Hoy tampoco hay tregua!! Nos levantamos temprano para desayunar y salir pitando hacia el Coliseo, tratando así de llegar antes de que se forme una cola tan importante como la que nos encontramos el jueves. Tomamos el metro en Piazza República y en un santiamén aparecemos por la boca del metro que nos deja frente al Coliseo. Hay un gentío tremendo ya y sólo son las 9:30. Buscamos la cola para los que ya tenemos entrada, igual que hicimos el jueves, y la cola es aún mucho mayor que la que encontramos ese día a las 11:30. Qué horror!!!
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Resignados a tirarnos un buen rato en la cola nos ponemos en la fila. Curiosamente, la fila para los que van a comprar entradas en el Coliseo (lo que no la tienen como nosotros) es mucho menor, pero como diez veces menor (y no exagero).
Es una de las contadísimas ocasiones en las que la información obtenida del foro ha sido para nosotros totalmente errónea (del foro sacamos la idea de ir al Coliseo con la entrada comprada ya ).
Mientras estamos en la cola continuamente se nos acercan captadores de diferentes agencias que nos ofrecen visita guiada a los foros y al Coliseo por 15 euros cada uno y que nos ahorrarían la tremenda cola. La verdad es que llega a ser tentadora la posibilidad, la cola no avanza nada y el tiempo por el contrario sí. Nos espera una buena cola!!!
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Me pongo a pensar que seguramente, en los días de esplendor del Coliseo, no hicieron nunca colas similares, tendrían más accesos abiertos y la gente se repartiría por ellos.
Para pasar el rato conectamos la audioguía que nos cuenta la historia de la edificación del Coliseo y también nos habla de su exterior. Dejamos la parte que habla del interior para cuando pasemos dentro.
Detrás de nosotros un chico chileno entabla conversación y amistad con otro holandés. No me extraña, llevamos ya más de una hora bajo el sol romano y el que esté sólo se tiene que aburrir bastante.
Poco a poco y, a medida que vamos acercándonos a la entrada, nuestra cola se va acercando a la de los que tienen que comprar entrada hasta que nos ponemos paralelos a ellos. Por esa otra cola también acceden los grupos guiados.
El arco de Constantino visto desde el Coliseo
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Hay un punto en el que ambas filas prácticamente se juntan y hasta casi se mezclan, justo donde empiezan unas barras para separar ambas filas a apenas 40 metros de la entrada. Realmente me parece una organización bastante caótica y eso deben pensar también los “listos” que quieren ahorrarse la cola y que buscan precisamente ese confuso punto para colarse . Es un puñetero caos, las dos filas se juntan y continuamente pasan grupos con guías que atraviesan ambas filas revolviendo aún más a la gente y aumentando la vorágine.
Veo por la izquierda que se nos “pega” una pareja con una niña y que no estaban en la fila, pero como se ponen por detrás no les digo nada.
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Una señora italiana que ha salido de la nada, seguida por su marido, dos niños y la abuela, empieza a rebasarme por la derecha disimuladamente, entre las dos filas. Le pregunto si tienen entrada y me dice que sí. Le contesto que yo también y que llevo casi dos horas esperando para entrar y que de mí no se van a colar. Y que si quieren ver una exhibición de cómo los gladiadores destripaban a sus contrincantes, tan sólo tienen que intentar colárseme y les hago allí mismo gratis la demostración . Parece que no les interesa la idea y se quedan detrás de nosotros y delante de los chicos chileno y holandés que no les dicen nada.
El foro visto desde el Coliseo
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Más adelante, un matrimonio se pone junto a la fila, pegaditos a ella y haciendo como que miran el Coliseo. Disimulan fatal y se les ve el plumero (pegarse a una fila de gente no es la mejor perspectiva para contemplar el Coliseo ). La gente se les pone a chillar y se marchan avergonzados.
Otra vez por mi derecha me rebasa un señor japonés. Le pego un berrido que le da un pequeño susto. Me contesta azorado “my family, my family” a la vez que señala para atrás y me señala un grupo de unas 6 personas. Le digo “pues tú y tu family a la cola, delante mío no os ponéis” a la vez que gesticulo ostensiblemente . Mi mujer se muere de risa y me dice que soy el ogro de la cola.
Miro para atrás y entre nosotros y los dos chicos que venían detrás nuestro hay unas 16 personas que se les han colado . No sé si son despistados o buenos samaritanos pero me resulta inconcebible su actitud.
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Es incomprensible que el acceso a un monumento de tal importancia a nivel mundial y con una enorme afluencia de visitantes esté tan caóticamente desorganizado . No hay nadie poniendo orden ni tan siquiera informando (la tarea informativa la cubren los captadores de agencias). Un desastre total.
Por fin accedemos a la zona donde unas vallas separan ambas filas y ya resulta casi imposible que se te intenten colar. Así y todo el señor japonés de antes y una de sus hijas hacen un par de intentos de progreso por mi derecha pero la primera vez un gruñido mío y la segunda un codazo les hacen recular.
Un poco más adelante vemos por fin a los principales causantes de la desesperante cola: dos únicos arcos de seguridad para controlar el acceso de los miles de visitantes de un Sábado Santo en Roma, algo inexplicable.
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Por fin, tras dos horas de reloj haciendo cola, accedemos al Coliseo. Conectamos la amena audioguía que nos ayuda a disfrutar mucho más la visita, contándonos datos históricos y haciéndonos imaginar el ambiente que se tenía que vivir allí en los días de su apogeo. Muy recomendable hacer con una de ellas (a mí me la pasó mi cuñado en un pendrive).
Hay bastante gente en el interior y a veces hay que hacer otra vez cola para sacarse fotos en los rincones más fotogénicos y más estratégicamente situados, pero nada significativamente agobiante.
Arco de Tito
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Desde una especie de balcón en la parte del Coliseo que da al Arco de Constantino vemos abajo que alguien ha redirigido la forma de las dos filas de acceso (la de los que tienen entradas y los que tienen que comprar) y ya no transcurren paralelas sino que cada una de ellas forma una curva y sólo llegan a unirse en el punto de acceso a la zona vallada, mucho mejor para evitar conflictos, lios y colones .
La visita al Coliseo nos lleva algo así como hora y media. Salimos con idea de ir a visitar los foros.
Le digo a mi mujer que como haya que hacer un solo minuto de cola yo no entro (con las dos horas de espera de antes he tenido de sobra). Vamos al acceso que hay en Vía Sacra, justo frente al Coliseo y hay algo de cola pero no muy exagerada y avanza a buen ritmo así que nos ponemos en fila y en menos de 10 minutos ya estamos dentro. Hace un día precioso y lo cierto es que el foro romano luce espléndido.
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Lo primero que vemos es el Arco de Tito (del año 39 d.c.). Conectamos de nuevo nuestra audioguía y nos dejamos llevar sin rumbo por las calles que en tiempos debieron lucir un tremendo esplendor. Es fácil dejar volar la imaginación y ponerse a imaginar la febril actividad que tenía que vivirse allí.
Pasamos un buen rato caminando entre las ruinas de incontables templos y basílicas dejando que nuestra audioguía nos vaya ilustrando en torno a cada edificio (o lo que quede de él).
Vemos mucha gente apiñada en un mirador hasta el que subimos y encontramos unas vistas preciosas.
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Finalmente, abandonamos el foro por la salida que va a dar a la Avenida de los Foros Imperiales. Allí hay muy poca cola para comprar entradas e inexistente para acceder. Ni siquiera hay arcos de seguridad, sólo un operario con un detector de metales manual.
Empezamos a replantearnos el planning… nos tocaría entonces acercarnos hasta San Pietro in Viencoli (recordad que un par de días antes la encontramos cerrada), pero lo cierto es que el cuerpo nos pedía otra cosa. Tras una intensa semana y un comienzo de día bastante pesado haciendo cola en el Coliseo, nos apetecía disfrutar un poco tranquilos de lo que quedaba de mañana.
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Además, temíamos que, por la hora, llegásemos y la encontrásemos de nuevo cerrada. Si a todo ello le sumamos que ya la habíamos visitado en nuestro viaje anterior, decidimos encaminar nuestros pasos hacia la plaza del Pantheon (más correcto sería decir Plaza de la Rotonda) y es que desde que salí de casa tenía en mente un capricho muy simple y sencillito que me apetecía darme en Roma: tomarme un Martini en una de las terrazas ubicadas frente al Pantheon. Así que llegamos a la plaza y pronto vimos una mesa libre en la terraza de un bar llamado Ritorno al passato.
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Pedimos un par de Martinis y ubicamos las sillas de tal manera que nos diesen una buena perspectiva de la espectacular estampa del Pantheon. El sol daba de plano y se estaba de maravilla en aquella terraza . Seguramente, la plaza de la rotonda, donde se ubica el Pantheon, es uno de mis puntos favoritos de Roma. Me encanta el contraste de las viejas casitas color pastel frente a la solemnidad del templo romano. Pasó el camarero y le pedí otro Martini. Había que estirar ese momento.
Se estaba tan bien que decidimos comer allí mismo, en la terraza. Una ensalada y un par de tortillas.
Ya no teníamos más puntos en nuestro planning, así que sólo nos quedaba pasear sin rumbo por la ciudad eterna (lo cual no es en absoluto mal plan).
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Nuestro largo paseo nos lleva por calles, tiendas, placitas y llega hasta Piazza Navona y en sus inmediaciones nos sentamos en la terraza del Café de la Place, a contemplar el ir y venir de la gente. Mi mujer toma una cerveza y yo me pido un Chianti Classico San Anacleto que resulta ser un verdadero fiasco. Un vino muy flojo, con el color rojizo característico del vino cosechero o de año, con poco cuerpo y poco sabor, incluso parece tener poco grado. Pero cobrar, bien caro lo cobran (no recuerdo con exactitud, alrededor de 7 euros).
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Va atardeciendo y, como casi todas las noches anteriores, nos dirigimos al Trastevere, la zona cuyo ambiente nocturno más nos gusta. Vamos a uno de nuestros bares de cabecera en las noches anteriores, el Café Baylon y trato de sacarme la espina del Chianti de antes con otro vino. Pido, al azar, un vino llamado Shiraz (denominación de origen Pietrapinta) y este vino sí que está bueno!! (y mejor estaría dos o tres graditos más fresco, pero bueno… tampoco vamos a ponernos estupendos). 6 euros me cobran el vinito mientras mi mujer sigue fiel a la Peroni Doble Malta.
Mientras estamos charlando nos fijamos en la habilidad y estilo con que los chavales de la barra sirven las bebidas. Veo un cartel en el que se anuncia: “Rom servido con cioccolato 10 euros” y a continuación, los rones que se ofrecen a ese precio: Sta Teresa, El Dorado, Rum Nation y….. tachááán!!! Zacapa 23!!!! Un ron guatemalteco que me priva. No aguanto la curiosidad y le pregunto al camarero a ver qué es cioccolato y me responde que chocolate. ¡Ron servido con chocolate!. “Qué extraña mezcla” pienso yo “eso hay que probarlo!” y le comento a mi mujer que después de cenar podemos acercarnos a tomar una copa. En ese momento decidimos repetir La Fraschetta donde tan a gusto cenamos un par de noches antes, así que acerco un momentito a reservar.
Isla Tiberina
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Damos un paseito por el concurrido Trastevere. Se nota que es sábado, hay mucha más gente que las tarde/noches anteriores.
Llegamos a la Fraschetta y, como la vez anterior, hay unos momentos de confusión. Nos llevan al comedor del fondo, el desagradable maitre barbudo de la otra vez no nos hace ni caso y luego nos dice que tenemos una hora y media de espera (y eso que habíamos reservado ). Cuando ya iba yo a empezar a discutir, aparece el simpático maitre del comedor de la entrada y nos lleva a sus dominios. Menos mal, el barbudo es un tipo muy arisco.
Comedor interior de La Fraschetta
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Cenamos bien, una ensalada mixta, dos bruschettas (una de jamón y otra de alcachofas), pizza y un plato de pasta cuyo nombre no recuerdo (pasta con bacon, queso y carne de cerdo). La cena está amenizada con los continuos toques de bocina con los que la encargada del horno de las pizzas avisa a los camareros cuando están listas.
Salvo una demora exagerada para traernos la cuenta (unos 25 minutos) y reiteradas llamadas de atención a la camarera para que nos la trajera, todo lo demás muy satisfactorio, como la otra vez. Ahora faltaba el remate final: la copa de ron con chocolate en el Café Baylon. Francamente, me picaba la curiosidad. Y, desde luego, buena sorpresa me llevé. No era ron mezclado con chocolate, sino que me sirvieron una copa de ron acompañado por un platito de chocolate. Mi mujer se tronchaba de risa con mi cara de estupor.
Calles del Trastevere a tope el sábado a la noche
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Muy bien servido el ron, por cierto. En copa ancha, con los hielos aparte por si quisiera echarme (por supuesto, no me eché) y un vasito de agua con gas para ayudar a pasar chocolate y ron. Muy bien servido, sí, pero ella seguía tronchándose.
Por las calles del Trastevere hay mucho movimiento, mucha gente joven, la noche del sábado se deja notar. La plaza Trilussa, ubicada frente al Ponte Sisto, es el claro punto de reunión de los jóvenes. La zona está hasta los topes. Pasamos al otro lado del Tiber y unos chicos y chicas con pinta de llegar tarde a algún lado y con bolsas llenas de botellas nos preguntan por la ubicación de la Plaza Trilussa. Les indicamos sin problemas ya que estamos muy cerca y el camino es practicamente recto.
Plaza Trilussa
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Remoloneamos para ir al hotel, es nuestra última noche en Roma y da pena. No podemos dejar de pasar, una vez más (y van no sé cuántas veces ya) por delante de la Fontana de Trevi, como siempre, escoltada por centenares de visitantes que no se cansan de mirarla y retratarla.
Llegamos al hotel y caemos desplomados en la cama. Estamos agotados (la semana intensa empieza a pasar factura).
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