El segundo día en Praga es en realidad el primero en el que amanezco en la Ciudad. Y, como pertenezco a la categoría de viajeros agonía, la jornada la empiezo temprano. A las 7:00, desayuno en el Hotel y a las 7:30 en la calle. A esta hora ya hay luz del día, que en estas latitudes amanece antes. Y otra ventaja es que a estas horas las calles están prácticamente desiertas. Ni turistas ni prácticamente nativos. El inconveniente es que hace un frío que pela. Para los próximos días, un servidor irá permanentemente acompañado de su petaquita de Becherovka (el licor típico del país) Pero todavía no estoy yo hecho a las costumbres locales

Praga es bonita al amanecer, a mediodía, por la noche... ¡Es bonita siempre, leñe! Pero si quieres disfrutarla para tí solito, madrugón. Y yo creo que merece la pena.

El día comienza cruzando el Puente Carlos en dirección a la Ciudad Vieja, saboreando cada una de las esculturas que lo jalonan y admirando la vista que hay del Castillo y de la omnipresente Catedral de San Vito.
Al final del Puente a la izquierda, la Plaza de los Caballeros de la Cruz, con la estatua de Carlos IV y las Iglesias de San Francisco Seraphicus y la del Santísimo Salvador. A partir de esta última arranca la calle Karlova, que nos conducirá derechitos al corazón de la Ciudad Vieja.


En la calle Karlova tomaros vuestro tiempo, caminad despacio y disfrutad de cada edificio:
- El Palacio Colloredo-Mansfel (en el número 2)
- El hoy Hotel U Zlaté Studny (La Casa de los Pozos de Oro) en el número 3

- El Museo Johannes Kepler (Karlova, 4)
- La Casa de la Serpiente Dorada (Dum U Zlatého Hada), en el 18

- La Casa modernista en el número 22, con su balcón decorado con la estatua de la princesa Libussa, legendaria fundadora de Praga

etc, etc, etc Derecha, izquierda... Praga es un partido de tenis

La calle Karlova desemboca en la Plaza Pequeña (Malé Namesti), antesala de la Plaza de la Ciudad Vieja (Staromestské Námesti)
Aquí, entre múltiples casas y palacios, a mí gusto destaca la Casa Rott (hoy Hotel). En el centro de la Plaza, un antiguo pozo cerrado por una bonita reja renacentista.

Y, finalmente, como quién no quiera la cosa, ya hemos llegado a la requetearchifamosa Plaza de la Ciudad Vieja, el corazón de Praga

Desde la Torre de entrada a la Ciudad Pequeña, cruzando el Puente Carlos y cogiendo por Karlova, se puede llegar a esta Plaza dando un paseíto de 15 minutos. En realidad, mirandolo todo embobado, entre "oh" y "ah" a cada paso, fotografiando cada ladrillo, se pueden tardar sus dos buenas horas


Naturalmente, hay que subir a la Torre del Reloj. La entrada se compra en una puerta que hay al lado de la Torre, y creo recordar que cuesta unas 110 coronas per barba. Allí os preguntan por vuestra nacionalidad y os entregan un papelito en el correspondiente idioma con las instrucciones para encontrar la puerta de acceso: una puerta de cristal al otro lado de la Torre, donde además hay una oficina de información turística. Como además esa puerta está debajo de una discreta ventanita renacentista con la leyenda "Praga Caput Regni" no tiene pérdida


A la Torre se puede subir por las escaleras o bien usando un ascensor. Lo más sensato es ahorrar fuerzas (que el día es largo) y utilizar el ascensor para subir y las escaleras para bajar, porque así no te pierdes detalle.
Y, una vez arriba, ni que decir tiene que las vistas son de las que quitan el hipo


De vuelta a la tierra, hay que deleitarse en esta Plaza el tiempo que haga falta.Mirar y remirar los edificios, disfrutar del ambiente...

¿Es la más bonita plaza del mundo? Bueno, no diría yo que no





