El vuelo, operado por la compañía rumana Tarom, sale de Madrid en hora y aterriza en el aeropuerto de Bucarest unas cuatro horas más tarde. Como Tarom no es una compañía moderna y estupenda como las nuestras resulta que van y nos dan de comer. Comida de avión, por supuesto. Pero por lo menos llegas comido, y no con un agujero en el estómago.
El trámite aduanero es sencillo, ya que basta con enseñar el DNI y a la calle. La guía nos espera con el consabido cartelito, nos recuerda que adelantemos el reloj una hora para ajustarlo al tiempo local, y nos acompaña en bus al Hotel.
El Hotel seleccionado por el operador del Tour es el Golden Tulip Victoria. En teoría, cuatro estrellas. En la práctica, va sobrado con tres. Eso sí, la ubicación es estupenda, en el número 166 de Calea Victoriei, una de las principales arterias de la ciudad.

El registro es rápido, y esto será una constante en todo el viaje. Nuestra guía, en el aspecto organizativo y en muchos otros, se merece un 10

El resto de la tarde la tenemos libre, así que después de darnos las primeras instrucciones en el vestíbulo del Hotel sobre aspectos útiles como dónde hacer un buen cambio de moneda, etc nos despedimos hasta el día siguiente.
Como no hay nada como llevarse los viajes bien estudiados, yo tengo claro que mi primer contacto con la ciudad pasa por tomar unas cervezas (en rumano, bere) y cenar en la que probablemente sea la mejor cervecería de la ciudad y, para mi gusto, una de las mejores del mundo:
Caru' cu bere (El carro de la cerveza). Resulta además que no está demasiado lejos del Hotel. Un agradable paseo calea Victoriei p'alante, pasando por lugares tan emblemáticos como
el Ateneo

la plaza donde se encuentra la Biblioteca de la Universidad de Bucarest y la estatua ecuestre de Carlos I

el muy horroroso Memorialul Renaşterii, que homenajea a las víctimas de la revolución ciudadana que acabó con la dictadura comunista de Ceaucescu en 1989 (y que a mi modo de pensar se merecían un recordatorio más bonito que eso)

el Círculo Militar Nacional (un edificio enorme con tal mezcla de estilos que, al final, no es de ninguno en particular) y, finalmente, justo enfrente del bellísimo edificio que hoy alberga el Banco CEC (en su día Casa de Depuneri, Consemnaţiuni şi Economie)

la calle Stavropoleos y, en su número 3, nuestro destino final: Caru' cu bere

