Partimos esta mañana de Arequipa con la sensación de no haberle sacado a esta ciudad todo lo que ofrece, aunque satisfechos, ya se sabe que llevaríamos un ritmo frenético, y por esto mismo ya sabíamos que podíamos dejarnos cosas en el tintero.
Nuestro rumbo se dirige ahora hacia el valle del Colca, para esto habíamos contratado una excursión de dos días y una noche que el señor del hostal nos había ofrecido por 16€ por persona. Vinieron a recogernos hacia las 7:45, como no teníamos despertador aun, pedimos que nos despertaran pero lo hicieron tarde, menos mal que fuimos rápidos.
Esto es un poco turistada, pero bueno al fin y al cabo, por no disponer de demasiado tiempo era lo más práctico, seguro, sencillo y no creo que más caro para poder llegar a la Cruz del Cóndor y ver el Cañón del Colca.
Como decía es un poco turistada porque todas paradas están muy planificadas, y en ellas siempre hay alguien dispuesto a venderte algo, lo que sea, un recuerdo o una botella de agua o algo de artesanía, también porque es un grupo y se come, se cena y, casi, se duerme con un grupo de turistas, aunque ya veréis como al final Mónica y yo conseguiremos darle un poco la vuelta, quitarle lo malo y rellenarlo con momentos muy positivos, jeje.
Salimos de Arequipa por una carretera que atraviesa zonas casi desérticas, con los volcanes, el Chachani, el Misti y el Picchupicchu vigilándonos en todo momento desde los 6000 metros de altura, y nosotros seguíamos subiendo mientras Dina, la guía, muy maja, nos iba contando historias sobre Arequipa, los volcanes y nos enseñaba a distinguir entre vicuñas, llamas y Alpacas. Turistada si, pero enterarse de cosas gracias a la guía tambien esta bien, ¿no?.


Pudimos ver estos animales y algunos más en el imponente altiplano peruano, una llanura a unos 4000 metros de altura, en el que la vista se pierde, con la perpetua imagen de los volcanes, con otro invitado: el Ampato, donde encontraron a Juanita.
Nuestro recorrido hacia Chivay continúa y pasamos por el punto más alto de nuestro viaje: 4900 metros. Aquí encontramos muchos montones de piedras apiladas unas sobre otras, a modo de ofrenda a las montañas, creencia ancestral para que sus dioses fueran benevolentes y no les enviaran tragedias a sus tierras en forma de terremotos y demás. Por supuesto y siguiendo con esta tradición nosotros hicimos la nuestra.


Pegamos una carrerilla porque el autobús esperaba (casi siempre éramos los últimos) y os aconsejo que si a subir alguna vez a esa altura no corráis, solo fueron 20 metros pero me tuvieron el corazón a tope durante un buen rato.
Comenzamos a bajar hacia Chivay. Chivay está a 3651 metros de altura, la bajada es muy pronunciada, muy rápidamente se descienden 1300 metros. Mientras bajamos se divisa el pueblo desde lo alto, rodeado de montañas, para mí es un espectáculo.
Lo cierto es que no esperaba demasiado de este pueblo, ni las guías, no los comentarios que había leído sobre el, lo ponían muy bien, no sé cómo serán el resto de pueblos del valle, pero Chivay me sorprendió, aunque haya perdido algo de identidad para adaptarse al filón turístico, es un pueblo de sierra muy animado, con un ambiente especial, las mujeres caminan con el traje típico de la zona, con 1000 colores y con sus hijos de caras rollizas y redonditas a la espalda, que parecen que se van a caer de cabeza al suelo, aunque la verdad es que deben ir bien a gusto, porque ni se mueven.

Las llamas se pasean por las calles como si nada fuera con ellas, se respira tranquilidad, en fin, un ambiente especial.
La guía lleva a comer al grupo a un restaurante turístico por 5€ por persona, y Mónica y yo, hacemos la 1ª escapada y vamos a investigar un poco y a mezclarnos con la gente, en la Plaza de Armas, encontramos un restaurante con el curioso nombre de “teléfono snack” con un menú a 0,95€, en el que comemos un 1º, un 2º, bebida de maracuyá y postre, y todo muy rico.
Qué bien sienta comer más barato que los demás, y además descubrir el pueblo más alla de un restaurante. Se nota la sensación de paz que solo te puede dar un pueblo, y nosotros que somos de ciudad lo valoramos más aún.
Después de dar una vueltecilla por los alrededores de la plaza, acudimos al restaurante donde comían los demás a esperar para que nos llevaran a los hoteles.
El nuestro no tenía ni nombre, ni tan siquiera estaba terminado de construir. Y en la habitación hacia fresco, por decir algo, y eso que en la calle estábamos en manga corta y con calor, me da por mirar la cama y tiene puestas ¡3 mantas y un edredón! jeje, no se porque pero me dio por pensar que esa noche ibamos a pasar un frio del carajo.
Como aún era pronto, habíamos quedado a las 4 para ir a La Calera, fuimos al mercadito a cotillear un poco. Mónica que es dura regateando, no consiguió buen precio por unos estuches aunque finalmente se llevo 4. Y aquí, por fin, conseguimos un despertador. Subimos las escaleras hacia la habitación corriendo por eso de “tonto el último” y notamos los rigores de la altura, esto no mola, veníamos a por el bañador y a por las toallas, aunque la mía es tan pequeña que no me va a servir, yo que economizo hasta el infinito en cuanto a espacio y el peso en la mochila y cuando llego aqui me di cuenta de que era un exagerado pues me habia traido una toalla de 15x30 cm, vamos que por mucho que estire no me tapo ni los hombros y en los baños estos es imprescindible ir tapadito de una piscina a otra, alli te alquilan toallas pero es un robo. Fuimos a la pza. desde donde iríamos a los baños termales “La Calera”. Que agustooooooooo!, son 3 piscinas, aunque hay más pero no nos dejan utilizarlas por ser para la gente local, están rodeadas de montañas y lo mejor es que están a 38ºC gracias a la actividad volcánica y mineralógica de la zona, algo que no hay que perderse, lástima que pudimos estar muy poco tiempo, aunque el verdadero problema es que el tiempo pasa muy deprisa cuando estas a gusto.

Me llama la atención que hay una piscina exclusiva para la gente local…me pregunto ¿porque separarnos?, a mi me gusta mezclarme, pero pensándolo un rato llego a la conclusión que somos muchos los turistas y apuesto lo que sea que estaba así establecido porque la gente local no se debe sentir a gusto ante nuestras miradas de curiosidad en algunos casos, ante sus costumbres o vete tu a saber. No me resisto a tomar un jugo de Papaya… es genial… qué gozada… con el agua calentita, las montañas al frente, bueno, voy a dejar de pensarlo porque si no.... menudo momentazooooo
El grupo queda emplazado para la cena en una peña regional donde ver los bailes tradicionales y participar en ellos. Nosotros vamos a pasear y a tomar algo caliente. Hacía mucho frío y solo eran las 19:00. Té de coca, buen remedio para el soroche (mal de altura). Buscamos un lugar donde poder comer alpaca, Lobo’s un restaurante en la pza. muy apañao y baratillo, fue un buen sitio, menos mal que al día siguiente teníamos que madrugar y no podíamos estar allí toda la noche, porque tuvimos que probar todas las mesas y sillas, hasta que encontramos la ubicaciónperfecta. Nada más, nos fuimos a dormir pronto, a las 5:30 teníamos que estar listos para ir a ver el cóndor.
Por cierto, que frio pasamos esa noche!!