Una de las experiencias más memorables que nos ofreció la Bretaña fue contemplar el mar desde sus privilegiados miradores naturales.
Desde Rennes, donde estaba nuestro alojamiento, iniciamos la jornada rumbo a las problaciones de la Costa de Granito Rosa.
En la web de turismo de Bretaña, Ploumanac'h aparecía como imprescindible entre los lugares emblemáticos y, efectivamente, lo es.
www.vacaciones-bretana.com/ ...loumanac-h

Tuvimos la suerte de disfrutar de un día caluroso y soledado, que invitaba al baño, pero no lo teníamos previsto, así que nos dedicamos a deambular por el sendero que transcurre entre las rocas.
Una vista encantadora, la ofrece la imagen del castillo que parece surgir entre las imponentes rocas

Tras el agradable paseo, tomamos la carretera, pasando por la bahía de Perros-Guirec. La marea estaba baja y para la gente del Mediterráneo, como nosotros, contemplar el estado de la costa en bajamar, resulta curioso. Las barcas reposan en la arena, como si estuviesen abandonadas.

Tras una paradita para comer en un restaurante del puerto ...

decidimos disfrutar de la tarde en un mirador maravilloso, el Cabo Fréhel. El trayecto hasta llegar allí, nos ofreció alguna sorpresa, como tiempos de espera en algún puente levadizo para dejar pasar a los barcos que circulaban por el río.
Pero el trayecto era una maravilla y compensó esos momentos de espera.
Iniciamos la subida, contemplando playas casi desérticas


La cima nos regaló unas vistas magníficas. Había leído que en esos acantilados Kirk Douglas y Tony Curtis rodaron escenas de la película Los Vikingos. Y ciertamente, son unos acantilados ... "de cine".


El mar se ve tan infinito desde allí arriba. Es fascinante. A mi hijo también le encantó contemplarlo.




La zona estaba llena pequeños montículos de piedra, como los que habíamos visto hacer en Noruega, así que ... si lo demás lo hacían, era obligado hacer el nuestro, aunque fuese pequeñito. Mis hijos se ocuparon de ello.


Estuvimos un buen rato allí, porque no nos cansábamos de hacer fotos

Descendimos por la misma carretera de subida. Y al llegar a la playa, el sol empezaba a ocultarse, así que nos despedimos de la zona, contemplando una escena memorable.

Regresamos a Rennes a cenar, porque teníamos un buen puñado de kms. pero todos y cada uno de ellos, habían valido la pena.