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Salida de Viterbo.
El desayuno en el hotel no fue el mejor del viaje, ya que no había mucha variedad y no tenían nada caliente, pero bueno, fue adecuado. Salimos por Santa Maria di Gradi y bordeamos la muralla para dirigirnos a la zona del lago de Bolsena.
Bolsena.
El lago de Bolsena cuenta con varios pueblos muy interesantes a su alrededor. En primer lugar, nosotros nos dirigimos a Bolsena, al norte del mismo. La carretera para llegar hasta allí tiene vistas muy bonitas en torno al lago. Bolsena es un pueblecito con un castillo en su casco histórico. Aparcamos en la parte baja, 1€ la hora en zona azul. Fuimos subiendo poco a poco hacia el castillo, siguiendo una serie de callejuelas adoquinadas con sus casas de piedra. Realmente, se trata de un pueblo con mucho encanto.
Una vez en el castillo, éste deja un buen recuerdo por las vistas sobre el pueblo y el lago desde el mismo y sus alrededores y, también, a pesar de no ser muy grande, por el hecho de encontrarse esta construcción presidiendo un pequeño pueblo.
Después de ver el pueblo de Bolsena, nos acercamos al lago para dar un paseo por su orilla. Hay un paseo con árboles junto al lago, en el que que hay un hotel con bastante buena pinta. El paisaje y la tranquilidad realmente hacen que merezca la pena pasar un rato descansando y sacando algunas fotos.
Al salir de Bolsena intentamos ir a Bagnoreggio, donde hay unas ruinas en medio de un bonito paisaje. Nos encontramos con que la carretera se iba estrechando y terminaba con una prohibición de paso a los no residentes. También se puede ir desde Montefiascone, nuestro siguiente destino, pero más tarde ya no lo intentamos. Otra vez será.
Montefiascone.
Montefiascone es una pequeña villa con su muralla, centro histórico y catedral (es que Italia es un no parar...). Aparcamos junto a la puerta de la muralla (al mediodía no hay zona azul) y comimos unos bocadillos en el bar Vittoria.
Después, subimos por la zona antigua de Montefiascone. Un pequeño paseo por sus callejuelas con alguna casa antigua y no mucho más nos llevó a descubrir la catedral de Santa Margherita. Por fuera, es una iglesia no muy grande, con dos pequeños campanarios, que queda algo desmerecida por la estrechez de la calle en que se encuentra. Entre los campanarios tiene una cúpula que ya habíamos visto desde la carretera y no parecía muy grande.
La sorpresa te la encuentras al entrar, un impresionante interior de planta cuadrada bajo la cúpula, con unos frescos y paredes de mármol que, sencillamente, hay que ver, no se pueden describir. La impresión es aún mayor porque tampoco te lo esperas viendo el exterior.
Después de unos capuccini, dejamos Montefiascone para dirigirnos, a nuesto pesar, pues implicaba la cercanía de la marcha, hacia Civitavechia, siguiendo la carretera junto al lago.
Civitavechia y alrededores.
Entramos a Civitavechia por la zona del puerto y no nos llevamos una buena primera impresión, nos pareció bastante descuidado y sin mucho que ofrecer. Dimos un paseo y seguíamos sin ver mucho, así que decidimos coger el coche y seguir algo más por la costa.
Llegamos hasta Santa Marinella, una pequeña urbanización, suponemos que de veraneo. Allí nos afianzamos en nuestra idea de que los sitios de veraneo por esta zona (como Ostia) dejan bastante que desear.
Tras hacer algo de tiempo, volvimos a Civitavechia. Al entrar con el coche en sentido contrario, lo hicimos por las calles más cercanas al mar, al otro lado de las vías del tren. Con ello nos dimos cuenta de que antes nos habíamos quedado a muy poco caminando de la zona interesante, pero ya era un poco tarde y tiramos hacia el puerto.
Puerto de Civitavechia.
En el puerto estaba todo muy bien indicado. Hay que dirigirse a la terminal "Autostrada del Mare". Allí, ya te indican dónde dejar el coche y que tienes que ir a coger los billetes. Para ello, hay que ir un edificio con forma de arcos.
La verdad es que no hay pérdida posible. Al hacer el embarque anunciaron por los altavoces que en el coche sólo podía entrar el conductor. Nosotros hicimos caso de la advertencia, pero la verdad es que luego nos dimos cuenta de que la mayoría de la gente entraron juntos en el coche al barco.
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