Nos levantamos y nos dirigimos hacia Elisabethpark y la Basílica del Sagrado Corazón, que estaba cerrada y solo pudimos verla por fuera.

Desde allí, en metro, fuimos hasta el centro, bajamos en la parada de la Bolsa y hicimos las últimas compras antes de ir hacia el aeropuerto. Con las prisas no pudimos comprar el billete del tren, esperábamos al revisor para pagárselo dentro del tren pero ni lo encontramos ni apareció, así que nos ahorramos los casi 8 euros para un trayecto de 20 minutos.
El vuelo con Brussels Airlines perfecto de vuelta a Barcelona.
En definitiva, un país para visitar, me lo apunto para volver algún invierno.