Con las líneas de autobuses ya funcionando, he decidido empezar a visitar zonas más alejadas de la capital. El día de hoy lo tenía previsto para el pueblo colonial de Suchitoto.
El autobús que lleva a este destino (129) sale de la terminal de oriente, a unos 600 metros de la catedral.
Como en tantas ocasiones, la hospitalidad ya demostrada de Marcel se pone de manifiesto cuando me ve salir de casa para dirigirme hacia algún autobús que me acerque al menos al centro, y me insta a ir con él en coche hasta la terminal de oriente.
El autobús (100 minutos, 0'70$) no es mejor que los urbanos. Una carraca de los años 60', que no pasa de tercera, siempre forzada y con un ruido ensordecedor. En el trayecto lo menos se han subido cincuenta personas diferentes vendiendo todo lo que se te pueda ocurrir.
Suchitoto cuenta con varios pequeños museos, así como con una iglesia colonial y, a media hora andando, un lago.
Lo primero que hago, nada más llegar, es ir a la oficina de turismo. Allí un amargado me da un plano (muy cutre) de la población y me dice que no hay rutas para hacer senderismo.
Decido seguir las indicaciones de la guía y me dirijo al único museo que me interesaba: el museo de la convivencia y la paz. Está a unos 5 minutos andando de la plaza principal, y de la parada de autobús.
La entrada es gratuita (acepta donación, pues es privado). En realidad se trata de un centro multiusos orientado a dar a conocer la historia de Suchitoto del siglo XX, hasta el final de la guerra civil (especialmente cruenta en esta región). Para ello hace a diario múltiples talleres con jóvenes de la zona, cuyas obras son integradas en el museo.
Como estaba yo sólo, el encargado me ha hecho un recorrido rápido por el mismo, dándome explicaciones históricas.
Al ser sábado cierra a las dos, por lo que he aprovechado para comer en la cafetería adosada al museo.
Ha sido, con mucho, el peor almuerzo que he hecho en El Salvador. Claro que después me he resarcido con un licuado, un sorbete y, también, plátano frito.
El día era, otra vez, muy caluroso y he decidido coger un autobús (10' y 0'30$) que me lleva al puerto de San Juan, junto al lago. Se paga un euro por entrar (sigo sin entenderlo) y tienes acceso a unas barcazas que te dan un paseo a razón de 30$ la hora. Sinceramente, el lago no es de los más bonitos que haya visto y no merece la pena gastar ese dinero. También hay restaurantes de comida típica, que no he frecuentado.
Ya en Suchitoto de regreso, he andado por las calles empedradas y he entrado en la magnífica iglesia de la época colonial. Claramente lo que más me ha gustado de la localidad
A media tarde he cogido el minibus de vuelta que me ha dejado cerca de la terminal de oriente en unos 70'. Por supuesto, Marcel me ha ido a buscar otra vez. Hemos aprovechado para hacer unos recados y de vuelta a su casa a ducharse.
La tarde de hoy es especial. Hemos ido al teatro a ver un espectáculo muy logrado de títeres. Seguido nos hemos ido a cenar en un restaurante mejicano los cuatro: Marcel, su madre, su hermana y yo mismo. Ha sido una velada fenomenal, a la que se ha añadido una conversación que se ha alargado, nuevamente, hasta la 1:30 am