Nuestro último día en Italia iba a ser completito.



Eran las 12 de la mañana y el lugar bullía de gente tomando la consabida foto sujetando la torre que está mucho más inclinada de lo que nos imaginábamos. Vamos, parece mentira que no se haya caído con la inclinación que tiene. Descartamos la subida por falta de tiempo y por precio (18€ por 15 minutos nos pareció excesivo además de que no había hueco hasta las 16:00) y sacamos la entrada combinada para visitar la catedral, el baptisterio y el cementerio. La plaza del Duomo de Pisa o Campo dei Miracoli es una explanada inmensa donde se construyeron todos estos monumentos, no en vano, también ha sido nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El recinto está amurallado y se accede por un arco con lo que el viajero


La Catedral de Santa María Assunta de Pisa es de estilo románico pisano, su fachada presenta 4 niveles de arcadas en mármol gris y blanco y su campanario, la famosa torre inclinada, queda exenta del edificio principal al más puro estilo toscano. Ambos edificios, templo y torre, se encuentran hundidos perceptiblemente en el suelo.
Una vez dentro la catedral ya estaba llena, pero llena a rebosar. El interior no es nada sobrio, todo destaca; la decoración de las capillas, los techos pintados al fresco y el altar mayor con un mosaico dorado representando a Cristo en majestad, rodeado por la Virgen y San Juan Evangelista visible desde la entrada. El espacio es muy amplio, casi recuerda a las mezquitas musulmanas. Una auténtica joya.

Pero, sin duda, la estrella del conjunto es la torre inclinada. El campanario empezó a inclinarse durante su construcción pero fue al finalizar sus 8 plantas cuando sufrió una mayor inclinación debido a que todo el conjunto está construido sobre una antigua laguna ya desecada. La torre mide 55 metros de altura, pesa cerca de 15 toneladas y tiene 4 grados de inclinación. Ha sufrido varias intervenciones para tratar de corregir esta tendencia que ha ido en aumento hasta el año 2001 fecha en la que terminaron los trabajos y se confirmó que la torre había dejado de moverse por primera vez en su historia.


Por último, visitamos el cementerio monumental. Contiene unas 600 lápidas casi todas de nobles, clérigos o personas de buenas familias pisanas. En su interior encontramos 2 largas galerías decoradas con frescos rodeando un patio y 3 capillas. En una de ellas se narra el proceso de reconstrucción de este monumento que fue seriamente dañado durante la 2ª Guerra Mundial debido al fragmento de una bomba que provocó un incendio que destruyó el tejado, muchos sarcófagos de época romana y puso en peligro las pinturas. Los frescos fueron desmontados y restaurados para ser posteriormente colocados de nuevo en los muros. A pesar de tratarse de un cementerio a mi me pareció un lugar especial en el que alejarse del bullicio exterior, recorrer las galerías admirando los frescos, sin prisas y a solas. Fue una mañana espléndida.
Y hasta aquí nuestro periplo por Pisa y por tierras toscanas. En total habían sido 7 días (3 en Florencia y 4 recorriendo La Toscana) que nos habían dejado un buen sabor de boca, como un aperitivo, pero también nos habían abierto el apetito para tener ganas de más.


Cuando aterrizamos en Barajas llovía a mares y hacía frío
