DIA 4, 13-10-14, Skoura- Hara Oasis (alojamiento) ✏️ Diarios de Viajes de Marruecos

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Hoy no madrugaríamos mucho, a las 9 a.m teníamos fijado el desayuno. Sería, a priori (la apariencia del planning engañaba) un día más tranquilo. A las 08:30 nos despertamos, ya ansiosos de ver la magnífica vista que nos depararía el enclave del palmeral de Skoura en el que estaba situado nuestro alojamiento, Albergue Familia Ben Moro.
En efecto, al subir a la terraza superior, una amplia llanura llena de palmeras, con el Atlas a su derecha. Allá donde el horizonte empezaba, todavía tenía palmeras.

Disfrutando de un delicioso desayuno, con tortas y pan casero, mermeladas, miel, huevo frito (a la plancha) y como no, la reina de la fiesta en todo el país, el té; podíamos complementarlo con la paz visual del lugar.
Con los deberes hechos, nos pusimos rumbo al palmeral, a sentirlo de cerca, a caminar sobre él.

Donde de lejos se ve una auténtica maraña de palmeras, dentro de él son pequeñas huertas de los habitantes de la zona, palmeras abandonadas, sí, digo esto porque lo que parece de dominio público, tiene dueño. Cada metro cuadrado de tierra, cada palmera con dátiles para recoger tiene un propietario, y conocen bien cual es su parcela.

Continuando por el palmeral desembocamos a una gran explanada, que resultó ser un gran río, seco en este momento. Al fondo una gran construcción de adobe, la Kasbah Ameridil, una fortaleza. Entramos en ella, con un coste de 40 dh por persona, con una guía espléndido, un nativo que dominaba el inglés. Preciso en sus explicaciones y acertado en la información que daba, te iba embaucando e introduciendo en un viaje al pasado, donde pudimos ver la forma de vida de las familias que la habitaban, la distribución de las plantas, el porqué de cada una de las torres. Es impresionante la historia que se escondía entre cada pared, tuvimos el privilegio de tocar, de ver unos escritos coránicos de la época, en la que a modo de tinta, contrastaban el texto con azafrán.

La arquitectura de la época ya mostraba la inteligencia de la que la naturaleza les proveyó, o según dirían ellos, Allah. Las ventanas, pequeños orificios rectangulares posicionados en vertical, utilizando la tecnología 3D para vigilar sin ser visto. Digno de ver.
Luego pasamos a la ampliación posterior de esta Kasbah, el Riad, en el cual te puedes alojar y disfrutar del ambiente histórico que como he ido mencionado, se respira.

En el Riad, esta vez con guía que hablaba español, recibimos explicaciones prácticamente similares, que no iguales, por lo que una vez en el lugar no puedes dejar de visitar las dos construcciones. Tras las últimas lluvias días antes, sus paredes, techos y suelos se deterioraron bastante, dejando caer la paja al suelo, que posteriormente reutilizaran para restaurar los desperfectos. En las construcciones de adobe, se requiere constancia para no verse abocadas al abandono; resultando que en ocasiones, las familias no pueden asumir el coste de las reformas, teniendo que dejar sus viviendas medio derruidas.

Continuamos rumbo a Ouarzazate, donde para ello atravesaremos las montañas del Sarhro, para dar paso al interminable Valle del Draa, un oasis repleto de palmeras con una longitud de 200 kilómetros de largo, del que parece que nunca se sale.

Una vez habiendo cargado las pilas con un típico y delicioso tajíne de pollo en la terraza con vistas al palmeral, del albergue Chez Yacob, debemos continuar explorando las inmediaciones; donde se pueden ver claras evidencias de que allí estaba teniendo lugar el rodaje de una película (algo al parecer habitual en la zona). Continuando con nuestra misión, Jota tenía otra perla para enseñarnos, la Kasbah Tamnougalt, la primera edificación dentro del Ksar de Tamnougalt, a escasos kilómetros de Agdz; data del siglo XVI aproximadamente, medio derruida por el paso del tiempo y habitada por un morador que gustosamente nos guió y enseñó cada rincón de su interior. Poco a poco la está reconstruyendo, financiándose con coste de las grabaciones que allí tienen lugar, y con 2 habitaciones habilitadas para huéspedes, este joven anfitrión la volverá a levantar su pequeño imperio familiar.

Tras la caída del sol, divisada desde la zona más alta de la Kasbah, tomamos rumbo a nuestra siguiente parada, donde ya con la noche encima, acabaríamos llegando a un antiguo pueblo judío abandonado, con sus vivienda de adobe destrozadas por la propia erosió; para dar paso, tras la pericia de Jota con su enorme todoterreno por las angostas callejuelas, a nuestro siguiente hogar, Hara-Oasis. Estaba todo muy oscuro, pero un amable burro con su amo nos recogerían el equipaje y nos guiarían a las puertas de la entrada. Jota se había coronado, depositamos la confianza en él para nuestros próximos 5 días, y desde el primer momento nada había pasado inadvertido.

Allí nos recibe su propietaria, una joven marroquí con un perfecto español, nos brinda un té en una sala con mucho encanto africano, y tras hacernos entrega de nuestro bungalow, pasamos a la cena. El bungalow, un pequeño hogar con mucha magia, situado en pleno palmeral del Draa, donde cada detalle estaba medido milimétricamente.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

He reducido el tamaño de las imágenes para poder poner más y que no tenga tanto recorrido la etapa. Si las preferís más grandes, me lo decís y le damos otro giro a las siguientes etapas jeje. Saludos y hasta la próxima etapa.

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