Antes de salir del hostal, tenemos una charla con Paola, quien lleva el hostal con Francesco. Le preguntamos un poco sobre Lucca ya que Francesco nos lo había aconsejado el día anterior y ella también hace lo mismo, nos comprueba en un momento los horarios, nos dice donde comprar los billetes y nos guarda las maletas, pues la idea es coger el tren de las 14.10.
Salimos a dar nuestra última vuelta por Florencia. Para no ir por las mismas calles de siempre, cogemos una paralela a la que va hacia el Duomo y después de 5 minutos, esperándonos encontrar la catedral por ahí al lado, nos damos de bruces contra el río! Esto no tenía ningún sentido, pues la calle hacia el duomo es totalmente paralela al río. En fin, lo dejamos como un curioso agujero negro, aunque luego mirando en un mapa vimos como la calle que habíamos cogido va girando sobre sí misma sin notarse hasta ser totalmente perpendicular, ¡que cosas tiene Florencia!.
Vimos de nuevo el Ponte Vecchio y toda esa zona hasta llegar a los Uffizi. Teníamos reserva a las 11.00 y en la reserva ponía que había que llegar no antes de 15min. Bien, pues llegamos a menos veinticinco, y había un millón de personas en la cola de las reservas... fuimos a preguntar y a mirar porque no podía ser esa la de las reservas porque en internet había leído que como máximo 15min si llevabas reserva hasta en pleno verano.. pero nada, era esa. Nuestros planes de llegar a Lucca se desvanecen completamente mientras avanzamos excesivamente lentos. Encima hacía un solazo espléndido y nosotros ahí parados perdiendo la mañana en la cola, que pena que ya habíamos pagado las entradas, así que tocó esperar. Luego nos enteramos que esa mañana había estado cerrado por nosequé y la cola la formábamos los de todas las horas de la mañana..
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Cuando por fin entramos eran sobre las 12 así que o íbamos a toda pastilla e intentábamos llegar a Lucca, o íbamos más relajados e íbamos directos a Pisa. Al final se dio la primera opción, pues entre que estaba tan lleno de gente y que los cuadros religiosos tampoco nos llenan demasiado, pues dedicamos un buen tiempo a ver El nacimiento de Venus y las pinturas de Botticelli, Leonardo.. y en las demás fuimos más rápidamente.
Cuando salimos era la una y veinte, así que teníamos tres cuartos de hora para llegar al hostel a por las maletas y llegar a la estación. No nos iba a dar tiempo a meternos a comer en un restaurante y cuando llegásemos a Lucca sería demasiado tarde para comer, así que busqué en mis apuntes un local de bocadillos que es el número uno en tripadvisor y que habíamos leídos mil comentarios buenísimos de él, pero no sabíamos bien donde estaba y además habíamos salido por la salida trasera de la Galería, así que no íbamos a perder tiempo en buscarlo cuando nos lo encontramos de frente!! Que gran casualidad! Esperamos un poco la cola y compramos los dos un bocadillo del riquísimo pan de focaccia. El mío de salami con gorgonzola y tomate de la toscana y el de mi novia de mortadela de medio metro de diámetro con rúcula y otro queso. La idea era guardarlos y comérnoslos de camino, pero el pan estaba ardiendo recién sacado del horno y la pinta que tenían era espectacular. Los ingredientes se los dices al chico y él te corta el fiambre allí mismo y te echa todo lo que le pidas, hiper-recomendable, pena de ir el último día. De camino al hostal nos lo fuimos comiendo, pero antes de llegar estábamos tan llenos que tuvimos que guardarnos.. medio bocadillo!!

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Llegamos al hotel, aproveché el wifi para escribir al hostal de Pisa para avisarles sobre la hora de nuestra llegada, cogimos las maletas y a la estación. Eran las dos pasadas, compramos el billete haciéndonos un poco de lío y corrimos al tren que ya estaba allí, peeerfecto.
Una vez en el tren, después de estar mirando como media hora un mismo cartel que tenía delante, me da por leerlo.. "Atención, ¡los billetes hay que validarlos! Si monta en el tren sin validar su billete la multa será de 40€.", algo así tanto en italiano como en inglés. Bien, y nosotros sin validar el billete.. comenzamos a pensar sobre qué decirle al revisor cuando venga, si intentar bajarnos en una estación y validarlo antes que salga, si bajar y esperar al siguiente.. tantas cosas que el tiempo iba pasando, ya no quedaba casi nadie en el tren y no pasaba ningún revisor.
Los italianos, al menos por esa zona, tienen la sana costumbre de no poner el nombre en sus estaciones, así que no teníamos ni idea de por donde íbamos. Según los horarios llegábamos a las 15.30, así que cuando paramos en una estación (si se puede llamar a eso estación) a las 15.28 nos empezaron a entrar las dudas y encima no había nadie, menos mal que apareció un mulato vendiendo gafas de colores.. al que le preguntamos, "Lucca?", "yes, yes", así que nos bajamos sin mucho convencimiento. Cruzamos la vía por un paso subterráneo y al subir vimos un cartel que ponía algo de Lucca, ¡¡habíamos llegado!! ¡¡Y sin validar el billete ni pagar multa!!

Ahora lo primero era dejar las maletas, y en la "estación" lo único que había eran unos baños que eran un agujero en el suelo (tanto para chicos como chicas) y una máquina de las de trenitalia para sacar billetes. Pero cerca vimos un cartelito con una tienda que alquilaba bicis y guardaba maletas. Eran unos ingleses en una tiendecilla cutre que por 3€ cada pieza la guardaban. Allí las dejamos, no sin miedo a no volverlas a ver, pero era la única manera de ver Lucca.
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La verdad es que no sabíamos bien qué había que ver, conocía Lucca por la típica foto aérea de su plaza redonda y sabía que estaba amurallada, pero no qué sitios ver, así que echamos a andar, lo primero a atravesar la muralla.
Después de pasar por debajo de la muralla por un pasadizo lleno de graffitis con pinta de sitio idóneo para el botellón de los jóvenes italianos, entramos en la zona vieja y comenzamos a vagar a ver con qué nos encontramos. Y poco a poco vamos viendo interesantes iglesias y plazas.
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Lucca es pequeña, tiene bonitas calles, había buen ambiente, gente paseando, grupos de chicos de colegios visitándola, tiendas de moda italiana.. en fin, que a pesar de ser "menos conocida" y tener unas duras competidoras cerca, es un bonito sitio para al menos dedicarle unas horitas. Y si puedes, recorrer en bici las laaaargas y bonitas murallas tranquilamente debe estar genial, tal y como vimos a más de uno.
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Nosotros cuando nos sentíamos un poco perdidos, buscábamos a los grupos de colegiales y les seguíamos y así nos llevaban directos al siguiente monumento

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Nos compramos un rico helado y cuando consideramos que habíamos visto lo suficiente y que sino se nos iba a hacer muy tarde para Pisa, pusimos rumbo a la estación, pasando primero a comprobar que seguían existiendo las maletas.
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Al llegar a la estación vimos que el próximo salía en 20 minutos así que perfecto, fuimos a la única máquina a comprar el billete pero había 3 jubiladas inglesas delante. La máquina estaba al principio en español y se pusieron a gritar como locas en plan Dioos que idioma es éste?, debe ser chino o cirílico! hasta que dieron al botón de idiomas y pusieron su inglés. Una vez ahí se tiraban 3 minutos por pantalla. ¿Y ahora qué? decía una.. ¿y si le damos a siguiente? decía la otra.. y así hasta que por fin compran los billetes. Pero ahí no acabó la cosa, porque eran tres, pero el cálculo debió ser demasiado complicado y resulta que compraron sólo dos billetes, así que de nuevo a comprar un billete más parándose ootra vez en cada pantalla... :x Madre mía, ya pensábamos que perdíamos el tren, pero conseguimos coger los billetes unos pocos minutos antes de que pasara el tren, y esta vez sí, ¡¡validarlos!!

En el tren sacamos la mitad del magnífico bocadillo de Florencia. La verdad es que no teníamos mucho hambre, pero así se pasaba más rápido el viaje, y estaba taaan rico... En fin, que nos dio para comer y merendar, y acabar bien llenos.