Me levanto a las 5 de la mañana y el Taxi me lleva a la T4 del Aeropuerto de Barajas (Adolfo Suarez).
22 km: 41 euros
Vuelo con Vueling, salida sin novedad de la T4 de Barajas. Salimos de Madrid con un leve retraso. El vuelo sin ninguna incidencia.
Aterrizamos en el enorme aeropuerto de Paris Charles De Gaulle.

Cuando entro al baño en la terminal, y eso que es la "lowcost", me doy cuenta de que ya estamos en París. ¡Aquí se cuida el detalle!

Aunque está bien señalizado me cuesta un poco llegar a la estación de tren de alta velocidad (TGV), que está en un terminal T2, diferente al de las compañías lowcost. Debo coger el tren subterráneo circular que une las terminales.
Tren de Alta Velocidad... a ninguna parte
Tengo que esperar una media hora en la sala hasta que se estacione el tren en su andén. Hay mucha gente esperando. El TGV es un modo muy rápido y eficaz de moverse por Francia.

Cuando llega la hora de subir al tren he perdido el billete. El mozo me mira con condescendencia. Al final, encuentro una solución: tengo el billete en la tableta.
Curiosamente no encuentro mi asiento: que el número de superior esto, está el número inferior pero no está el mío. Me dice otro viajero, que da igual, que el tampoco ha encontrado el suyo.
Llega el revisor, le enseñó una tableta, me pasa el sector y todo perfecto.
La campiña francesa tiene un aspecto sosegado en septiembre y yo me relajo en el acogedor asiento.
El tren para en la estación de Champagne-Ardenne, una estación en medio del campo, a pocos kilómetros de Reims y continúa por los mismos paisajes. Como 30 minutos más tarde, recibo la llamada de Romain:
- ¿Antonio, donde estas? – se le nota alterado
- ¿Dónde voy a estar? En el tren. –con absoluta confianza-
- ¿Pero en que tren?
- ¿Cómo que en que tren?


Cuando el que espera en la estación está nervioso y el que va en el tren, está tranquilo… es que te has equivocado de tren.



Tenía que haber hecho transbordo en la estación de Champagne-Ardenne, sin embargo, ahora me encuentro cerca de Metz y Nancy.... si me descuido llego a Estrasburgo.
Me bajo en una moderna estación en medio del campo, que me recuerda a los apeaderos de los pueblos de La Mancha: es la estación de Lorreine, situada entre ambas ciudades. Tengo que buscar un tren de vuelta hacia la estación de Champaña-Ardenas , pero el siguiente tren sale una hora más tarde, así que busco asiento en la sala de espera. El personal de la estación es muy amable y colaborador: en todo momento intentan orientarme e indicarme que tren tengo que coger.
Mientras espero en la estación TGV de Lorrraine, saco unas galletas oreo, más por matar el tiempo que el hambre. Al echarme una a la boca, pienso: extraño modo de comenzar un tour gastronómico.

No me hacen pagar el billete de vuelta a Champaña-Ardenas… Son bastante más condescendientes que nosotros con la gente despistada: estoy seguro que en España me habrían hecho pagar el billete de ida, el de vuelta y, de regalo, me habrían dado dos cogotazos por atontado.