¡Ponga un aligátor en su vida!
A las 8:00 estábamos apagando el despertador y a las 8:30 comprando el desayuno en Walgreens (Supermercado donde se puede encontrar de todo y a todas horas). Donuts y café a un precio obviamente razonable.
Los Everglades están relativamente cerca de Miami, pero es un territorio que se extiende desde el lago Okechobee, casi en el centro de la Península de la Florida, hasta casi el final de la misma. Unos 30.000 km cuadrados. Cuando te estás aproximando a la zona los tour organizando viajes te lo avisan y no hace falta adentrarte mucho para encontrarte con las extensiones infinitas de manglares inexplorados, con las zonas pantanosas donde árboles gigantescos hunden sus raíces en el agua y donde es fácil cruzarse con especies animales en vías de extinción.
Se empieza a acelerar el pulso... Nos acercamos al destino
Como nuestro plan continuaría hasta el otro extremo de la península llegamos al final de la carretera, donde se encontraban los últimos carteles de Everglades. Sorprendiéndonos a nuestro paso con señales de aviso de serpientes y caimanes cruzando la carretera.
Aparcamos sin coste y contratamos el tour con “Captain Doug´s” 40$ por persona en un maravilloso recorrido de 45 minutos. (Descubrimos más tarde, en un folleto de cosas que hacer en Miami, un cupón de descuento de 5 $ por pareja para este mismo tour).
Ya no hay vuelta atrás
Mejor será no darse un bañito en esas aguas
Nos montamos 5 personas más el conductor en un Airboat, acompañados, en la mayor parte del crucero, por unos pelícanos. Cruzamos una zona de manglares a toda velocidad para llegar a lugares recónditos donde nadaban plácidamente unos ejemplares de Aligator descomunales.
Nuestro compañero de viaje
El conductor paró a su lado, los tocó y alimentó mientras todos como locos grabábamos el momento. Vimos a mapaches y otras especies de aves. Una visión de la naturaleza en primera persona.
Eso no se toca, quita con eso no se juega, dale...
Estos no dan ningún miedo... pero yo no los toco por si acaso...
A las 12:00 terminó nuestra aventura verde para dirigirnos a un lugar completamente diferente. Un abandono del mundanal ruido. Kilómetros y kilómetros de arena blanca, de azul infinito y de pelícanos buscando el descuido de los turistas. Eso es lo que ofrecían las Islas de Sanibel y Captiva.
Un buen día de pesca
Tras pasar un maravilloso puente sobre el mar llegamos a este increíble lugar, dos islitas como sacadas de un cuento de hadas tropical. En sus playas estuvimos durante un par de horas, fotografiando las incesantes hazañas de los pelícanos, las famosas conchas y los increíbles colores. Aparcar es estas playas es toda una misión imposible. Están bastante saturadas por su reducido tamaño y abundan los parquímetros.
Caminante no hay camino... Se hace camino al andar
Compartiendo momentos con la fauna autóctona
El atardecer nos habían recomendado que lo viésemos desde una playa en concreto pero lo cierto es que se veía desde todos los lugares igual de bien.
Éramos varios los turistas que esperábamos disfrutar de ese momento y el sol no nos defraudó.
Se va el sol y toca volver
A las 18:30 de camino a casa. Prometía ser una vuelta dura. El día había sido tan impresionante como agotador y el cansancio no tardó en hacer mella. 4 horas de coche, copilota dormida y conductor haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantenerse despierto.
Poco antes de las 22:00 ya teníamos el coche en el parking y nuestros cuerpos atrapados por la cama. El esfuerzo había merecido la pena. ¡Sarna con gusto no pica!
A las 8:00 estábamos apagando el despertador y a las 8:30 comprando el desayuno en Walgreens (Supermercado donde se puede encontrar de todo y a todas horas). Donuts y café a un precio obviamente razonable.
Los Everglades están relativamente cerca de Miami, pero es un territorio que se extiende desde el lago Okechobee, casi en el centro de la Península de la Florida, hasta casi el final de la misma. Unos 30.000 km cuadrados. Cuando te estás aproximando a la zona los tour organizando viajes te lo avisan y no hace falta adentrarte mucho para encontrarte con las extensiones infinitas de manglares inexplorados, con las zonas pantanosas donde árboles gigantescos hunden sus raíces en el agua y donde es fácil cruzarse con especies animales en vías de extinción.
Se empieza a acelerar el pulso... Nos acercamos al destino
Como nuestro plan continuaría hasta el otro extremo de la península llegamos al final de la carretera, donde se encontraban los últimos carteles de Everglades. Sorprendiéndonos a nuestro paso con señales de aviso de serpientes y caimanes cruzando la carretera.
Aparcamos sin coste y contratamos el tour con “Captain Doug´s” 40$ por persona en un maravilloso recorrido de 45 minutos. (Descubrimos más tarde, en un folleto de cosas que hacer en Miami, un cupón de descuento de 5 $ por pareja para este mismo tour).
Ya no hay vuelta atrás
Mejor será no darse un bañito en esas aguas
Nos montamos 5 personas más el conductor en un Airboat, acompañados, en la mayor parte del crucero, por unos pelícanos. Cruzamos una zona de manglares a toda velocidad para llegar a lugares recónditos donde nadaban plácidamente unos ejemplares de Aligator descomunales.
Nuestro compañero de viaje
El conductor paró a su lado, los tocó y alimentó mientras todos como locos grabábamos el momento. Vimos a mapaches y otras especies de aves. Una visión de la naturaleza en primera persona.
Eso no se toca, quita con eso no se juega, dale...
Estos no dan ningún miedo... pero yo no los toco por si acaso...
A las 12:00 terminó nuestra aventura verde para dirigirnos a un lugar completamente diferente. Un abandono del mundanal ruido. Kilómetros y kilómetros de arena blanca, de azul infinito y de pelícanos buscando el descuido de los turistas. Eso es lo que ofrecían las Islas de Sanibel y Captiva.
Un buen día de pesca
Tras pasar un maravilloso puente sobre el mar llegamos a este increíble lugar, dos islitas como sacadas de un cuento de hadas tropical. En sus playas estuvimos durante un par de horas, fotografiando las incesantes hazañas de los pelícanos, las famosas conchas y los increíbles colores. Aparcar es estas playas es toda una misión imposible. Están bastante saturadas por su reducido tamaño y abundan los parquímetros.
Caminante no hay camino... Se hace camino al andar
Compartiendo momentos con la fauna autóctona
El atardecer nos habían recomendado que lo viésemos desde una playa en concreto pero lo cierto es que se veía desde todos los lugares igual de bien.
Éramos varios los turistas que esperábamos disfrutar de ese momento y el sol no nos defraudó.
Se va el sol y toca volver
A las 18:30 de camino a casa. Prometía ser una vuelta dura. El día había sido tan impresionante como agotador y el cansancio no tardó en hacer mella. 4 horas de coche, copilota dormida y conductor haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantenerse despierto.
Poco antes de las 22:00 ya teníamos el coche en el parking y nuestros cuerpos atrapados por la cama. El esfuerzo había merecido la pena. ¡Sarna con gusto no pica!