
Domingo 2 de Agosto
Desde este fin de semana se celebran, en todo el país, unas fiestas llamadas agostinas. Suponen siete días de descanso para la mayoría de salvadoreños.
En este contexto, el ministerio de turismo organiza diferentes excursiones todos los días, en una campaña denominada "Buses alegres". El día de hoy salen hacia Suchitoto, las playas de la región de la Libertad y El cerro verde. Es suficiente con acercarse a las 7 am a la catedral y abonar un precio comprendido entre 5 y 7 dólares.
Luz Estrella, la madre de Marcel, es la que me acerca a la catedral, aprovechando que se levanta muy prontito para ir a misa. Sí, ya sé,... yo también empiezo a estar apurado de la hospitalidad de esta familia.
En mi caso, opté por la llamada ruta de los volcanes: Cerro Verde, Izalco y Santa Ana. Hacia allá nos llevan directamente en unos 90 minutos. La opción del transporte público implica dirigirse primero a la población de Santa Ana (201), desde donde se hace transbordo al 248. Es una combinación que como mínimo te lleva 2'5 horas.
En el cerro verde hay otro de los muchos merenderos a los que son tan asiduos por estas tierras. De hecho, soy el único del minibús que hará el recorrido por los volcanes. El resto, simplemente se quedarán por la zona de esparcimiento, donde hay mesas para almorzar, así como pupuserías y otros puestos de comida rápida.
Vistas de la zona de esparcimiento:

A las 11 en punto comienzan todos los días (que no llueva) la caminata hacia los volcanes, pudiendo elegir si se prefiere el volcán Izalco o el volcán Santa Ana. El primero tiene un recorrido muy exigente, lleno de cientos de escalones para salvar la altura. El segundo tiene mejores vistas y un sendero sencillo de no más de cuatro horas entre ida y vuelta.
Tenemos un rato para esperar, así que compro algo de fruta para desayunar. Sin embargo, no pasan cinco minutos que se me acerca uno de los compañeros de la excursión, que me invita a dos pupusas de loloco muy sabrosas.
Vistas del volcán Izalco durante la ruta

El recorrido lo hemos hecho unas cien personas, cada una a su ritmo, pero protegidos por la policía turística, que abría y cerraba el grupo. Para ser una zona volcánica, se atraviesan zonas muy húmedas y verdes, que proporcinan una sombra agradable y necesaria.
Hacia la 1 pm se llega a la cima del volcán, donde puedes contemplar un cráter inmenso, con una pequeña laguna de color esmeralda en su fondo; así como un paisaje hermoso, en una perspectiva de 360º, donde destaca el lago de Coatepeque y la figura del Izalco.




La bajada es bastante sencilla, para tratarse de un volcán. A diferencia del Izalco, no tiene grava que dificulta el descenso. Para las 15:00 ya estás en la zona de descanso. Como aún tengo una horita para regresar aprovecho para seguir probando la comida salvadoreña. Ahora toca la rigua. Sí, la comida que el pobre Neftalí estuvo buscando una y otra vez, por todas partes, hace un par de días en el volcán de San Salvador. La verdad es que es un alimento más sabroso que las omnipresentes pupusas.

Estamos en regreso a San Salvador para antes de las seis. Justo tiempo suficiente para sacar algunos dólares del cajero automático (no he visto ninguna casa de cambio hasta la fecha, y los bancos no abren el domingo) y esperar a Marcel, que se ha empeñado en venir a buscarme.
Para la tarde de hoy ya ha planificado una cena con su madre. Vamos a ir a una cadena salvadoreña de pollo llamada "Pollo Campero". Decir que es exquisito es quedarse corto. Convengo con Marcel para pagar a escote, aprovechando que su madre ha ido al baño... ingenuos que somos... evidentemente es ella la que nos "ha engañado". De veras, hay veces que me siento un abusón con esta familia.