Es la capital de Alsacia y su principal ciudad. Situada en las márgenes del río Ill, dónde éste se une al Rin en la frontera con Alemania. Por ello ha sido desde la antigüedad un importante centro de comunicaciones, especialmente fluvial, albergando el segundo puerto en importancia sobre el río Rin, siendo éste el río más transitado del mundo.
En los tres últimos siglos Estrasburgo ha cambiado de manos en algunas ocasiones, pasando de ser posesión francesa a alemana y viceversa. Por ello y por su situación geográfica central respecto del resto de miembros de la Unión Europea, es sede de instituciones y organismos de la Unión Europea y el Consejo de Europa. Los edificios sede de las principales instituciones se encuentran agrupados en el Barrio Europeo.
El centro histórico de la ciudad se asienta en lo que se denomina la Gran Isla de Estrasburgo. Una isla fluvial formada por la canalización del río Ill, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988, destacando la conservación de “un antiguo barrio que es una muestra de las ciudades medievales”.
Llegar desde el aeropuerto de Mulhouse a Estrasburgo nos resultó bastante fácil, solamente hay que seguir la autopista A35, que además es gratuita. La misma nos desembocó directamente en la calle Rue de Molshein, que es donde se encuentra el parking Sainte Marguerite.
Una vez que finalizamos todos los trámites del hotel, abandonamos el mismo con la intención de llegarnos hasta el centro. Cerca del hotel hay una parada el tranvía F que conduce al centro de la ciudad. En concreto teníamos que bajarnos en la parada Homme de Fer. Los billetes se pueden sacar en unas máquinas que hay en la parada. Pero menos mal que sólo sacamos un billete de ida porque luego nos dimos cuenta que era una tontería coger el tranvía solo para dos paradas. Andando el centro no está lejos, aunque a priori pueda parecer que sí.
Nos dirigimos a la cercana Place Kleber para iniciar un recorrido por el centro. Eran las cinco de la tarde y nos dimos cuenta que no habíamos comido. Allí mismo nos tomamos un bocadillo porque ya no eran horas de ponerse a comer seriamente. La Place Kleber es la plaza principal y más importante de Estrasburgo. Debe su nombre a Jean Baptiste Kleber, oriundo de la ciudad y general importante. Hay una estatua del mismo en el centro de la plaza, justo encima de dónde está enterrado. En el edificio Aubette hacen todos los años, por Navidad, un excelente espectáculo de luces y es la plaza dónde se instala el árbol de navidad. También ponen un mercado solidario navideño y la caseta de información de las actividades de la ciudad en ése período navideño.
La tarde estaba lluviosa y gris. El recorrido que hicimos fue más bien una primera toma de contacto del centro histórico de la ciudad que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1988.
Desde la Place Kleber nuestros pasos nos fueron dirigiendo por distintos callejones y, como si existiera una fuerte atracción, nos llevaron directamente hasta la Place de la Catedral. En realidad, ambas plazas están muy cerca una de la otra.
La visión que de la Catedral de Notre Dame se obtiene nada más entrar por la calle Mercière, es de las que no se olvidan fácilmente. La calle encuadra perfectamente el pórtico central de la fachada principal. Por encima, dentro de un marco de piedra, florece un magnífico rosetón y en último término dos torres, unidas por el campanario. que forman la atalaya desde la que se yergue la torre octogonal coronada por una aguja calada en espiral con una gigantesca flor de cardo. Torre que fue hasta mediados del siglo XIX la más alta de la Cristiandad.
La fachada principal, la más ricamente adornada, consta de tres pórticos con tímpanos dedicados a representar la vida de Cristo y el Juicio Final. El célebre grupo formado por el Tentador rodeado por las Vírgenes Locas (o fatuas, o necias), que engalana la portada derecha, sirvió como modelo para las catedrales de Friburgo y Basilea. En frente, las Vírgenes Sabias, serias y erguidas, sostienen las lámparas y son precedidas por el Esposo. Sus miradas parecen interactuar con el visitante. Las vírgenes necias parece que te hacen una mueca cuando pasas por allí, mientras que el Esposo y las vírgenes sabias te sonríen.
En la portada izquierda las Virtudes vencen a los Vicios con sus lanzas y de igual forma, establecen un vínculo visual con el visitante.
Rodeando la catedral, siguiendo a nuestra izquierda, pasamos por delante de la más hermosa de las casas de entramado de Estrasburgo, la casa Kammerzel. En sus setenta y cinco ventanas ornamentadas podemos recrearnos, como en un verdadero libro, con temas del Renacimiento: los héroes de la Biblia, de la de la Edad Media y la antigüedad clásica grecorromana, las diez edades de la vida y los cinco sentidos. En un poste del ángulo de la casa se pueden ver unas esculturas magistrales de las virtudes teologales, Fé, Esperanza y Caridad.
Siguiendo en este sentido se llega al pórtico de San Lorenzo cuyo martirio está representado por encima de la puerta y coronado por un maravilloso baldaquín de estilo gótico flamígero.
Bordeamos la catedral por su parte trasera y alcanzamos la Place du Chateau. En el lateral de la catedral que vierte a esta plaza se encuentra el hermoso pórtico del reloj astronómico que nos encontramos cubierto por restauración. Sobre el mismo se encuentran dos esculturas que son una obra de arte, las estatuas que representan a la Sinagoga y a la Iglesia. Obras de un maestro de obras cuyo nombre no se conoce, que fue el que inició a los artesanos de la ciudad en el arte gótico que no conocían. También dejo su huella en el interior de la catedral, el inigualable Pilar de los Angeles, es también obra suya. El original de estas estatuas se encuentran en el museo L’Oeuvre de Notre Dame.
A esta Place du Chateau vierte también el Palais Rohan, edificio que alberga actualmente el Museo de Bellas Artes, el Museo de las Artes Decorativas y el Museo Arqueológico.
El edificio es una obra maestra de la arquitectura barroca francesa. Fue construido tomando como modelo los palacetes de París para el príncipe obispo Armand Gastón de Rohan, hijo natural de Luis XV, utilizando los servicios del arquitecto del rey, Robert de Cotte.
Ha tenido varios usos a través de los años y ha recibido bastantes huéspedes ilustres, comenzando por el rey Luis XV.
Le echamos un vistazo a su portada y al patio principal. Hay un cartel anunciando una exposición temporal: Ribera á Rome. Una selección del apostolado de este pintor. Nos hacemos el propósito de visitarla.
También entramos en la catedral. Pero lo tardío del horario y el día tan nublado se reflejaba en un interior umbrío y oscuro que apenas si nos dejó vislumbrar los tesoros que acumula. El órgano, el reloj astronómico, el Pilar de los Angeles, sus vidrieras, el púlpito …
Así que nos fuimos regresando hacia el hotel a través de la Place Gutemberg y la Grand Rue.
En los alrededores del hotel no vimos ningún restaurante que nos pareciera bien (tampoco había mucho dónde escoger) así que cenamos en el restaurante del hotel que tenía buena relación calidad-precio.