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En danés Kobenhavn, tiene poco más de 1 millón de habitantes, y está situada en una isla conectada a la península Escandinava por el puente de Oresund una de las mayores obras de ingeniería de los últimos tiempos.
Desde el avión se divisa el puente, igual que los miles de molinos de viento que salpican toda su geografía. En los estrechos de Skagerrak y Kattegat siempre sopla el viento y los daneses siempre han sabido aprovecharlo. Actualmente son pioneros en la utilización de energías renovables y calculan que para 2025 habrán cubierto el 100% de sus necesidades con ellas.
El día ha amanecido nublado . Hemos desayunado muy bien. El restaurante tiene 3 zonasde buffet: continental, inglés con platos calientes y asiático (el personal de vuelo de Singapore Airlines se alojaba aquí también) .
Vamos a conocer el centro de la ciudad.
Estamos a unos 10 minutos andando del centro, por lo que ni nos planteamos el tema de alquilar bicis. El país es muy llano y es el medio de transporte favorito de sus habitantes (eso y su conciencia ecológica).
Desde el primer momento sentimos que es una ciudad acogedora, llena de cafés y tiendas muy frecuentadas y con músicos y artistas improvisando por sus calles.
El Ayuntamiento es un edificio imponente de ladrillo rojo con una torre rematada en una aguja de bronce verdoso, como muchos otros edificios del centro histórico.
La atracción más famosa, la sirenita, no la podremos ver porque la han llevado al pabellón danés de la expo de Shanghai.
Seguimos paseando hasta llegar a Nyhavn que es un barrio portuario y colorido de entre los siglos XVII y XVIII que conserva la arquitectura clásica del país. Nos gusta mucho.
Al otro lado del canal hay una isla en la que se encuentra la ciudad libre de Christiania.
Originariamente era una comunidad hippy de la década de 1970 que se proclamó independiente del estado danés y que actualmente goza de una especie de autogobierno, con leyes propias, y aunque se ha intentado el desalojo en algunas ocasiones, se está llegando a un acuerdo con las autoridades, a cambio de comprar los terrenos que ocuparon ilegalmente.
Dudamos un poco entre ir o no porque nuestra hija tenía 11 años y no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar.
A la entrada te recuerdan que no debes fotografiar nada, así que guardamos la cámara y nos limitamos a mirar.
Hay un mercadillo de drogas blandas, tiendas de campaña y caravanas, muchos bares "sociales" donde se juntan los amigos a fumar... No hay nada raro y tampoco nada digno de ser recordado.
Se nos ha hecho la hora de comer. He traído varios sobres de embutido envasados al vacío y tras comprar una barra de pan nos dirigimos al parque Rosenborg a comer. Justo a la entrada hay un 7eleven con bebidas a un precio razonable. Y allí, frente al castillo, devoramos los bocatas de jamón.
El castillo de Rosenborg es de principios del siglo XVII y está muy bien conservado. Originariamente fue parte de un jardín de recreo de la familia real y detrás suyo se encuentran las dependencias de la guardia real.
Nos dirigimos ahora a los jardines del Tívoli, con la idea que la niña pase un rato en las atracciones y se divierta un poco.
Es el parque de atracciones más antiguo del mundo, se construyó a mitad del siglo XIX y ese es su mayor encanto. Cuando llegamos a las puertas vemos los precios: Son, al cambio, unos 10€ por persona solo la entrada al recinto y luego hay que pagar, a parte, cada atracción en la que subas, con precios diferentes según popularidad. Total, nos hubiéramos dejado 100€ como si nada. Decidimos no entrar y volvimos al antiguo puerto Nyhavn a contratar una vuelta en barca por los canales.
Es una visita muy chula ya que tienes una perspectiva diferente. Hemos vuelto a pasar por Christiania y otros barrios y desde el mar vemos el emblemático edificio de la Opera de Copenhague
y también el precioso edificio de la nueva biblioteca, al que llaman el Diamante Negro por su construcción en mármol negro y cristal. Alberga los más importantes eventos de la ciudad.
Cenamos en una pizzeria cerca del hotel y como estaba lloviznando desistimos de salir a hacer fotos,
Hoy tenemos contratada una visita guiada por la ciudad. Vamos a conocer a un grupito algunos de los cuales vendrán con nosotros a Laponia.
A las 8,30h nos está esperando una chica italiana que nos dará las explicaciones necesarias sobre lo que vamos a ver.
Llega también un grupo formado por 2 parejas de españoles y 10 italianos. Tenemos diferentes itinerarios, los 4 españoles se irán a los fiordos, algunos italianos también, otros regresarán a su país después de visitar Oslo y solo una pareja vendrá con nosotros hasta Laponia.
Vamos a visitar el palacio real. La guía alterna la explicación en italiano y español. Se entiende muy bien aunque todo es bastante escueto.
Lo que sí tiene de bueno es que nos cuenta cosas curiosas sobre los daneses. Por ejemplo, nos cuenta que en los edificios antiguos del centro de la ciudad no hay duchas en los apartamentos. La gente tiene que bajar a los sótanos donde están los cuartos de aguas (lavadoras y calefacción) y ducharse allí, pero como generalmente hace mucho frío no les importa demasiado jeje...
Tampoco les gustan las cortinas, no es que sean exhibicionistas, sino que aman la luz a tal extremo que no quieren desaprovechar ni un rayo.
Nos llevan ahora al Parque Churchill que es un parque enorme al norte de la ciudad vieja y casi en la bocana del puerto. Aquí encontramos el Kastellet que es una antigua ciudadela militar en forma de estrella de 5 puntas.
Muy cerca de aquí y junto al mar está el emplazamiento de la famosa sirenita de Copenhague
Es una pequeña escultura de bronce, mitad mujer, mitad pez, que ostenta el record de maltrato. Ha sido varias veces mutilada, decapitada e incluso separada de la roca y lanzada a las frías aguas del báltico. Y aunque ahora esté es la China, y la foto no sea mía, sería imperdonable no nombrarla
Es un homenaje al cuento del mismo nombre que el dueño de la marca Carlsberg regaló a la ciudad.
Finalizadas las explicaciones nos ofrecen llevarnos en bus hasta el hotel o dejarnos aquí para regresar caminando por el muelle.
Nosotros optamos por lo segundo y fue un muy agradable paseo, Entre barcos y edificios antiguos y modernos nos comemos un bocata y nos vamos hacia el hotel ya que a eso de las 18h pasarán a recogernos para ir a coger del ferry de Oslo.
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