Pamir Hw. Etapa 2: Khorog - Murgab ✏️ Diarios de Viajes de TayikistanMetaliv, el conductor del coche, apareció frente al hostal una hora antes de lo convenido. Intenté desayunar, pero como la mujer de la casa estaba fuera no había desayuno. Larisa me ofreció un poco de fruta. Entre unas cosas y otras salimos de...Diario: TAYIKISTAN: Pura montaña.⭐ Puntos: 5 (20 Votos) Etapas: 10 Localización: TayikistanMetaliv, el conductor del coche, apareció frente al hostal una hora antes de lo convenido. Intenté desayunar, pero como la mujer de la casa estaba fuera no había desayuno. Larisa me ofreció un poco de fruta. Entre unas cosas y otras salimos de Khorog a las nueve. La idea era recorrer la carretera que sigue los ríos Panj y Pamir, que definen la frontera con Afganistán, hasta Langar y de allí tomar la ‘autopista’ Pamir (Pamir Highway) hasta llegar a Murgab. La primera parada era Ishkashim, una población cuyo mayor atractivo es el mercado afgano que se celebra todos los sábados en una isla en medio del río Panj, en la zona transfronteriza. Tras dejar los pasaportes a los militares de la entrada pudimos mezclarnos entre los diferentes puestos que los vecinos afganos exponían: zapatos usados, telas, alfombras y productos básicos como té, zumos o jabones. Vestidos de forma diferente: pantalones anchos, blusón largo, chaqueta y turbate o pakal (gorro plano). Las facciones eran similares a las tayikas pero llamaba la atención sus ojos, de colores claros y degradados como los de la chica de la famosa portada del National Geographic. Tras una hora de estar allí, los militares afganos comenzaron a llamar la atención a los vendedores para que empezaran a recoger. De allí nos fuimos a comer aun café local donde coincidí con las mujeres del coche del viaje a Khorog. Me alegré de verlas y nos recomendaron visitar unas termas que nos pillaban de camino. También paramos a ver la fortaleza Khaakha, unos restos de muralla de adobe que data del s.III antes de Cristo y desde donde se tiene unas fantásticas vistas del valle de Wakhan. Valle a través del cual Marco Polo hizo su viaje a China allá por el 1274. Continuando hacia este, llegamos al manantial de aguas termales de Bibi Fatima, donde también nos remojamos en pelotas con los locales. Cuando salimos, el sol ya empezaba a ponerse y pusimos nuestros pies en un hospedaje al lado de la fortaleza Yamchun. La familia que lo atiende nos mostró el interior de su casa, típica pamir, ante la alegría de Larisa, quien encantada, pidió si podíamos cenar allí. Así hicimos. Y mientras la familia nos contaba cuestiones locales, en la tele de plasma emitían un capítulo de ‘El Internado’. Al día siguiente me levanté pronto, como de costumbre. Un sol cegador estaba saliendo de entre las montañas. Fui a la fortaleza desde, como no podía ser de otra forma, se tienen unas vistas espectaculares del valle. Desayunamos gachas y los acompañamientos del té habituales. La primera parada la hicimos después de media hora, en Yang, para ver el museo de un místico sufí del s.XIX. El edificio que que lo alberga es una réplica del original, de estilo pamir. La distribución era la misma que la de la casa de la familia: diferentes plataformas distribuidas alrededor de un espacio central bajo una claraboya, estufa bajo una de ellas que distribuye el calor mediante conducciones,… De allí fuimos a Vrang, donde se encuentra una estupa budista del s.IV y a Langar, donde se encuentran muchos petroglifos entre grafitos modernos que los desmerecen. Sin embargo, lo mas divertido del día fue encontrarnos con un gran rebaño de cabras, ovejas y vacas entre un gran gentío. Metaliv nos dijo que se trataba de la redistribución de los animales entre sus propietarios después de pastorear en los prados altos. Era curioso ver a las familias como los iban cercando. A partir de este punto la carretera, por decir algo, ya que se trata de un camino de tierra de cuatro metros de anchura, empieza a ganar altura. el verano se acaba en los Pamires y los pastores bajan a los valles con el ganado. Nos vamos cruzando con un montón de ellos. El paisaje se va haciendo cada vez más árido e inhóspito. No se ven núcleos de población hasta el solitario punto de control militar de Khargush (4344m). Metaliv nos dice que a partir de ese punto comienza el distrito de Murgab, donde mayoritariamente habita la etnia kirguís. De los diferentes grupos étnicos, el kirguís es una de las denominaciones más antigua registrada. De origen nómada y ganadero, sus rasgos sí corresponden con los estándares asiáticos como los ojos rasgados. Tradicionalmente vivían en yurtas, una especie de tienda de campaña de tamaño XXL, pero con el sedentarismo, pero que están abandonando poco a poco a casas de adobe, más confortables para pasar el riguroso invierno de estas tierras. Pronto se hizo de noche y enseguida llegamos a Alichur, donde hicimos noche en una yurtstay, que regentaba el médico del pueblo y su mujer. El acceso a las yurtas se hace a través de una pequeña puerta que está orientada al este, de manera que el primer sol hace la función de despertador. entonces se descorre la piel de cordero que tapa la claraboya central, iluminando todo el espacio. Ese lunes, los propietarios de la yurta desplegaron la cortina cenital a la hora convenida. Eran las ocho y Apaar tenía mal cuerpo. El mal de altura había hecho mella en él. Dolor de cabeza, náuseas y falta de apetito. Dejamos que reposase unas horas más mientras Larisa y yo desayunamos, tomamos unas fotos y jugamos con las hijas del médico. Cuando Apaar se encontró mejor seguimos en ruta. Primero fuimos a ver el lago Yashikkul (lago verde, 3734m). Me impactó el absoluto silencio del entorno, un pedregal con desnudas montañas al fondo. De allí fuimos a comer a un solitario comedor donde servían pescado de un pequeño lago de agua trasparente plagado de peces. El lago Akbalik (Pescado blanco) parecía una pecera de restaurante. Tambien comimos mantequilla y yogur de yak. Una comida diferente y muy sabrosa. De allí teníamos que haber ido a ver unas cuevas de pintura neolítica, pero como se rompió la suspensión del coche, tuvimos que pasar de largo para dirigirnos a Murgab. El destino final. Una ciudad sin orden ni concierto. Nueva. Fea. Con aspecto de asentamiento del lejano oeste, versión s.XX. Con contenedores y cabinas de camión como edificaciones de un improvisado bazar. Una pena que el broche final a este espectacular viaje sea esta olvidable ciudad. Índice del Diario: TAYIKISTAN: Pura montaña.
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