
Salgo de paseo a las 6 de la mañana. Quedan un par de horas hasta el desayuno del hotel, y una caminata a esa hora es especial, por el volumen de los sonidos, el crescendo de la luz sobre la ciudad, y la naturaleza de la gente que camina por la calle o de las huellas de las que caminaron pocos minutos antes.

En esta ocasión, tomo la calle Radunica en dirección contraria al casco viejo. La calle serpentea un poco hasta llegar a una bifurcación donde unas escaleras ascienden por la colina y una brusca curva desciende hacia el mar. Al final de las escaleras, un jardincillo en la confluencia, casas escalonadas, patios, curvas, jardines, callejones sin salida, puertas, rincones, lomas.

Tuerzo al este por la calle Omiska hasta la avenida Slobode, anillo que rodea la ciudad, subo unos cientos de metros, y cruzándola al otro lado, en el centro de un gran espacio abierto, doy una vuelta por el Arena Gripe, cancha del que posiblemente haya sido uno de los mejores, si no el mejor, equipos de baloncesto europeo de todos los tiempos, la Jugoplastika de Split.

Para sorpresa general, un grupo de veinteañeros dirigido por Bozar Maljovik, con dos jugadores excepcionales, Kukoc y Radja, y la aportación de un compacto bloque de jugadores como Ivanovic, Savic, Perasovic, Sobin, Tabak o Naumoski, irrumpieron en el 89 en la escena baloncestística de Europa, consiguiendo el título de la Euroliga contra el Maccabi israelí. Luego, volverían a ganarlo los dos años siguientes contra el FC Barcelona, convirtiéndose así en el equipo maldito del Barça de la época.

Los líderes de esta máquina eran el pivot Dino Radja, y uno de los jugadores de baloncesto más técnicos de la historia del basket, el espigado y elegante alero Toni Kukoc, que poco después con 25 años, ficharía por los míticos Bulls de Jordan, Pippen, Rodman, Longley ..., haciéndose un meritorio hueco en la NBA, y consiguiendo tres anillos del campeonato, con el equipo de Chicago.
CASCADAS DE KRKA

Bajo una pancarta de i Tourist Office, nos reunimos a la 10 en la puerta de la misma agencia, donde el día anterior había reservado la excursión a Krka. En el momento de la reserva, se paga un tanto por ciento de los 25 € del total. El resto, junto con las 80 kunas, unos 10 €, de la entrada al parque, se lo damos en mano al guía que nos acompaña, el cual se encarga de sacar todas las entradas en las taquillas del parque, y repartirlas.

Somos un grupo de unas 15 personas, a las que nos distribuyen en dos furgonetas y un coche. En principio sentado en una de las furgonetas, me ofrezco a cambiarme para que una pareja no se separe antes de tiempo, y acabo cómodamente sentado en el coche, haciendo de copiloto de Djelko, un croata cincuentón con pinta de simpático granuja.

A pesar de que solo habla croata, rebuscando palabras universales, acabamos charlando de temas igualmente universales, a saber; los políticos son igual en todos lados; fútbol y baloncesto; Barcelona y Croacia; los distintos paises en los que ha trabajado; la pacífica convivencia étnica en Mostar, hasta el inicio de las partidas de ajedrez; la eficiencia germana en contraposición al pasotismo croata ... Para no hablar el mismo idioma, la verdad es que mantuvimos unos cuantos ratos de conversación, con la pareja de australianos del asiento de atrás como oyentes.

No me quedó muy claro del porqué no fuimos por autopista, pero el caso es que por la carretera, aunque muy espectacular, la hora y media del trayecto de unos 90 kms hasta la entrada principal al parque por carretera en Lozovac, se hizo larga.

El parque es paisajísticamente espléndido. El recorrido circular, se hace relajadamente por una pasarela de madera en aproximadamente 2 horas, que va atravesando los arroyos de agua que discurren entre los árboles, provenientes del río Krka en la parte superior que, al encauzarse a lo bruto por una gran grieta, cae espectacularmente por gradas escalonadas, hasta formar una enorme y magnífica laguna, en lo que es la única zona permitida de baño.

Toda esta zona recibe el nombre de Skradinski buk, las cascadas de Skradin. En el trozo de pasarela que cruza sobre la balsa, es donde se tiene la panorámica más amplia de las caidas.
El río, que nace 49 kilómetros aguas arriba en el monte Dinara, en la frontera con Bosnia, desagua en el Adriático unos 20 kilómetros río abajo del parque. El Krka, tiene en total 7 cascadas, siendo las más conocidas la de Skradinski Buk, que es la última, y Roski Slap, que es la penúltima. Desde Skradinski Buk, es posible contratar excursiones en bote de 3 horas y media de duración, hasta las cascadas de Roski Slap, con parada incluida en el lago intermedio de Visovac. Para quien quiera seguir, o para quien haya ido directamente a Roski Slap, allí se pueden coger botes al Monasterio de Krka, río arriba.

Hay dos maneras de llegar al parque. Una, la más vistosa, es llegar en bus hasta la población de Skradin, y allí coger el barco que lleva hasta el amarradero a los pies de Skradinski buk. A pie desde Skradin, sería aproximadamente una hora de caminata, bordeando el río. La otra, es por carretera dirección Sibenik, y seguir las indicaciones del parque, hasta la entrada principal de Lozovac. El horario de apertura del parque es de 8 o 9, dependiendo de la época del año, y el cierre, varía todavía más dependiendo de la estación, desde las 4 de la tarde en los meses de invierno, hasta las 8 de la tarde en verano.

Durante todo el recorrido, hay cuidados servicios en el parque. Chiringuitos donde tomar algo, lavabos, tiendas de souvenirs, terrazas, mesas de picnic, y también tenderetes de gente local con productos del campo, miel, etc. Como es muy popular, la afluencia de gente es muy alta, pero en Octubre, mes en el que he estado yo, se podía pasear tranquilamente sin agobios.

La cita de regreso es a las 3 de la tarde, y después de comentar la belleza del lugar y las bondades del paseo, nadie tiene mucho más que decir. Esta vez, a diferencia de la ida, Dkelko toma la autopista de peaje, y nos ahorra a todos 40 minutos de viaje.

Contratar o ir por libre? La única consideración que puedo hacer es que en mi caso salió bien. Son 180 kms ida y vuelta, y fui cómodamente en un coche/taxi, -supongo que no es lo normal-, por 270 kunas, unos 36 euros, incluida la entrada. El viaje en bus hasta Skradin, donde se coge el barco, más la entrada, sale por unas 225 kunas, unos 31 euros. Así que quedé mas que contento, aun sabiendo que la navegación en bote de 25 minutos hasta el parque, tenía que ser muy gustosa.

Al llegar a las 4 de la tarde a Split, vuelvo a recorrer el Palacio de Diocleciano por fuera y por dentro. Mañana a primera hora, Trogir, y el resto, todo lo que pueda de Split, dejando de lado el casco viejo.
Web:
http://www.np-krka.hr/en/