ETAPA 2: DE NIZA A FLORENCIA
Iniciamos nuestro segundo día levantándonos relativamente temprano, pues nos esperaba un largo día por delante. Cogimos el coche y nos dirigimos hacia la Moyenne Corniche, la carretera que une Niza y Montecarlo por mitad de la ladera. Varios miradores a lo largo del camino ofrecen unas vistas increíbles tanto de Niza como de Mónaco. Nos dirigimos al centro de Mónaco en busca de un parking donde dejar el coche, pero antes pude cumplir uno de los deseos que tenía para este viaje, conducir por el trazado de F1, la curva del Casino, el túnel, la Rascasse,...una bienvenida excelente para un friki del deporte como yo.

Aparcamos en el parking del Foro Grimaldi y nos dirigimos a buscar dónde desayunar. En ese simple paseo nos dimos cuenta del lujo que supone esta ciudad: la limpieza, los yates, los coches, los concesionarios...Entramos en un centro comercial esperando que nos dieran un buen palo con el desayuno pero, a pesar de no ser barato, tampoco fue escandaloso (dos bebidas y dos bollos por 14€).
Seguimos paseando para visitar el famoso Casino, con los Ferrari y Lamborghini de turno aparcados en la puerta, el puerto con sus espectaculares yates, el Foro Grimaldi...Serían cerca de las 12 del mediodía cuando decidimos poner rumbo hacia Pisa.


Paramos a comer en un área de servicio pasado Génova (por cierto, pillamos un buen atasco en los accesos a Génova), bastante bien de precio y de calidad, y seguimos nuestra ruta. A las 17:30 estábamos aparcando en Pisa.
La primera impresión de Pisa es impresionante, valga la redundancia. Nada más cruzar las murallas te encuentras antes la Piazza dei Miracoli con su Baptisterio, su Duomo románico y, como no, su famosa Torre Inclinada. Muchísima gente por doquier contemplando y visitando todos estos icónicos lugares (incluido el camposanto) y gente haciéndose fotos (es muy gracioso ver la cantidad de gente que está posando para hacerse la típica foto sujetando, empujando o apoyándose en la torre).



Aprovechamos para acercarnos a la Gelateria De'Coltelli a probar los famosos helados italianos. Pedimos uno de mango y otro de avellana, bastante ricos, sobretodo el de avellana. Cuando lo acabamos volvimos al coche para enfilar ya a nuestro esperado destino: Florencia.
A las 8 de la tarde estábamos ya en Florencia. Nos hospedamos en el hotel Pitti Palace al Pote Vecchio, un 4 estrellas a la entrada del Ponte Vecchio. Viendo los precios de los alojamientos de Italia, no pudimos elegir mejor, por algo más de 100€ la noche encontramos un hotel con una habitación comodísima, una atención fantástica y una terraza-restaurante de auténtico lujo, sin hablar de su ubicación pues la puerta daba directamente al Ponte Vecchio. El único punto negativo, no tiene parking propio, aunque en las inmediaciones hay dos garajes públicos dónde pudimos dejar el coche (esto si que fue caro, 40€ la noche).
Dejamos el coche y las maletas y nos fuimos a cenar a la Osteria Vecchio Vicolo. Bien de precio y muy bien de calidad. Pedimos dos cañas, un rissoto, una pizza y una botella de agua y no llegamos a 30€. Un lugar muy recomendable, el ambiente y la decoración son sensacionales y, como digo, la comida muy buena.
Acabada la cena fuimos a tomar una copa a Spumantino, justo enfrente del Ponte Vecchio. Gintonics de diseño y buen vino a los precios habituales de sitios así (8€ el gintonic). De ahí, a la cama, que llevábamos una buena paliza y aún quedaban muchos días por delante.