Madrugamos para aprovechar bien el día. Después de desayunar nos acercamos a la estación de Termini para coger el metro que nos llevaría al Vaticano. El coste del billete es de 1.5€ por persona. A pesar de que sabíamos que nuestra parada era la de Ottaviano nos dejamos engañar por unas pegatinas que había en el propio metro que indicaba que la parada de Lepanto era la correspondiente al vaticano. Este error por nuestra parte hizo que pateáramos algún kilómetro de propina.
Cuando por fin llegamos a la plaza de San Pedro, estaban colocando el árbol de navidad junto al obelisco y no había casi turistas. Nos entretuvimos haciendo algunas fotos y cuando quisimos darnos cuenta ya se había formado cola para pasar los controles de seguridad. En vista de que empezaba a llegar la gente nos pusimos en la fila, donde estuvimos unos 15 minutos esperando a que llegara nuestro turno. Una vez dentro, nos acercamos a la taquilla para coger las entradas de acceso a la cúpula. El coste de las mismas varía según si se sube en ascensor (8€) o si se sube por las más de 500 escaleras que hay hasta lo alto (6 €). Nosotros optamos por las escaleras, no por ahorrarnos 2 €, sino porque era más auténtico.
Desde lo alto de la cúpula (la más alta del mundo) las vistas son espectaculares, aunque al principio no pudimos disfrutar mucho de ellas por la niebla. Cuando empezó a llegar gente decidimos bajar y pasearnos por las cubiertas, donde se puede encontrar desde tiendas de suvenires hasta un restaurante. Hicimos alguna que otra compra y aproveché para mandar un par de postales franqueadas con sellos de la posta vaticana.
Luego bajamos para visitar la basílica. Al pasar junto las taquillas de la cúpula vimos que la idea de subir primero había sido muy acertada, ya que había unas colas impresionantes y, en cambio, dentro de la basílica no había casi nadie.
De la basílica de San Pedro sobra decir que es espectacular (No solo por ser la más grande del mundo). De la visita a la misma destacaría la piedad de Miguel Angel, la tumba de Juan Pablo II y las grutas vaticanas, donde se encuentra el sepulcro de San Pedro y las tumbas de los papas. Como anécdota añadiría que tuvimos la suerte de recibir la bendición de un cardenal que acababa de oficiar una misa.
Habíamos reservado previamente la entrada a los museos vaticanos y la capilla Sixtina, por lo que a las 14:00 (hora de la reserva) nos presentamos en la entrada después de haber comido algo por el camino. No había colas para acceder al museo, pero en cambio el interior estaba abarrotado de gente. Como la visita que realmente nos interesaba era la de la Capilla Sixtina fuimos directamente hacia ella. Lo cierto es que las distintas salas que hay que atravesar para llegar a ella son espectaculares y están llenas de tapices, esculturas, sarcófagos, pinturas …
La primera impresión que tuve al acceder a la capilla Sixtina es que era muy pequeña. Esta sensación se fue desvaneciendo con el paso de los minutos, a medida que, con la ayuda de un audio guía que había descargado previamente en el teléfono, profundizaba en la historia de esta obra maestra. La belleza de las pinturas, los detalles de las mismas y la iconografía de la sala me hipnotizaron. Fácilmente estuvimos 40 minutos observando las escenas que se representan en la capilla. La paz que da el lugar solo se veía interrumpida por los continuos “No photos” de los muchos vigilantes que había en el interior. Sobre este aspecto, personalmente entiendo que en ciertos sitios no se permita sacar fotos con flash para preservar la conservación, pero que se prohíban las fotos me parece simplemente con afán recaudatorio por lo que no me siento culpable de haber hecho un robado a la capilla Sixtina.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Continuamos la visita accediendo al museo filatélico y numismático, pero lo vimos muy por encima ya que el cansancio empezaba a hacer mella en nosotros. Tomamos entonces la determinación de abandonar el museo, ya que aún nos quedaban cosas por ver y quedaban pocas horas de luz. Para salir del museo lo hicimos por la famosa escalera de caracol.
Nuestra siguiente visita fue el castillo de San Angelo. Como eran ya las 17:00 y estaba anocheciendo solo lo visitamos por fuera. Luego nos dirigimos hacia la plaza de España, la cual estaba a reventar de gente ya que se estaba celebrando lo que creemos era el encendido del alumbrado navideño. Acompañamos a la banda hasta las escaleras, donde nos deleitaron de varias piezas bajo un enorme árbol de navidad led de la famosa marca Bvlgari.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Como ya se hacía tarde y empezaba a refrescar cogimos en un Carrefour Express algo de comer y beber para cenar tranquilamente en la habitación del hotel. Al llegar nuestras pulseras de actividad indicaban ¡¡más de 24.000 pasos!! y estábamos literalmente acalambrados de andar tanto. Como el día siguiente se presentaba igual de duro o más, cenamos y nos echamos a descansar.