BERGEN: ENTRE MONTAÑAS
Esta etapa va dedicada a Gattas77, mi lectora más madrugadora
También a los pachuchillos Ángel y Lola, para que se recuperen pronto y bien.
Bergen lleva a las montañas en su nombre y pronto verás por qué. Hagamos un esfuerzo por madrugar y asistir a la llegada a puerto. Un privilegiado abrigo natural protegido por siete colinas y una constelación de islotes, que recibe las bendiciones de la corriente del Golfo de México. Tienes que imaginarlo como los antiguos marinos debieron verlo desde el mar, cuando este lugar parecía decir a gritos ¡Construid aquí una ciudad! ¿Cómo va a ser igual asomar y que la ciudad esté ya ahí puesta? Antes hay que adivinarla en la lejanía. Tiene luego que revelarse poco a poco. Los contornos, las perspectivas cambiantes...(Esto está quedando muy sensual ). Acomodémonos a estribor. Tras doblar la verde punta de Nordnes -donde se ubica el acuario- el puerto viejo se ofrece al fin a nuestra vista y, si andamos atentos, vislumbraremos casi al fondo la estampa colorista de las casitas del Bryggen.
Asisto, curiosa, a la maniobra de atraque. Estamos de suerte. De los distintos puntos de amarre ocuparemos el mejor. En el mapa aparece como un largo espigón con un nombre más largo todavía: "Skoltegrunnskaien", estrechando la bocana del puerto por el norte.
Al sur existen otras terminales de cruceros próximas a la zona universitaria pero lo nuestro hoy es entrar por la puerta grande. San Argimiro nos ha echado un cable con esto y con tantas cosas.
Una toca blanca de nubes oculta la cima del Monte Fløyen esta mañana. Le queda bien y le hace parecer más alto y misterioso pero la miro con preocupación. No puedo evitar recordar que un viajero me contó su subida al Preikestolen en un día así y su decepción al no poder disfrutar de la panorámica desde allí arriba. Pero bueno, eso en todo caso será mañana. Ahora hago unos cálculos optimistas y me digo que la fuerza que tiene el sol noruego estos días acabará por disolver las nubes y que eso, además, sucederá para cuando yo termine de recorrer el sendero de dos horas que llevo preparado allí arriba. Plan "Bergen para animosos": subir en el Fløybanen sin colas contemplando el panorama primero y sintiendo como nos internamos en las nubes en un momento dado. Disfrutar de los caminos silenciosos y envueltos en la niebla. Retornar al mirador cuando el sol, juguetón, empiece a levantarle la toca a la venerable montaña, gozar de la panorámica y ¡A por la ciudad! ¿Resultó? Pues no tengo queja. Vamos a verlo.
El desembarco transcurrió con agilidad. Las graves moles de el Håkonshallen y la Rosenkranzttårnet nos reciben (¿No te dije que entraríamos por la puerta grande?) pero tengo decidido explorar lo más alejado primero y dejar lo que queda junto al barco para recrearme todo el tiempo que reste al final. Tomamos una calle hacia la izquierda buscando la esbelta Mariakirken, la iglesia de los comerciantes, que encontramos cerrada por obras. Vuelta apreciando los exteriores del templo y la calle Øvregaten nos conduce directamente al Fløybanen, el funicular que remonta la falda del monte Fløyen. Casi no lo reconozco, después de haber visto tantas fotos y leído tantas referencias a las colas que se forman a la entrada. Algunos aconsejan emplear la mañana en pasear por la ciudad y dejar esto para la tarde, cuando se queda más despejado. Hoy las tendencias se han invertido y el consejo que llevaba anotado -que una parte del grupo se ponga en cola para la subida mientras otros compran las entradas- es innecesario: No hay nadie. Tenemos una cabina para nosotros solos y allá vamos, directos a las nubes. El bruji-plan está funcionando...a su estilo.
Nadie en el mirador. Y nada que mirar salvo una inquietante blancura que lo abarca todo y que podemos tomar como un inconveniente o como un regalo. Nos internamos en el bosque en busca de nuestro regalo. Los columpios, las áreas recreativas me hablan de un lugar bullicioso donde propios y extraños vienen a disfrutar de un retazo de naturaleza junto a la ciudad pero yo lo conocí con este aura de misterio. ¡El bosque Fløyen tiene hoy una fotogenia muy particular!
Cuando, tiempo atrás, estudié los senderos en el folleto de Floibanen el número dos -dos horas, dos lagos- me hizo un guiño desde el mapa y lo encontré perfecto para añadir un poco de naturaleza a la escala urbana. Lo había esperado más preparado pero más allá del Skomakerdiket (Dique del Zapatero) la senda se desdibujaba hasta perderse. Medio nos la inventamos y un poco aprovechando retales de otras rutas y otro poco campo a través acabamos llegando al segundo lago, el pequeño y redondo Revurtjen. Tras el paseo por el lado más salvaje volvemos a las rutas bien delimitadas. El Fløyen es un monte bonachón. Verás carteles como estos.
Y hay que hacer caso, claro. Yo aquí tuve que buscar una ruta alternativa
Parece que mis primas "hekser" andan cerca
Te muestro todo lo que puedes encontrar ahí arriba. Saca tu lado infantil.
El "bosque de los Trolls" está un poco escondido. Se encuentra hacia la izquierda al salir del Fløybanen, en alto y más o menos por donde se lee en el mapa: "Vestbu" .
En lo más alto encontramos a una Fløy-hada con apariencia de señora jubilada que nos indicó el mejor camino para descender. Y como creo que le complacerá que su consejo se divulgue, ahí va. La mejor bajada del Fløyen, dicho por uno de sus habitantes, es esa ruta anaranjada que rodea el área recreativa Floysletten y cuyos brazos convergen en una especie de veleta ¿La ves? Existe, es enorme y tiene esa forma que ves en el dibujo. Después la senda continúa serpenteando hacia la derecha por donde se lee "Tippetue" para acabar junto a la bonita estación de bomberos de Skansen. Las primeras casitas de Bergen se encaraman, mimosas, a la falda de su monte protector y terminamos el descenso a través de coquetas calles empedradas, con macetas de flores y fachadas de madera.
¿Y las vistas desde el espléndido mirador de la cima? Pues bien, llegado el momento de bajar, la ciudad seguía oculta por un mar de nata pero, una vez iniciado el descenso, el primer mirador del camino me ofreció este premio de consolación.
Como bruja del tiempo valgo poco yo
Un poco de geografía física de Bergen y sus montes. A estas alturas ya está claro ¿No? La ciudad emula a Roma sobre siete colinas pero sobre todo escucharás hablar de los montes Fløyen y Ulriken, cada uno con su conocido medio de transporte.
FUNICULAR al Monte Fløyen, también lo encontramos como Fløybanen/Fløibanen.
www.floibanen.com/es/visita/
TELEFÉRICO al monte Ulriken: el Ulriskbanen
www.ulriken643.no/en/Home/
No están cerca uno de otro. Al funicular, como hemos visto, se llega en un periquete desde el puerto. ¿Se ve bien en el mapa? Busca el Torget, Mercado del Pescado justo al fondo del puerto y, en seguida, hacia la derecha, la Kors Kirken y la estación de salida del Fløybanen.
El teleférico, en cambio, queda fuera de mapa y se suele utilizar algún transporte para llegar a pie de cabinas. El propio servicio tiene un autobús turístico con salida desde Zachariasbryggen, en el Mercado del Pescado, pero los viajeros avezados -y atención que esto es para nota- usan los autobuses municipales, bastante más económicos. Sirven los nº 2, 3 y 12 desde el centro y en dirección sur hasta el Hospital Haukeland. Luego hay que caminar unos 200 m hacia Haukeland Bakken Hill. (Si subes, es que vas bien). El autobús nº 3 se puede tomar en la calle "Olav Kirken Gaten", una de las vías que unen el centro con la zona universitaria.
¿Funicular o teleférico? Pues el funicular es bastante más popular. Está más a mano, para empezar. El monte Fløyen es más discreto en altura que su hermano el Ulriken pero, precísamente por eso las vistas son más cercanas. Además, el Fløyen ofrece más en la cumbre: restaurante, parque infantil, senderos, lagos... A su favor, el teleférico cuenta con que tiene todas las papeletas para estar menos masificado y el rollo "cesta voladora": mejor panorama, más adrenalina.
En su día seguí una pista para no perderme ninguno y consistía en subir al Ulriken, seguir la senda que lo une a través de un paisaje de tundra con el Fløyen y, desde este último, descender a la ciudad. A mí este "paseo por las nubes" me encandiló. No obstante, después de investigar más a fondo, no las tenía todas conmigo porque los montañeros que han dejado comentarios difieren mucho en cuanto a la dificultad y duración. En general hablamos de unos 15 Km, 5 h, dificultad moderada. El camino está marcado con hitos de piedras y algún comentario en el sentido de que es fácil perder la pista es lo que más me echó para atrás y me inclinó a la opción más segura del Fløyen. Pero bueno, ahí queda la posibilidad, para aquellos a los que les tire la montaña.
Un alto en el Fisketorget
Tanto monte me ha abierto el apetito y el Fisketorget -Mercado del Pescado- se ofrece para un -merecido- picoteo. Lo distinguirás fácilmente por sus toldos rojos. No busques un edificio. Es tal su fama que sorprende encontrar un tingladillo de tenderetes y mesas con bancos al aire libre. Los chicos y chicas españoles se desenvuelven de miedo y en un segundo te darán a probar un poco de salmón salvaje o un rico guiso de pescado y buscarán un rincón libre para vosotros. ¿Quien se resiste?
La oficina de turismo queda ahora a mano -No está actualmente donde señala el mapa, sino en el Strand Kaien, encarando el puerto y muy, muy cerca del mercado. Es una buena ocasión para captar información y conectar con la familia gracias a la wi-fi gratuíta. Pero hay algo más que hacer por aquí y es pasear por el muelle para tener una vista frontal del Bryggen. ¿Ves detrás las torres espigadas de la Mariakirken? Parecen estirarse para salir en la foto
Hacia el ensanche comercial y cultural
Y ahora es la amplia calle peatonal Torgalmenningen la que nos invita al paseo. Con las fuerzas repuestas, lleguemos hasta la Johanes Kirken -estos días en obras- y asomemos un poco por la zona universitaria.
El Museo Marítimo de Bergen puede ser una aproximación a la relación de la ciudad con el mar y la navegación. Se enclava en plena zona cultural y universitaria. Llegar a pie es sencillo y un agradable paseo a través de calles tradicionales y comerciales.
Y como una imagen -a veces- vale más que mil palabras:
El número 22 -en el cuadrante de más abajo y a la derecha- es el Museo Marítimo, justo detrás de la aguja de la Johaneskirke. Desde uno de los puntos de atraque habituales en "A" se aprecia que se trata de un paseo no demasiado largo y lleno de atractivos por el camino.
Un episodio poco conocido de la historia de España tiene que ver con Bergen cuyas costas fueron alcanzadas por maltrechas naves de la Gran Armada. Si sentís curiosidad:
La Nave de las Damas
Gracias a maryqr y a Jose por la pista y la reseña
Para el regreso te propongo partir de la zona de museos y tomar la Christies Gate pasando por este salón de la ciudad que es la Festplass con su estanque y sus centros de arte y cultura. Además del augusto y decimonónico Vestlandske Kunstindustrimuseum (Museo de Artes Aplicadas), aquí puedes encontrar la "Calle de las Artes" de Bergen con el KODE (Cuatro edificios alojan la amplia y variada colección de arte y diseño), el Bergens Kunsthall (Centro de Arte contemporáneo) y el Grieghallen (Palacio de Exposiciones y Congresos). Lástima que la escala no dará para todo pero sí al menos para asomar a esta milla de oro cultural y, quien sabe, disfrutar de alguna pequeña muestra de nuestro gusto. Tú haz “click” y a ver qué pasa
kodebergen.no/
www.kunsthall.no/
www.grieghallen.no/
Bergen fue un destacado núcleo comercial y eso deja huella. Si las compras entran en tus cálculos esta es la escala. Habrás visto buen comercio en el entorno de la Torgalmenningen y también ahora encontraremos pequeñas tiendas en la ciudad vieja. ¡Ah! Y he leído que la tienda de recuerdos del Monte Fløyen no está mal. Por mi parte, me contento con un poco de queso Brunost en un supermercado de la popular cadena "Kiwi", cerca del ayuntamiento. Suele presentarse en bloques de 500 g pero encuentro también unas lonchas envasadas con las que satisfacer mi curiosidad por algo más de 2 €. Todavía no he dado con un queso que no me guste y el Brunost, denso y con notas de caramelo, no es la excepción.
Por la ciudad vieja
La sobria Domkirke está ahora a mano y le rendimos visita, claro. Tiene su origen en un templo franciscano y la sencillez se le ha quedado prendida a la piedra. Inútil comparar con nuestras adornadas catedrales. Hay que leer los templos noruegos en sus propias claves.
Nos dejamos llevar después por el entramado medieval de callejuelas en busca de la escondida Kors Kirke (Iglesia de la Cruz). Una zona tan intrincada y densamente poblada ha sido muy vulnerable a los incendios en el pasado y tanto esta iglesia como la catedral han sufrido profundas reformas. Con ojo atento, encontrarás la huella de su origen románico en algún detalle exterior, como esa cornisa sostenida por arquillos de medio punto que ha revelado una reciente excavación.
Y regresamos al puerto, origen de Bergen: He dejado para el final la joyita local pero antes, un poco de historia, mientras paseamos por el muelle. Escucharemos con frecuencia que Bergen formó parte de la Liga Hanseática y habrá que echar mano de los recuerdos del bachillerato acerca de esta potente confederación de ciudades germánicas creada en la edad media para proteger y fomentar sus intereses comerciales. Y si no lo recordábamos ahora ya no lo vamos a olvidar, que para eso viajar es una forma vívida (y agradable) de aprender.
Pues bien, el Bryggen es el barrio de los comerciantes del Hansa, señores del comercio en el Báltico. La preeminencia del lugar habla de orgullo de clase en una sociedad que alienta el talante laborioso y el ánimo emprendedor. Nos llevan siglos en esto, qué le vamos a hacer
Estas casas de madera, tan apiñadas...pues sí. Los incendios han modelado drásticamente la fisionomía de muchas ciudades nórdicas y Bergen no es la excepción. 1702 es aquí la fecha más recordada -de la misma manera que 1904 marcó la historia reciente de Ålesund- y un esfuerzo tenaz de reconstrucción hace que podamos disfrutar hoy de este patrimonio de la humanidad. Fin de los datos. Tiempo libre para internarnos en los callejones, retroceder en el tiempo, subir y bajar escaleras, descubrir los patios traseros, las líneas expresionistas en los recovecos, curiosear las tiendas, las trastiendas...todo ese mundillo laberíntico que se esconde tras las fachadas del Bryggen.
Terminamos a lo grande en el Bergenhus, una de las fortalezas más antiguas y mejor conservadas de Noruega. Consta de dos edificios de origen medieval: la Torre Rosenkratz y el Haakonshallen, el salón del rey Haakon y nos hablan de una época en que el poder político se asentaba en Bergen. Yo los encontré cerrados así que me contenté por deambular por el recinto entre los dos solemnes volúmenes de piedra. Estaba muy tranquilo y eso siempre realza el atractivo del lugar.
Explorar las cercanías
Los alrededores de Bergen guardan más tesoros que no llegué a conocer y en la oficina de turismo disponen de un folleto (en inglés) para explorar en autobús y tren ligero. Las rutas están muy bien explicadas y, entre las propuestas, se citan el teleférico Ulrikebanen (10 min), la reconstrucción de la Fantoft Stavekirke (20 min), o la Casa de Edward Grieg (25 min).
Bergen es ciudad de músicos y con música termino mi etapa. Estas notas le sientan bien a un ascenso a la cima del Fløyen en un día de niebla, cuando parece posible -y hasta probable- un encuentro con seres fantásticos.