Amanece un nuevo día en el paraíso, hemos dormido estupendamente porque la cama es bastante cómoda, así que es momento de ver qué tal se portan en los desayunos, y la verdad es que no están nada mal. Hay opciones para todos los gustos: tostadas, bacon, pancakes, huevos, gofres, etc. Como vimos ayer, nada especialmente lujoso pero suficiente. Durante el desayuno nos pasan la cuenta del día de ayer, para que la firmemos, aunque como nosotros tenemos todo incluido, realmente da igual lo que ponga, no tenemos que revisarlo jejeje.
Para cuando volvemos a la bungalow, ya han pasado a limpiarla. No sé cómo lo harán para controlar que te has ido a desayunar, pero el caso es que todas las mañanas a la vuelta ya habían pasado a limpiar, lo cuál se agradece, porque la bungalow está tan cerca de la playa que si lo hiciesen en otro momento, no podrías usarla durante mientras estás en la playa, y desde ya os digo que es muy útil, para ir al baño, para coger agua fresquita del minibar, para ir a por la cámara, etc.
Aquí tenéis un pequeño video para que se pueda ver la distancia que hay desde la bungalow 34 hasta el banco de arena:
Ayer pasamos casi todo el día en el banco de arena, y aunque hoy esperamos pasar un buen rato también, tenemos ganas de conocer otras playas de la isla, sobre todo porque en cada zona se ven diferentes bancos de peces. Todo el mundo nos pregunta: “¿y no os aburrís en Maldivas de estar todo el día tirados en la playa...?”. La respuesta es NO, porque lo que menos hemos hecho en Maldivas ha sido estar tirados a la bartola, nos hemos pasado las horas muertas buscando zonas donde hacer snorkel, por la mañana en un sitio, por la tarde en otro, mañana vamos a esta zona que hay muchas mantas, luego a este otro donde suelen estar los baby sharks, etc. Y tras casi 4 días completos, podemos decir que si nos hubiésemos quedado un par de días más, no hubiese pasado nada, pero no por querer descansar, sino porque hay zonas donde no nos ha dado tiempo a hacer snorkel.
Podéis pensar, buah, éstos son unos flipados del snorkel… ¡ni mucho menos! Como comenté el día anterior, no habíamos hecho snorkel en serio nunca, pero es que ésto es el verdadero paraiso, es ponerte las gafas, mirar hacia abajo y descubrir un mundo vivo y desconocido. Peces de unos colores imposibles, morenas gigantescas, pequeños tiburones,… no te cansas de mirar y rebuscar, y eso que nos han faltado por ver las tortugas gigantes, que sabíamos que andaban por la zona de las water villas, pero no fuimos capaces de dar por ellas.
Y todo esto tomándonos descansos para disfrutar de un buen cocktail, o para disfrutar de la playa en sí, sin necesidad de ponerte las gafas. Da igual que no seas de playa, los días se te pasarán volando.
Pero no toda la isla tiene playa, hay zonas bastante salvajes, por ejemplo en la zona que queda al suroeste la vegetación llega hasta el mar, como si fueran manglares:
Hay otras dos zonas de playa un poco más pequeñas que el banco de arena, que también son muy bonitas. Una está al norte:
Y la otra está al sur:
Lo mejor de todo es que a pesar de que el hotel está completo, en ningún momento te da la sensación de que la playa esté abarrotada, y esto es así porque la gente suele quedarse en la zona de playa que tiene enfrente de su bungalow, aunque haya zonas de playa mejores. Ésto hace que la gente esté muy repartida por toda la isla, de hecho, hemos llegado a estar completamente sólos en la lengua de arena.
Otra de las cosas por las que son famosas las Maldivas es por el color de sus cristalinas y calmadas aguas. Pues bien, para ilustrar ésto que os cuento, podéis ver éste video que grabamos:
Pensaréis: “alaaa, qué bien graba esa GoPro…”. Error, el video está grabado desde el agua, no bajo ella. Como véis, se puede ver perfectamente el reef, los peces, etc, sin necesidad siquiera de ponerte las gafas. El agua es una balsa que sólo se mueve a tu paso…
Ésto es así hasta que llegas al final de la laguna, justo donde está señalizado con boyas que acaba el arrecife, momento en el que llegas al “abismo” a mar abierto, y el color del agua pasa del turquesa al azul en cuestión de un metro. Es una cosa curiosísima. Fijáos en los distintos tonos del agua de éstas fotos:
En el Embudu hay dos tipos de habitaciones: beach bungalows y water villas. Las primeras están a pie de playa (aunque no todas, recordad que las bungalows buenas son de la 26 a la 37), y las segundas están sobre el agua. Como sabréis, Maldivas también es famosa por esas espectaculares bungalows sobre el agua, tan típicas de los folletos. Pues bien, no es el caso del Embudu. Aquí las water bungalows son feas a rabiar, además de que están al lado de los generadores, por lo que no son ni exclusivas ni bonitas. Mucho más auténtico coger una bungalow romántica en la playa, que encima es más barata.
Sobre precios, muchos pensaréis que no os podéis permitir ir a las Maldivas. Pues bien, no podéis estar más equivocados, porque nosotros hemos pagado unos 125€/noche por un todo incluido. ¿Es dinero? Obviamente es más caro de lo que solemos pagar, pero para el estandar maldivo es un auténtico chollo, y el Embudu no es el único hotel de estas características. Aquí tenéis una lista de hoteles asequibles:
Bandos Island Resort and Spa
Summer island
Paradise Island Resort and Spa
Adaaran Club Rannalhi
Crystal Sand
Thulhaagiri Island Resort
Fun Island
Biyadhoo Island Resort
Adaaran Hudhuranfushi
Fihalhohi Beach
Asdu Sun Island
Eriyadu Island
Obviamente no puedo daros referencias de ninguno de ellos, pero sí sé que son hoteles sencillos como el Embudu, perfectos para el viajero medio que no se puede dejar 800€ por noche.
Antes de las dos cenas temáticas que nos quedaban (americana y china), disfrutábamos del precioso atardecer, tan silencioso y bonito como el del día anterior:
Y después de la cena, un relajado cocktail en el bar, y es que ésto no es el Caribe, aquí no hay fiesta hasta altas horas de la noche, ni bachatas ni grupos de amigos liándola parda. En Maldivas el rollo es mucho más tranquilo, más de parejas, si buscas fiesta y reggeaton… no es tu destino.
En éstas dos últimas noches pudimos hacer lo que no pudimos hacer la primera noche por el cansancio, disfrutar de la joya de la corona: la lengua de arena por la noche. Y es que coincidió una maravillosa luna llena que iluminaba tenuemente la playa, en la que estábamos completamente sólos, y en la que sólo se oía el rubor del mar. No hay palabras para describir un momento tan mágico, ese mar en calma por la noche, esa arena tan blanca iluminada por la luna… probablemente sea el momento más especial que hemos vivido en un viaje. En ese momento te sientes la persona más privilegiada del mundo, disfrutando de algo tan bello e irrepetible...