Habíamos visto que en la mayoría de hoteles y agencias se podía contratar la excursión en grupo pero siendo uno de los platos fuertes del viaje optamos por seguir los consejos del foro de Los Viajeros y contratarla con Gary, de Win Win Travels. No pudimos elegir mejor. En lugar de pasar gran parte del tiempo en actividades o visitas que no teníamos interés y compartir las mejores vistas con un tropel de gente, pudimos disfrutar durante tres horas en solitario de los paisajes del Espinazo del Dragón. Además, las explicaciones de Gary sobre el lugar y también de otras costumbres y lugares de China simplemente no tienen precio.
A pesar del poco descanso por haber llegado al hotel a la 1 de la madrugada tras el vuelo desde Shanghai, no queríamos esperar ni un minuto más para perdernos en ese precioso paisaje y a las 8:15 empezamos la excursión. En primer lugar, Gary nos llevó a desayunar Guilin Mifen, un bol de fideos de arroz con todo tipo de cosas irreconocibles pero riquísimo y perfecto para la caminata de después. Y ¡rumbo a cumplir un sueño!
Los principales pueblos son:
- Ping'an, un bello pueblo Zhuang de 600 años de antigüedad y el más importante, con más turistas y servicios de la zona.
- Longji: a poco más de una hora a pie de Ping'an, sin turistas y precioso.
- Jinkeng-Dazhai, un tranquilo pueblo Yao.
- Tiantouzhai, más aislado y con impresionantes vistas panorámicas de los bancales de arroz.
Nuestra ruta, sin un solo turista en los alrededores, comenzó a los pies del pueblo de Longji, que dejamos a un lado para continuar el ascenso durante aproximadamente media hora hacia el primer punto con las vistas de los bancales de arroz que nos dejaron, como era de esperar, con la boca abierta. Desde ahí, continuamos ya más en llano y rodeados por los bancales de arroz, las cañas de bambú y algún que otro insecto de la fauna local (incluidos mosquitos sin ningún respeto a los repelentes que nos aconsejaron en la Unidad del Viajero del Hospital Carlos III).
La forma de estos arrozales hace que retengan el agua de la montaña de manera que las plantas permanecen semiinundadas todo el tiempo. A diferencia de los arrozales en llano, aquí sólo siembran y recogen una cosecha al año, que utilizan exclusivamente para consumo propio. Así, mientras los arrozales que se veían desde la carretera acababan de ser sembrados para la segunda cosecha, los de Longsheng contaban con las plantas en su máximo tamaño y verdor; en alguna pudimos incluso ver los granitos de arroz.
Por este sendero llegamos hasta un puente de madera precioso, último remanso de paz antes de llegar a Ping'an con sus hordas de turistas y vendedores. Desde aquí, esquivando el gentío, llegamos al mirador de las Siete Estrellas y la Luna, con unas vistas impresionantes.
De vuelta por el mismo camino, recuperada la soledad, Gary nos contó que las terrazas de arroz presentan un aspecto diferente en cada estación: verde en verano, amarillo en otoño, blanco por la nieve en invierno y con el reflejo del aguas y la tierra en primavera, cuando acaban de plantar las semillas.
A la vuelta visitamos el pueblo de Longji, las diferentes callecitas y construcciones, las plantaciones de guindillas y el pequeño museo de la zona. Antes de ir a comer un bol de arroz riquísimo a otro sitio "made in Gary" (totalmente fuera de las rutas turísticas), aprendimos la frase en chino que sirve de coletilla a este post:
Uo shi juan titien (así suena, cómo se escribe sólo lo sabe Gary), que Gary ya sabe traducir, con algún problemilla en la pronunciación de las "r", como "Me gustan las terrazas de arroz".
Aquí tenéis el vídeo resumen de esta visita: