Track de la etapa: GPS
Salí de Oviedo a las 8:30 en un Autobús que me llevaba hasta Cangas, pueblo bien bonito que me dio tiempo a visitar porque tenía dos horas hasta el autobús hasta Cabrales.

De Cangas el autobús me dejó en Cabrales donde cogí un taxi a Poncebos por 6 euros. Comencé a andar a las 13:00.
El inicio de la ruta es la famosa Ruta del Cares. Al ser Sábado se veía bastante gente. El entorno es precioso y, salvo la cuesta del principio, son 9 kilómetros llaneando por la garganta. Hasta el inicio del canal de Trea tardé dos horas y cuarto, andando tranquilo y parando para echar fotos sin problema. Con las piernas ya calientes comencé uno de los tramos más duros del anillo. A la canal de Trea se sube por una senda que hay justo antes del puente Bolín.



La canal es bastante dura ya que son 1200 metros de desnivel en 3 kilómetros. Hay un río en el primer tercio en el que se hace necesario recargar agua. A mí la primera parte se me hizo muy dura porque el sol pegaba con todas sus fuerzas. Pasado el río ya seguí el ascenso en sombra y se hizo más llevadero. La subida solo tiene un paso donde hay que usar las manos y es después del río, por lo demás no existe mayor riesgo y pasito a pasito se sube fácilmente.
Las vistas del macizo central durante el ascenso son preciosas y ya en lo alto acompañan hasta el mismo refugio de Vega Ario. Del final de la canal hasta el refugio hay un tramo de sube y baja entre piedras que le ponen la guinda al día. Al llegar al refugio solo me faltó besar el suelo. El refugio está en un entorno precioso. Un prado con unas vistas y un atardecer que dan un color a las montañas del macizo central muy fotogénicas.



El refugio de Vega Ario está bien, la familia que lo llevan son muy majos y están atentos a todo. La comida bien excepto el picnic, me dieron un bocadillo de cecina que se quedaba poca cosa.
El ambiente en el refugio era muy bueno, al ser sábado estaba casi completo. Conocí a un grupo de madrileños que había ido para llevar las cenizas de un amigo suyo al Jultayu. Me recomendaron ir al Jultayu que me quedaba muy cerquita y la vistas decían que eran preciosas. Si habían decidido llevar allí las cenizas de un amigo está claro que no puede defraudar así que para el día siguiente metí la subida al Jultayu en el plan.
La noche la pasé de un tirón gracias al cansancio que llevaba. Imprescindible tapones si uno quiere ahorrarse la sinfonía de ronquidos que es la tónica general en todos los refugios.