Cuando empezamos a planificar el viaje ,casi 3 meses antes, nos dimos cuenta que la mejor manera de aprovechar los días que teníamos era llegar a una de ellas y volver desde la otra, para sólo tener que hacer un desplazamiento en tren.
Ninguno de los dos habíamos pasado una noche en tren así que era una experiencia nueva. Es curioso que toda la información que encontrábamos era del trayecto contrario al que íbamos a hacer nosotros, Moscú a San Petersburgo, lo que en un principio nos creó muchas dudas. Dedicamos tiempo a informarnos de los tipos de trenes y en el foro, como no podía ser de otra manera, encontramos el instrumento perfecto para llevar a cabo las reservas.
La oferta de trenes entre las dos ciudades es enorme, hay mas de 10 trenes que hacen el recorrido por la noche cubriendo los mas de 800 Km. que hay entre ellas. Sin embargo hay uno que por su historia se puede decir que es ya un clásico e incluso tiene algo de mito. A nosotros enseguida nos llamó la atención y nos sentimos “atraídos” por pasar esa noche tan especial para los dos en uno de sus compartimentos. Estoy hablando de “la flecha roja” o Krásnaya Stela como se pronuncia en ruso. Por supuesto también nos vimos la película "los niños de la estación de Leningrado".
Siguiendo el tutorial nos dimos de alta en la página Web pero no pudimos sacar en ese momento los billetes porque sólo se puede con 40 días de antelación. Durante esos días de antes estuvimos solucionando otras partes del viaje y metiéndole muchas horas a sacar precios de los compartimentos y comparar los distintos trenes para ver si nos merecía la pena ser tan “frikis” de coger ese tren a pesar de haber otros mejores a mejor precio. Unos de esos días acabé con un dolor tremendo de tantas horas viendo letras cirílicas… llegué a la conclusión de que no había diferencias de precio tan grandes como para cambiar los planes previstos en un principio.
La habitación privada para dos salía por 160euros persona, así que como podéis imaginar acabamos cogiendo una litera en habitación para 4 por 80 euros persona.
El tren sale de la estación de trenes de San Petersburgo de Moskovskaya
a las 23:55h. La parada de metro tiene el mismo nombre pero no sale del mismo edificio. Una vez aquí llegar al tren es muy muy fácil puesto que no hay casi andenes, no es una estación enorme, de hecho solo salen los trenes entre las dos ciudades. Al entrar seguir todo recto y entraréis en la zona de los andenes. El andén es el nº 5, que tal y como entras a las vías te lo encuentras de frente.
Nosotros como comenté en la primera etapa nos ubicamos en el hostel mas cercano que resultó también ser el mas valorado. Bajamos la noche anterior para localizar el andén y evitar los nervios del momento.
A la noche siguiente bajamos con tiempo pero entre que nos pusimos ha hacer fotos y que nuestro vagón era de los primeros – o sea, de los últimos del andén – casi tuvimos que correr para no perderlo
Al lado de la entrada de cada vagón están las “provodniki”, atractivas azafatas que se encargan de recibirte y del servicio durante toda la noche. A nosotros nos tocó hombre. Habíamos leído anécdotas de personas que habían tenido problemas al presentarse en el tren con el e.ticket porque era un tema demasiado nuevo en Rusia pero no pasó nada de eso. De echo ni nos miraron el papel sólo nos pidieron el pasaporte para comprobarlo con la lista que llevan ellos
Una de las incógnitas que teníamos desde el principio era cómo serían nuestros compis de habitación. Teníamos la esperanza de que fueran una pareja de viajeros como nosotros, europeos o por lo menos no rusos.. pero no fue así. Como llegamos justitos de tiempo ellos ya estaban allí y eran los dos rusos, que no se conocían entre ellos, así que tras el saludo seco la situación que se quedó fue un poco tensa. Quieras que no estas en un habitáculo pequeño con unos desconocidos con lo que vas a compartir una noche y no sólo eso, si no que tienes que coordinarte para bajar las dos camas y apagar la luz. Al poco entró el revisor para ver si queríamos algo; uno de ellos pidió una consumición y cual fue mi sorpresa que a la vuelta me extendió un ticket por la botella de agua que estaba en la mesa y habíamos empezado. Pensamos que estaba incluida…Así que ahí estábamos los 4 leyendo esperando a que alguien moviera ficha. Como yo estaba cansadísimo y medio malo decidí adelantar el peón; me puse a investigar cómo bajar la cama superior, donde estaban los cajones y cuando lo conseguí saqué el pijama de la mochila, subí a la litera y me cambié de ropa. Tardaron un poquito pero nuestros compañeros empezaron a hacer lo propio y cuando ya estábamos cada uno en su cama apagamos la luz y cada uno se quedó con la suya.
Puesto que era mi primer trayecto nocturno no puedo comparar pero la cama me pareció tremendamente dura y muy pequeña. El traqueteo del tren era moderado pero la verdad que molesto. Para colmo las anginas me aparecieron a mitad de noche causándome una fiebre con temblores tremendos, vaya nochecita pasé en el flecha roja, no se me olvidará. Menos mal que desde la experiencia idéntica que tuvimos en Egipto ya no viajo sin antibiótico y menos mal porque de no haberlo llevado encima el viaje hubiera cambiado por completo en ese momento. Como te quiero Augmentine!!
A las 7:30 suena un mensaje en ruso por megafonía que, me imagino, avisa de la inminente llegada- Uno de nuestros compis de habitación no estaba cuando levantamos y al poco apareció todo trajeado. Teníamos la esperanza de que nos sirvieran desayuno porque en el e.ticket ponía desayuno a bordo pero nada..
La llegada a Moscú es a la estación de Leningradski, hermana gemela a la de San Petersburgo. Para llegar al metro hay que salir por la puerta principal, digo esto porque desde los andenes se puede salir más directo a la calle por unas salidas laterales.