6:30 de la mañana. Nos vestimos y salimos de casa, desayunando de camino al parque de detrás de la casa de Mindor, donde comenzaba un ascenso hasta el mirador de Fløyen. Una hora más tarde y tras unos cuantos carteles que rezaban advertencias sobre una bruja llegamos arriba del todo, casi muriendo. No había nadie, ni por el camino ni nada, solo un par de cabras esperándonos y una figura de un troll muy fea.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al poco llegó el primer viaje del funicular, ¡já! panda de vagos, si no sufres en tus carnes la subida de poco sirve ver las vistas.
Se nos hacía tarde… Bajamos y recogimos las maletas, ¡nuestro bus hacia Stavanger nos esperaba!
Aunque por poco nos agarramos a una farola. Nos habría gustado tener algo más de tiempo para ver Bergen.
Este bus cogió también dos ferris. La diferencia fue que de estos nos obligaron a bajar porque los trayectos eran de unos cuarenta minutos, y era peligroso quedarse en el autobus. Arriba hacía tanto viento que estuvimos a punto de volarnos. No se nos hizo pesado, porque tras el viaje hasta Bergen las cinco horas y media de este fueron un paseo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Stavanger era muy bonito. Lo pensamos al bajarnos del autobús, encontrándonos de frente con un lago con su fuente y unos cisnes nadando en sus aguas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Había empezado a llover ya, y todo hay que decirlo, nos desanimamos en vistas a subir al Púlpito al día siguiente. Arrastramos nuestras maletas calle arriba durante un rato hasta ver el Stavanger Bed&Breakfast en el que habíamos reservado dos noches con desayuno incluido (nos salió por 712 NOK a cada una, 153 euros en total las dos). Muy, muy recomendado.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos dieron una bienvenida muy agradable, la mujer nos explicó todo, pagamos, nos entregó la llave y se ofreció a subirnos las maletas, cosa que denegamos. Arriba la habitación era lo que se podía pedir de un hostal, pequeña, con dos camas cómodas, unas perchas, una silla, un lavabo incrustado en la pared con un espejo y una ducha. La ventana estaba abierta y ventilaba bien. El cuarto estaba limpio, la única pega es que nos tocaba compartir el retrete con el resto de personas, pero tampoco fue una gran pega, solían estar siempre limpios los dos que había en el pasillo. Después de dejar todo nos fuimos a dar una pequeña vuelta y compramos en la oficina de turismo los billetes al preikestolen para el día siguiente (ferry’s+buses 1 persona= 300NOK), luego nos empezó a llover otra vez y preferimos volver pronto para descansar más. Nos dimos una ducha y nos quedamos en la salita de abajo que tenían café y té gratis para servirse, charlando. La gente que se alojaba allí era muy agradable. A las siete y media de la tarde aparecieron los gofres caseros, que estaban riquísimos. Nos llenamos la tripa, con yogur casero y mermelada que pusieron para acompañarlos, y nos subimos arriba a dormir. ¡Tocaba coger fuerzas!
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al poco llegó el primer viaje del funicular, ¡já! panda de vagos, si no sufres en tus carnes la subida de poco sirve ver las vistas.
Se nos hacía tarde… Bajamos y recogimos las maletas, ¡nuestro bus hacia Stavanger nos esperaba!
Aunque por poco nos agarramos a una farola. Nos habría gustado tener algo más de tiempo para ver Bergen.
Este bus cogió también dos ferris. La diferencia fue que de estos nos obligaron a bajar porque los trayectos eran de unos cuarenta minutos, y era peligroso quedarse en el autobus. Arriba hacía tanto viento que estuvimos a punto de volarnos. No se nos hizo pesado, porque tras el viaje hasta Bergen las cinco horas y media de este fueron un paseo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Stavanger era muy bonito. Lo pensamos al bajarnos del autobús, encontrándonos de frente con un lago con su fuente y unos cisnes nadando en sus aguas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Había empezado a llover ya, y todo hay que decirlo, nos desanimamos en vistas a subir al Púlpito al día siguiente. Arrastramos nuestras maletas calle arriba durante un rato hasta ver el Stavanger Bed&Breakfast en el que habíamos reservado dos noches con desayuno incluido (nos salió por 712 NOK a cada una, 153 euros en total las dos). Muy, muy recomendado.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos dieron una bienvenida muy agradable, la mujer nos explicó todo, pagamos, nos entregó la llave y se ofreció a subirnos las maletas, cosa que denegamos. Arriba la habitación era lo que se podía pedir de un hostal, pequeña, con dos camas cómodas, unas perchas, una silla, un lavabo incrustado en la pared con un espejo y una ducha. La ventana estaba abierta y ventilaba bien. El cuarto estaba limpio, la única pega es que nos tocaba compartir el retrete con el resto de personas, pero tampoco fue una gran pega, solían estar siempre limpios los dos que había en el pasillo. Después de dejar todo nos fuimos a dar una pequeña vuelta y compramos en la oficina de turismo los billetes al preikestolen para el día siguiente (ferry’s+buses 1 persona= 300NOK), luego nos empezó a llover otra vez y preferimos volver pronto para descansar más. Nos dimos una ducha y nos quedamos en la salita de abajo que tenían café y té gratis para servirse, charlando. La gente que se alojaba allí era muy agradable. A las siete y media de la tarde aparecieron los gofres caseros, que estaban riquísimos. Nos llenamos la tripa, con yogur casero y mermelada que pusieron para acompañarlos, y nos subimos arriba a dormir. ¡Tocaba coger fuerzas!
*** Imagen borrada de Tinypic ***