La última ciudad francesa que visitamos fue Perpignan. He de decir que en general, esta zona sur de Francia nos ha resultado la más “fea” de todo el viaje: el paisaje es árido y las ciudades nos parecieron sucias y descuidadas (Narbona y Perpignan) con escaso interés turístico. Es una opinión subjetiva, quizás a la vuelta todo nos parecía poco comparado con lo que habíamos visto.
Lo dicho, en Perpignan nos hacemos con un callejero en su oficina de turismo y empezamos a recorrerla atravesando el Castillet, construido a finales del XIV como puerta de la ciudad. La zona antigua no tiene nada de especial, de hecho nos sorprendió lo abandonada que parecía, con la mayoría de comercios cerrados.
Estuvimos un buen rato dando vueltas para encontrar el Hotel de Ville porque era una de las paradas recomendadas por la oficina de turismo pero no hubo forma de localizarlo. Quizás estaba cubierto o en reformas, pero lo cierto es que recorrimos todas las calles que lo rodeaban según el callejero y no lo vimos por ninguna parte.
Nos dirigimos hacia la catedral Saint-Jean-Baptiste, comenzó a construirse en 1324 con piedras de río y ladrillo rojo, está formada por una sola nave.
Salimos de Perpignan y comenzamos a ver los Pirineos: nos acercamos a España.
Antes de cruzar la frontera, nos desviamos para visitar Ceret. Está bastante alejada de la carretera principal, y es claramente, un destino turístico de descanso y relax.
Decimos adiós a Francia atravesando la frontera por la Jonquera. Aunque nos encontramos bastante retención (explicada por la enorme actividad turística de la localidad fronteriza de Le Perthus), de nuevo, ausencia absoluta de policía.
El chaparrón que nos cayó a nuestra llegada casi frustra nuestros planes de visitar rápidamente Girona (la primera y única vez que llueve de verdad en el viaje es en España y el último día.. tuvimos mucha suerte )
Visitamos la zona antigua de la ciudad ,nos pareció un lugar muy bonito y con mucho encanto; fue una pena no disponer de más tiempo (y mejor climatología) para verla de verdad.
Quedaban aún varios kilómetros por delante para llegar hasta el Aeropuerto de El Prat, así que nos pusimos en marcha enseguida. Gracias (de nuevo) al GPS no tuvimos muchos problemas para llegar, llenamos el coche de gasoil y nos dirigimos al aparcamiento para entregarlo. Después de un vuelo bastante movidito , llegamos cerca de media noche a Gran Canaria, muy muy cansados, pero satisfechos porque aunque era nuestro primer viaje oficial a un país extranjero, nos había salido perfecto.