Hoy tenemos pensado ir de nuevo a Asakusa para ver el festival Sanja Matsuri, pero como tenemos tiempo, aprovechamos para hacer alguna visita antes. Antes de nada, vamos a la estación de Shinjuku y cambiamos los billetes de shinkansen que teníamos reservados para Kanazawa, que cogeremos desde la estación de Tokyo en lugar de Omiya, así no tenemos que pagar el billete hasta allí. Además, a estas alturas ya nos hemos dado cuenta de que la mejor opción para llegar a la estación de Tokyo es la Chuo Line (Rapid service).
Tras cambiar los billetes, cogemos esa misma línea para llegar a la estación, y de allí vamos andando al Tokyo International Forum, un edificio singular en forma de barco alargado.
Desde aquí nos dirigimos al Palacio Imperial, del que solo se puede ver una parte. Es bonito, pero como el edificio anterior, no nos resulta una visita imprescindible.
Después, vuelta a la estación y vamos con la línea Yamanote hasta la estación de Ueno. Nuestra idea era ir desde aquí a Asakusa andando, pero una chica que nos había indicado en la estación como llegar a Ameyoko nos ha dicho que está lejos como para ir andando, así que mejor vamos en metro, pagando el billete (170¥) ya que ya solo tenemos el JR Pass. Antes damos una vuelta por la zona comercial de Ameyoko, justo al lado de la estación. Son un montón de callejuelas atestadas de tiendas de todo tipo, locales recreativos, puestos que venden fruta y otras cosas de picoteo, y hasta varios templos en medio del mercado.
Al llegar a Asakusa, lo primero que hacemos es comprar los billetes de barco a Odaiba (1560¥); iremos en el barco acristalado de Tokyo cruise. Allí mismo nos juntamos con unas amigas polacas de Xabi que casualmente están en Japón de vacaciones, el mundo es un pañuelo!
Los cuatro nos vamos hacia el Senso-ji para ver el ambiente. El festival sintoísta Sanja Matsuri es uno de los más importantes de Tokyo y se celebra por todo el barrio de Asakusa, aunque el centro neurálgico es el templo Senso-ji, ya que además está dedicado a los tres hombres que lo fundaron.
Ya cuando nos metemos en las calles adyacentes empezamos a ver gente vestida para el festival, e incluso algunas “carrozas” pequeñas, llevadas por niños a los que animan sus familias. Cuando llegamos a la calle Nakamise, estamos rodeados de una marea de gente, y según avanzamos parece que estamos en una manifestación y casi no podemos ni avanzar.
Los diferentes grupos que participan en el festival portan mikoshis (las “carrozas”), que son altares sintoístas portátiles, los hay de todo tipo, desde algunos muy grandes que llevan entre un grupo muy numeroso, hasta mini-mikoshis llevados por niños. También hay carros con ruedas, con gente que va dentro tocando diferentes instrumentos, como tambores, flautas, etc.
Por fin conseguimos llegar hasta la explanada enfrente del templo, aquí nos separamos de las polacas, ya que queremos picar algo en los puestos de comida que hay alrededor. Comemos unos takoyaki (bolas de pulpo) y unas brochetas de masa de verduras rebozada (1100 ¥).
Justo después de comer, estando en la explanada vemos que hay muchos guardias y gente esperando a los lados detrás de unas vallas que han puesto; parece que va a haber un desfile, así que nos quedamos cerca de los guardias, que llevan una cinta de seguridad que parece que van a echar en cualquier momento. Cuando ponen la cinta, nos pillan justo detrás hasta que estamos en primera fila. En poco rato, empiezan a pasar las diferentes carrozas una a una, apareciendo desde una lateral del templo. Pasan hasta el centro y cuando están justo en medio, enfrente de la escalinata, giran la carroza hasta ponerla frente al templo; en ese momento, levantan la carroza y aplauden.
Al llevar las carrozas también van como bailando y gritando, muy animados. Las carrozas grandes las llevan entre muchas personas, y si alguna persona se quita, se pone otra en su lugar rápidamente. De hecho, parece que todos quieren llevar la carroza, van muy juntos unos de otros; debe ser un orgullo portar los mikoshis. Nos resulta un festival muy colorido y animado, y los japoneses lo viven a tope.
Estamos un buen rato viendo las carrozas pasar, hasta que se acaba y quitan la cinta de seguridad. En ese momento, seguimos a la marea de gente que se dirige al interior de templo; y cuando estamos subiendo y miramos hacia atrás, vemos la marabunta de gente viniendo hacia el templo, no cabe un alfiler.
Después bajamos por un lateral del templo y damos una vuelta por los alrededores. Toda esa parte está llena de puestos de comida y gente paseando. Salimos de la zona del templo, y seguimos callejeando por Asakusa, caminando hacia el oeste; una zona que no habíamos visto el día anterior que vinimos al barrio. Como está el festival hay algunas carrozas incluso fuera del recinto del templo y hay bastante gente, pero conforme nos vamos alejando se ve un barrio muy tranquilo. Seguimos caminando y sin planearlo, llegamos a la calle Kappabashi, famosa por ser la calle de tiendas de artículos para cocina y restaurantes, es curioso verlo. Algunas tiendas tienen un poco de todo y otras son especializadas, por ejemplo de mantelería, menaje, reproducciones de comida en plástico para los restaurantes, cajas registradoras, etc.
En algunas tiendas me paso un buen rato alucinando con la cantidad de accesorios kawaii que venden para hacer los bentos o tupper de los niños. Me parecen super graciosos los que sirven para hacer formas con el arroz, de osos panda, pingüinos, shinkansen, etc.
Volvemos paseando hasta el río, donde nos volvemos a juntar con las polacas, y cogemos el barco acristalado que nos llevará en un recorrido por el rio Sumida hasta Odaiba, la “isla de los centros comerciales”.
Al principio del recorrido las vistas no son nada atractivas, la verdad. Pero conforme avanzamos la cosa mejora, y más aun saliendo a cubierta. Aun así, Tokyo no tiene un skyline espectacular. Lo más bonito llega al acercarnos a Odaiba, pasando bajo el Rainbow bridge, y con el atardecer. Desde el barco ya vemos el caracteríctico edifico de Fuji –TV y la noria.
Al bajar del barco, damos una vuelta hasta la réplica de la estatua de la libertad, y desde aquí la vista sí que es muy bonita, con los colores del atardecer, los edificios y el puente de fondo.
Aquí nos despedimos de nuevo de las polacas, que tienen frio y se vuelven al hotel. Nosotros preferimos quedarnos a ver la zona un poco. Entramos a uno de los centros comerciales y vamos a la zona de restaurantes a ver que hay. Cenamos en un restaurante indonesio (2980¥), que nos gusta bastante, y nos recuerda a la comida thai.
Después, caminamos hasta otro centro comercial, Palette Town, ambientado en Italia. A mí me parece bastante friki… jeje.
Volvemos en monorail hasta Shimbashi (320¥), y de ahí la línea Yamanote a Shinjuku. Llegamos al apartamento super cansados! Y mañana toca madrugón, que dejamos Tokyo para irnos a Kanazawa.
Tras cambiar los billetes, cogemos esa misma línea para llegar a la estación, y de allí vamos andando al Tokyo International Forum, un edificio singular en forma de barco alargado.
Desde aquí nos dirigimos al Palacio Imperial, del que solo se puede ver una parte. Es bonito, pero como el edificio anterior, no nos resulta una visita imprescindible.
Después, vuelta a la estación y vamos con la línea Yamanote hasta la estación de Ueno. Nuestra idea era ir desde aquí a Asakusa andando, pero una chica que nos había indicado en la estación como llegar a Ameyoko nos ha dicho que está lejos como para ir andando, así que mejor vamos en metro, pagando el billete (170¥) ya que ya solo tenemos el JR Pass. Antes damos una vuelta por la zona comercial de Ameyoko, justo al lado de la estación. Son un montón de callejuelas atestadas de tiendas de todo tipo, locales recreativos, puestos que venden fruta y otras cosas de picoteo, y hasta varios templos en medio del mercado.
Al llegar a Asakusa, lo primero que hacemos es comprar los billetes de barco a Odaiba (1560¥); iremos en el barco acristalado de Tokyo cruise. Allí mismo nos juntamos con unas amigas polacas de Xabi que casualmente están en Japón de vacaciones, el mundo es un pañuelo!
Los cuatro nos vamos hacia el Senso-ji para ver el ambiente. El festival sintoísta Sanja Matsuri es uno de los más importantes de Tokyo y se celebra por todo el barrio de Asakusa, aunque el centro neurálgico es el templo Senso-ji, ya que además está dedicado a los tres hombres que lo fundaron.
Ya cuando nos metemos en las calles adyacentes empezamos a ver gente vestida para el festival, e incluso algunas “carrozas” pequeñas, llevadas por niños a los que animan sus familias. Cuando llegamos a la calle Nakamise, estamos rodeados de una marea de gente, y según avanzamos parece que estamos en una manifestación y casi no podemos ni avanzar.
Los diferentes grupos que participan en el festival portan mikoshis (las “carrozas”), que son altares sintoístas portátiles, los hay de todo tipo, desde algunos muy grandes que llevan entre un grupo muy numeroso, hasta mini-mikoshis llevados por niños. También hay carros con ruedas, con gente que va dentro tocando diferentes instrumentos, como tambores, flautas, etc.
Por fin conseguimos llegar hasta la explanada enfrente del templo, aquí nos separamos de las polacas, ya que queremos picar algo en los puestos de comida que hay alrededor. Comemos unos takoyaki (bolas de pulpo) y unas brochetas de masa de verduras rebozada (1100 ¥).
Justo después de comer, estando en la explanada vemos que hay muchos guardias y gente esperando a los lados detrás de unas vallas que han puesto; parece que va a haber un desfile, así que nos quedamos cerca de los guardias, que llevan una cinta de seguridad que parece que van a echar en cualquier momento. Cuando ponen la cinta, nos pillan justo detrás hasta que estamos en primera fila. En poco rato, empiezan a pasar las diferentes carrozas una a una, apareciendo desde una lateral del templo. Pasan hasta el centro y cuando están justo en medio, enfrente de la escalinata, giran la carroza hasta ponerla frente al templo; en ese momento, levantan la carroza y aplauden.
Al llevar las carrozas también van como bailando y gritando, muy animados. Las carrozas grandes las llevan entre muchas personas, y si alguna persona se quita, se pone otra en su lugar rápidamente. De hecho, parece que todos quieren llevar la carroza, van muy juntos unos de otros; debe ser un orgullo portar los mikoshis. Nos resulta un festival muy colorido y animado, y los japoneses lo viven a tope.
Estamos un buen rato viendo las carrozas pasar, hasta que se acaba y quitan la cinta de seguridad. En ese momento, seguimos a la marea de gente que se dirige al interior de templo; y cuando estamos subiendo y miramos hacia atrás, vemos la marabunta de gente viniendo hacia el templo, no cabe un alfiler.
Después bajamos por un lateral del templo y damos una vuelta por los alrededores. Toda esa parte está llena de puestos de comida y gente paseando. Salimos de la zona del templo, y seguimos callejeando por Asakusa, caminando hacia el oeste; una zona que no habíamos visto el día anterior que vinimos al barrio. Como está el festival hay algunas carrozas incluso fuera del recinto del templo y hay bastante gente, pero conforme nos vamos alejando se ve un barrio muy tranquilo. Seguimos caminando y sin planearlo, llegamos a la calle Kappabashi, famosa por ser la calle de tiendas de artículos para cocina y restaurantes, es curioso verlo. Algunas tiendas tienen un poco de todo y otras son especializadas, por ejemplo de mantelería, menaje, reproducciones de comida en plástico para los restaurantes, cajas registradoras, etc.
En algunas tiendas me paso un buen rato alucinando con la cantidad de accesorios kawaii que venden para hacer los bentos o tupper de los niños. Me parecen super graciosos los que sirven para hacer formas con el arroz, de osos panda, pingüinos, shinkansen, etc.
Volvemos paseando hasta el río, donde nos volvemos a juntar con las polacas, y cogemos el barco acristalado que nos llevará en un recorrido por el rio Sumida hasta Odaiba, la “isla de los centros comerciales”.
Al principio del recorrido las vistas no son nada atractivas, la verdad. Pero conforme avanzamos la cosa mejora, y más aun saliendo a cubierta. Aun así, Tokyo no tiene un skyline espectacular. Lo más bonito llega al acercarnos a Odaiba, pasando bajo el Rainbow bridge, y con el atardecer. Desde el barco ya vemos el caracteríctico edifico de Fuji –TV y la noria.
Al bajar del barco, damos una vuelta hasta la réplica de la estatua de la libertad, y desde aquí la vista sí que es muy bonita, con los colores del atardecer, los edificios y el puente de fondo.
Aquí nos despedimos de nuevo de las polacas, que tienen frio y se vuelven al hotel. Nosotros preferimos quedarnos a ver la zona un poco. Entramos a uno de los centros comerciales y vamos a la zona de restaurantes a ver que hay. Cenamos en un restaurante indonesio (2980¥), que nos gusta bastante, y nos recuerda a la comida thai.
Después, caminamos hasta otro centro comercial, Palette Town, ambientado en Italia. A mí me parece bastante friki… jeje.
Volvemos en monorail hasta Shimbashi (320¥), y de ahí la línea Yamanote a Shinjuku. Llegamos al apartamento super cansados! Y mañana toca madrugón, que dejamos Tokyo para irnos a Kanazawa.