europa (por supuesto también de Polonia). Igual influenciado por el mal tiempo, me ha parecido bonita, muy bonita, pero ni de lejos tan bonita como la de Wroclaw.
Tiene una forma cuadrada, casi perfecta, si no llega a ser por la Iglesia de Santa María, que está encuadrada como una cuña en el Noreste (terminología de la LP)
Tiene un tamaño espectacular y por fuera es imponente (por dentro intentaré verla mañana). Podríamos documentar dos curiosidades o leyendas. A las horas en punto en la torre alta una persona toca la trompeta durante unos segundos, melodía que se corta de manera abrupta. Dice la historia que un soldado avisó de la llegada de los otomanos, pero murió al ser atravesado por una flecha en el cuello, por lo que dejó inacabada la señal.
La otra historieta o leyenda hace referencia a la diferente altura de las torres. Cracovia tiene su propio relato de Caín y Abel. Dos hermanos rivalizaban sobre la construcción de la torres. El hermano mayor celoso de su otro hermano lo mató para que no pudiera igualar la altura de su torre. Después, los remordimientos le hicieron saltar desde su propia torre (más alta) poniendo fin a su vida.
En medio de la rynek se encuentra un edificio muy bonito, la llamada casa de paños. En su interior se encuentran numerosos comercios, mientras que en el piso superior hay una pinacoteca.
Por supuesto, en medio de la plaza no puede faltar la correspondiente estatua de Adam Mickievicz.
Otro edificio característico de la plaza es la torre del Ayuntamiento, curiosa, al estar aislada.
Pero la zona vieja no es sólo la rynek, también hay otros elementos característicos. Para empezar es llamativo el hecho de que toda el stare mesto está rodeada por una especie de muralla formada por árboles frondosos. Cracovia acoge una de las universidades más antiguas de Europa, destacando la belleza del edificio conocido como colegio maius, próxima a la Iglesia de Santa Ana, que me ha llamado la atención simplemente por no ser de ladrillo y tener un pórtico tan clásico.
En la zona antigua hay varios museos que no he podido visitar por ser demasiado tarde, tal vez el fin de semana me acerque. Al norte se encuentra una de las puertas de la ciudad, la llamada puerta de San Florian.
Y detrás de ella podemos ver la barbacana, donde algunos artistas locales exponen sus propias obras en la calle.
Como se me ha hecho tarde y la lluvia no ha dado tregua, este fin de semana repetiré parte del recorrido (si mejora el tiempo). Lo que me ha llamado la atención es la falta de iluminación de muchos de los edificios del Casco Antiguo. La verdad es que muchos estaban poco iluminados y otros, ni eso. Ganarían mucho con una iluminación adecuada.
SÁBADO 14/07/2012 EL MAL ABSOLUTO
Hoy ha tocado madrugar otra vez porque quería aprovechar la mañana viendo lo que ayer no pude por el mal tiempo. Además no quería ir demasiado tarde a Auswitz.
Para no perder tiempo he cogido el tranvía que en 8 minutitos me deja en la parada de tren, mi punto de partida por su cercanía con la zona vieja. He bajado por la barbacana que ya vi ayer.
Sin embargo sólo se trataba de un paso obligatorio para acercarme a la rynek, punto de llegada. Me interesaba subir al piso superior de la bella lonja de baños, pues hay una galería con pinturas de artistas polacos. La entrada cuest 12 zlotis, que incluye la posibilidad de entrar a la terraza de la cafetería del primer piso.
Había obras muy bonitas, la verdad. Aquí os dejo alguna del pintor que descubrí en Poznan
Por supuesto, he aprovechado para tomar un cafecito en la terraza con vistas muy hermosas de la mitad de la plaza.
Después del descanso, como tenía tiempo, me he acercado a la Iglesia de Santa María (Mariacka).
Se puede visitar a partir de las 11:00, si bien merece la pena esperar a que abren el retablo del altar a las 11:50. Se paga por entrar 6 zlotis, otros 5 si quieres grabar o sacar fotos y otros 5 si quieres audioguía en castellano. En mi opinión, merece la pena gastarse los 16 slotis. Si se entra por la puerta de oración, la del pórtico principal, se tiene acceso hasta la mitad de la nave principal.
Es una maravilla. Es tal su decoración que no hay un hueco libre ni en las paredes, policromadas, ni en el techo y sus bóvedas de un azul cobalto que imitan el cielo con infinidad de pequeñas estrellas doradas. También son llamativas las vidrieras, de muchos colores, que son casi una biblia en cristal.
El coro labrado en madera con relieves en los respaldos que ilustran la vida de María, a la que está consagrada la iglesia son simplemente espectaculares.
Sin embargo, al parecer lo más importante debe de ser el retablo del altar mayor.
Al lado de la caja donde se compran los tickets, junto a la plaza del mercado, se puede ver una figura característica de Cracovia.
Ya es hora de ir a la parada de autobuses para dirigirme a Oswiecim, nombre polaco de Auschwitz. También hay viajes organizados por unos 100 zloti por todas partes, pero ni lo he considerado. El autobús te deja en el propio museo en unos 100 minutos y hay bastantes.
Desde hace unos pocos meses se ha impuesto la obligatoriedad de entrar con guía entre las 10:00 y las 15:00 en el campo de Auschwitz. Para aquellas personas que sólo tengan una noción general, incluso vaga, de lo sucedido, es muy recomendable. El campo de Birkenau no tiene limitación alguna.
Mi plan lo tenía decidido desde que organicé el viaje. En efecto, el día de hoy es el punto culmimante del viaje, el motor de todo lo demás. Iba a ir por mi cuenta, sin nadie que me exija un ritmo concreto, ya había profundizado lo suficiente sobre el tema como para intentar aprehender de la visita.
Como he llegado antes de las 15:00, he aprovechado para coger uno de los autobuses gratuitos (cada media hora, aunque al mediodía, han funcionado por lo menos el doble) que unen Auschwitz I con Auschwitz II o Birkenau. El trayecto dura escasos cindo minutos en el autobús.
Se me siguen poniendo los pelos de punta mientras esto escribo. Nada más bajar del autobús me he encontrado con esta imagen que todos tenemos en la retina.
La impresión ha sido tal que me he dejado llevar por la emoción nada más bajar el último peldaño del autobús. Aunque estaba bastante convencido de lo que iba a ver, la realidad ha superado cualquier idea previa. Ha sido pasear, simplemente pasear por un extensísimo campo, con pocas aclaraciones, que son innecesarias... basta ver los cientos de metros de andén junto a los raíles de las vías del tren. En ningún momento he intentado contenerme, sabía que necesitaba pasar por ese momento catártico. De vez en cuando andaba entre personas, todas ellas respetuosas y en silencio; pero la mayor parte del tiempo he ido sólo, como deambulando.
Al de un par de horas he cogido el autobús para Auschwitz I, que está organizado como un museo. En al menos la mitad de los barracones hay exposiciones muy cuidadas en su mayor parte, muy ilustrativas (en polaco, inglés y en el idioma oficial del país que representaba). El haberme acercado después de las 15:00 me ha favorecido ya que apenas había turistas, guiados sin voluntad, detrás de una bandera o un paraguas.
Después de lo de Birkenau, mucho más abierto, el museo de Auschwitz me ha afectado menos. No profundiza lo suficiente en lo que significó la lucha por la supervivencia en el campo.
Por supuesto, más allá de lo que llaman las "pruebas de la aniquilación" (una recolección casi infinita de gafas, de zapatos, de cabello, de ropa, de maletas....), lo realmente impactante es la posibilidad de poner cara a tanto sufrimiento.
Primo Levi hace la diferencia entre los salvados y los hundidos. éstos, los "musulmanes" se sabe que están aquí de paso y que dentro de unas semanas no quedará de ellos más que un puñado de cenizas en cualquier campo no lejano y, en un registro, un número de matrícula vencido. Aunque englobados y arrastrados sin descanso por la muchedumbre innumerable de sus semejantes, sufren y se arrastran en una opaca soledad íntima, y en soledad mueren o desaparecen, sin dejar rastros en la memoria de nadie.
Sucumbir es lo más sencillo: basta cumplir órdenes que se reciben, no comer más que la ración, atenerse a la disciplina del trabajo y del campo. La experiencia ha demostrado que, de este modo, sólo excepcionalmente se puede durar más de tres meses. Todos los musulmanes que van al gas tienen la misma historia o, mejor dicho, no tienen historia; han seguido por la pendiente hasta el fondo, naturalmente, como los arroyos que van a dar al mar. Una vez en el campo, debido a su especial incapacidad, o por desgracia, o por culpa de cualquier incidente trivial, se han visto arrollados antes de haber podido adaptarse; han sido vencidos antes de empezar... su vida es breve, pero su número es desmesurado; son ellos, los hundidos, los Muselmänner, los cimientos del campo; ellos la masa anónima, continuamente renovada y siempre idéntica, de no-hombres que marchan y trabajan en silencio, apagada en ellos la llama divina, demasiado vacíos ya para sufrir... si pudiese encerrar a todo el mal de nuestro tiempo en una imagen, escogería esta imagen.
Primo Levi estuvo en Auschwitz I, no sabía de los trenes traídos de Hungría directamente a Birkenau, pero aún así sus palabras son tremendas.
A pesar de no estar en la categoría de salvados, a veces el azar actúa para bien. No puedo evitar escribir la sensación de alivio, de alegría infinita al ver algunas fotos de niños de apenas 8 años internados y bajo la que escriben su relato vital en el campo de exterminio. Cuando ya estás esperando ver cuántos días estuvo retenido, ves que pone que se salvó de ser asesinado por gas, ya que era uno de los niños-experimento. Por supuesto que no tardas segundos en pensar que por cada uno de estos, habría cientos, miles de pequeños gaseados. Pero el caso es que ese rostro infantil que tienes delante de ti, no fue uno de ellos... y rompes a llorar.
DOMINGO 15/07/2012 WAVEL + MINAS SAL
Aunque me quedo también esta noche en Cracovia, es el último día que voy a disfrutar de la ciudad, que si bien empezó con una impresión que no cubría las expectativas (después de haber estado en Poznan o en Wroclaw), ha ido cogiendo fuerza a medida que pasan los días. Creo que algo que influye de manera casi determinante es el cambiante tiempo. La mayor parte de los días, si no todos, me levanto con un día soleado y caluroso, sin embargo, sin previo aviso para la hora de comer se nubla y se pone a llover durante horas, lo que hace desmerecer el paseo por sus callejuelas.
Tras el desayuno copioso del albergue, me acerco andando hacia el Sur de la stare mesto (ya empiezo a expresarme como los de la lonely), antes de llegar a la zona antigua propiamente dicha. Me dirijo hacia la colina de Wavel, donde se encuentra un castillo y una catedral, que son el punto turístico más visitado de toda Polonia.
En el camino decido detenerme en algunas de las iglesias próximas al barrio judío que aún no había visitado. Craso error, Iñaki, que hoy es domingo!! (La verdad es que no controlo en qué día de la semana me encuentro, a pesar de que escriba el diario).
Por cierto, aquí las misas deben durar una eternidad, porque si para las 9:30 ya estaban abarrotadas las iglesias, cuando he salido del Castillo, unas cuatro horas después, tampoco he podido visitarlas, pues seguía habiendo oficios dentro.
Lo que sí he podido ver, porque me pillaba de camino, es la fachada del ayuntamiento, que curiósamente no es de ladrillo rojo.
Para acercarme al Wawel he ido por la ribera del Vístula, una zona recreativa por la que los cracovianos pasean y andan en bicicleta; la verdad es que es muy relajante y bonita.
Con esa excusa y como me he arreglado la barba un poco (ya llevo casi tres semanas fuera de casa) he aprovechado para sacarme alguna foto en la zona, a ver qué tal.
La excursión puede no salir barata exactamente, ya que puedes pagar por visitar el castillo y por visitar la catedral. Por si no queda claro, en tu visita al castillo puedes elegir:
• Las cámaras reales
• Los aposentos reales (lo primero que se acaba)
• El tesoro real
• La sala de arte oriental
• La torre de Wawel
• La cueva del dragón
• La torre Sandomierska
• Exhibiciones temporales (que hay varias)
Por cada cosa pagas. Por ejemplo, yo he reservado para las cámaras reales, la cueva del dragón y el cuadro (sí, sólo uno) de Leonardo “la dama con el armiño”. Total, 31 zlotis. Lo dicho, para ser Polonia, muy caro.
Vistas del patio de arcos del interior del palacio, con los arcos de media punta apoyados en columnas y columnas dobles con característicos nudos en el centro en la segunda planta.
Vistas del patio exterior al palacio y la catedral, un buen sitio para tomar algo y descansar (además es lo único gratuito.
Vistas del exterior tan diverso de la catedral.
En las cámaras reales, tampoco quiero dar una clase de historia, destacan a mi modo de ver los tapices de Bruselas (es que me gustan un montón). Algunos son espectaculares. Otros están faltos de color.
Merece la pena ver la exhibición temporal (hasta agosto) del único Leonardo de Polonia.
Respecto a la cueva del dragón, es una forma curiosa de descender del castillo hasta las orillas del Vístula. Cuenta la leyenda que en el Castillo moraba un gran dragón. Como en los mejores cuentos, también había una princesa salvada por un humilde joven. En este caso, el campesino suministró un veneno al monstruo que le produjo una sed insoportable, por lo que bebió y bebió del Vístula hasta que explotó. Supuestamente el monumento conmemorativo echa fuego verdadero, pero yo no lo he podido ver. Antes de que se me olvide. Cuidado al bajar por la escalera de caracol de la gruta del dragón, porque hay un momento concreto en que la altura no es suficiente y me llevado un buen coscorrón. Por cierto, la naturaleza humana: una familia iba detrás mío y los dos críos han dicho algo en no sé que idioma, pero las risotadas después de mi hostia las he entendido a la perfección
Como consejo, si alguien quiere acercarse a Wawel, lo mejor es reservar entrada, porque las colas son muy considerables. Hasta el punto que he desistido de comprar entrada para la catedral. Ya había hecho media hora para la entrada al castillo y me esperaba bastante más para la de la catedral, que al ser domingo, abría a partir de las 12:30
El plan de la tarde consistía en hacer una escapada a la mina de sal de Wieliczka, primer monumento polaco patrimonio de la humanidad de la UNESCO. Había leído críticas tanto positivas como negativas de la misma, pero aún así me parecía una oportunidad que no podía dejar pasar. Para acercarse existe la posibilidad de recurrir al transporte público (se tarda unos 45 minutos, está a 14 km); pero teniendo en cuenta que la entrada ya cuesta 72 zloti, a lo que hay que añadir el precio por el guía obligatorio (más si es en español) y el tiempo indeterminado hasta que se forme un grupo de visitantes en castellano (tampoco es cuestión de entrar con los polacos)… en definitiva, aunque salga carillo merece la pena la comodidad de que, por una vez, te lo den hecho.
Existen infinidad de empresas dedicadas a hacer recorridos como éste. Todas con precios similares. Yo he cogido la visita con Cracow city tours, porque lo hacía por la tarde y me cuadraba más el horario. El precio del tour ha sido de 120 zloti (100 en polaco y 110 en inglés).
El tour dura unas cuatro horas en total, siendo algo más de dos las que estás en la mina.
La sensación, ahora después de una horas de la excursión, es poliédrica. Sí merece la pena, por supuesto. Sin embargo, tiene pegas importantes. Fundamentalmente, el hecho de que es demasiado turística para mi gusto. Comienza muy bien con la introducción a la mina (400 escaleras que no cansan) y la explicación de su funcionamiento (que podía ser más prolija). Pero enseguida se comprueba que está demasiado bien preparada para el turismo en masa: los pasillos tan amplios, la iluminación tan generosa,… A mí me ha parecido un poco artificial. Por supuesto, no pensaba en unas cuevas como las de Scokjan en Eslovenia, pero algo más “real” sí que esperaba.
No pueden faltar historietas y aquí va la de la mina. En la cámara de la leyenda se narra el descubrimiento de la mina gracias a la inspiración de la princesa húngara Kinga (kunegunda en castellano) que para su boda con el príncipe polaco de cracovia, quiso aportar una mina de sal (frecuentes en su país) para sus nuevos súbditos. Para ello lanzó su anillo de compromiso por un pozo y luego mandó cavar hasta que apareció un rico yacimiento de sal que nunca se agotaba. (no hay que olvidar de la importancia de la sal y su valor para conservar los alimentos) Su anillo se encontró brillando entre las gemas de sal.
Algunas salas son simplemente impresionantes, grandiosas, pero para llegar a ellas has recorrido tres cuartos de hora por pasillos de la mina. La más impresionante es la llamada capilla de Santa Kinga, donde desde los retablos hasta los candelabros son de sal. Lo construyeron los propios mineros a lo largo de tres décadas. Las esculturas son muy llamativas. Hay obreros, etapas de la vida de Jesús, una reproducción de la última cena de Leonardo y, cómo no, una estatua del papa polaco.
La subida de los 135 metros se hace gracias a dios mediante un ascensor típico de mineros, pero a velocidad de vértigo.
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