Amanece el tercer día con el cielo despejado como los anteriores. Desayunamos en el apartamento y a las 8.30 partimos para Poreč (se lee Pórech, con acento en la primera sílaba). El GPS nos marca la ruta por la autopista A8 (digamos que carretera muy buena) atravesando el túnel de Ucka de algo más de 5 km. de longitud, que es de peaje (29 kunas) hasta Pazin. Aquí dejamos la autopista hasta Poreč. Aparcamos en el punto 45° 13.6698' N, 13° 35.9930' E. Es, un aparcamiento con barreras y cabina de cobro. Cuesta 8 kunas por hora. Cuando llegamos, sobre las diez, ya está casi lleno. Paramos en un café cercano a tomarnos un café. Desde que entramos en Istria todos los letreros de señalización están en croata e italiano. Así que cuando viene el camarero no podemos resistir decir: "Prego,due caffe macchiati" que nos traen. Posteriormente nos encaminamos a la calle Decumanus. Este nombre procede de la urbanización de la época romana. Se nombraba así a la calle que atravesaba la ciudad de este a oeste dividiéndola en dos. Por contra la que iba de norte a sur era Cardus. Lo que vemos es díficil de plasmar en fotos. Calles blancas como de mármol, casas que recuerdan a Venecia, una atmósfera especial a Mediterráneo.

Llegamos a la Basílica de Eufrasio, uno de los lugares Patrimonio de la Humanidad que tiene Croacia. Subimos al campanario y vemos los tejados de Poreč (Parenzo en italiano), que se halla en una pequeña península como otras muchos pueblos del litoral croata y el mar azul y plano como un plato. Luego vemos la Basílica.



Volvemos al coche y nos vamos hacia Rovijn (Se lee Roviñ y Rovigno en italiano). En media hora estamos allí. Son las doce y media. Aparcamos junto al muelle. Punto 45° 5.1358' N, 13° 38.3130' E. Es un aparcamiento como el de Poreč, pero a 6 kunas la hora. Recorremos el borde del aparcamiento al borde del mar y vemos una de las postales del viaje. ¡Inolvidable!
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Rovijn, otra península, con su iglesia de Santa Eugenia en la cima y su campanario gemelo del campanile de San Marcos de Venecia. Subimos hasta ella por las callejuelas. Renuncio a hacer fotos ¿Cómo meter en una foto la sensación deliciosa de estar viendo algo único? ¿Es Croacia, es Italia?
Cuando llegamos a la iglesia no tenemos más remedio que sentarnos en su fresco interior pues la subida y el calor nos hace sudar a chorros. Antes hemos visto a los bañistas que suben y bajan por las rocas. ¡Qué envidia! Entre los árboles resuenan las chicharras que nos acompañarán casi constantemente los restantes días.

Bajamos hasta el otro lado de la península buscando un restaurante. Vemos uno con una buena terraza y aspersores y entramos. Se llama La Riva. Pedimos ensalada de pulpo, spaghetti cuatro quesos, chipirones a la plancha y arroz con fruta di mare. Dos cervezas de medio litro y café. A mis hijas les regalan un helado a ambas. Y nos cuesta ¡Sólo! 381 kunas!. Quedamos alucinando. El servicio no es muy rápido (pero eso veremos que es normal en toda Croacia), pero como se está tan fresquito en la terraza y con la cervecita. ¡Viva Croacia! Luego coincidimos con un grupo de unos diez españoles que han hecho una escapada desde Eslovenia.
Tras disfrutar de la comida regresamos al coche tratando de archivar en la memoria las maravillosas sensaciones que nos deja Rovijn.
Nos queda la última etapa del día: Pula (Pola en italiano).
Es la ciudad más importante de Istria desde tiempos romanos. De ahí sus restos. Pero como ciudad más grande, ha perdido parte de su encanto y más comparándola con Rovijn. Tiene aeropuerto y un importante puerto donde llegan barcos de línea desde Italia.
Dejamos el coche en las proximidades del Anfiteatro, es sábado y son las primeras horas por la tarde y está todo muy tranquilo.Todavía hace mucho calor. Aparcamos fácilmente y como no hay señalización alguna no pagamos. Rodeamos el anfiteatro al que hoy llaman Pula Arena.


Lo mismo pasa con la Plaza del Ayuntamiento, que allí se le sigue diciendo Forum, donde está el templo de Augusto.

Hemos llegado atravesando el Arco triunfal de los Sergios.

Todo está muy próximo y se ve rápidamente.
Paramos en el camino de vuelta en una pequeña terracita a tomarnos unas botellas de agua pues estamos deshidratados por el calor, pese a que son las seis de la tarde.
Finalmente cogemos el coche de nuevo, para regresar al apartamento. Como no es muy tarde decidimos coger la ruta de vuelta subiendo hasta Labin y bordeando la costa este de Istria. Es más tiempo (una media hora más que tomando la autopista) pero luego nos daremos cuenta que merecía la pena.
La Península de Istria me sorprende pues es más verde de lo que pensaba y la mitad este es montañosa con lo que su vegetación es de abetos de manera que cuando uno va por la carretera a la izquierda tiene monte y a la derecha la abrupta costa con las islas de Cres y Krk en el horizonte. Finalmente se comienza la llamada Riviera de Opatija. Al otro lado del Golfo de Kvarner, Rijeka y nosotros recorriendo los pueblos de Mošćenička Draga, Lovran, Ičići, Volosko y Opatija, sus calas y "playas", gente bañandose ¡Y eso que ya era cerca de las ocho y el sol estaba a punto de ponerse! Como dije, mereció la pena. Es recomendable.
Llegamos al apartamento para recapitular lo visto, cenar y ¡descansar... en el frescor del apartamento! Mañana será otro día.